RAYMOND DOWD está furioso. Empuja un conjunto de hojas de varios centímetros de espesor a través de la mesa de una sala de conferencias en su oficina situada en la periferia del centro de Manhattan. Este conjunto de papeles contiene copias de declaraciones de propiedad realizadas por judíos desde hace cerca de 80 años. Los documentos fiscales no son una lectura especialmente apasionante, pero Dowd, un abogado que ha manejado varios casos de restitución de la época de la Segunda Guerra Mundial, afirma que los papeles son indispensables para comprender la forma en que los nazis despojaron a los judíos de tantas obras de arte. Al hacer que los judíos declararan sus posesiones, a veces a cambio de papeles de viaje, los nazis crearon un inventario de sus pertenencias. “Esto ocurrió un día soleado. Los pájaros cantaban, los judíos formaban una fila, una chica rubia con una máquina de escribir hacía una lista de todas estas cosas. Sin ametralladoras, sin violencia —afirma Dowd—. Un trámite fiscal. Así es como ocurrió”.
Los nazis utilizaron los registros de las propiedades de los judíos y otros métodos similares para saquear sus posesiones, entre las que se encuentran unos 650 000 objetos de arte. Entre los objetos robados está Retrato del doctor Gachet, pintado por Van Gogh; El astrónomo, de Vermeer, y Retrato de Adele Bloch-Bauer I, la obra maestra del art nouveau chapada en oro creada por Klimt. También está la pintura de una campesina con un rebaño de ovejas, que actualmente cuelga en un cuarto forrado de paneles de madera en el Museo de Arte Fred Jones Jr. de la Universidad de Oklahoma.
Pintado por Camille Pissarro en 1886, el cuadro, titulado La pastora guardando los corderos, llegó al museo de esta universidad en el año 2000, como parte de una donación, con un valor de 50 millones de dólares. En 2008, Sotheby’s valuó la pintura en 1.5 millones de dólares, y en una revista escolar se le señaló como un “imponente” elemento principal de la colección. También es una de las obras que los nazis robaron a una adinerada familia parisina. Su única heredera, sobreviviente del Holocausto, pasó toda su vida adulta buscando a su Pastora. Y ahora la quiere de vuelta.
LEGAL VS. CORRECTO
“Miles de millones de dólares (muchos, muchos miles de millones) en obras de arte siguen ahí afuera”, afirma Ronald Lauder, filántropo y ejecutivo de la empresa de cosméticos Estée Lauder, que ha sido un líder en la misión de devolver el arte robado por los nazis. A pesar de haber realizado enormes esfuerzos en Europa y en Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial para reclamar los bienes saqueados, los defensores afirman que unas 100 000 obras siguen perdidas, y que muchos museos luchan para no devolverlas a sus legítimos dueños.
Estos defensores han acusado a algunos de los mayores museos, como el de Arte Moderno de Nueva York y el Thyssen-Bornemisza de Madrid, de obstaculizar a las familias, y pinturas de dudosa procedencia cuelgan en silencio incluso en museos de los campus de universidades estadounidenses. La Universidad de Oklahoma y por lo menos otras cinco universidades estadounidenses han enfrentado reclamos contra sus museos: Yale, Princeton, Rutgers, la Universidad de Indiana y Oberlin. Dowd afirma que las instituciones utilizan tecnicismos legales para obstaculizar los reclamos, invocando con frecuencia el estatuto de limitación (la fecha límite para emprender una acción legal), el cual, en el caso del arte robado por los nazis, varía según el estado de la Unión Americana de que se trate, y generalmente es de tres o cuatro años después de que una persona pudiera haber descubierto “de manera razonable” dónde se encontraba la obra de arte. Esto significa que las cortes pueden despachar a los demandantes judíos diciendo que llegaron 70 años tarde. “La historia está siendo enterrada debido a que las cortes cierran las puertas —señala Dowd—. Esto equivale a negar el Holocausto”.
AMANTE DEL ARTE: Léone Meyer, huérfana del Holocausto adoptada por una rica pareja parisina, dedicó toda su vida adulta a seguir el rastro de su Pastora. Foto: OLIVIER ROLLER
LA HUERFANITA DEL HOLOCAUSTO
Antes de la Segunda Guerra Mundial, la Pastora pertenecía a Théophile Bader, cofundador de la cadena de tiendas departamentales de lujo Galeries Lafayette. Posteriormente, pasó a manos de Yvonne, la hija de Bader, y su marido, Raoul Meyer. En 1940, en la época en la que París cayó bajo los nazis, los Meyer escondieron la pintura y el resto de su colección de arte en una bóveda bancaria en el sur de Francia. Pero los nazis lograron acceder a la bóveda un año después y confiscaron la colección, en la que también se incluían al menos tres obras de Renoir y una de Derain. La llevaron de vuelta a París, donde manejaban una bodega para sus saqueos culturales en un edificio cerca del museo de Louvre denominado Jeu de Paume. Varios estudiosos han descrito el sitio, que alguna vez funcionó como la cancha de tenis bajo techo de Napoleón, como un “campo de concentración” para más de 22 000 objetos de arte robados.
Léone Meyer nació a finales de 1939, al inicio de la guerra. Según se informa, su madre era una costurera parisina. Se desconoce quién fue su padre. Tenía apenas unos pocos años de edad cuando su familia fue asesinada en Auschwitz. Posiblemente, alguien la escondió, señala Pierre Ciric, su abogado, y ella terminó en un orfanato cerca de París. En una historia parecida a la trama de Anita la Huerfanita, los adinerados Raoul e Yvonne Meyer, que habían estado escondidos durante la guerra, la adoptaron en 1946. La pareja también trató de recuperar todos sus objetos de arte robados. Para 1952, los Meyer le habían seguido la pista a la Pastora: se encontraba en Suiza. Demandaron a su propietario, pero la corte falló en su contra debido a que no pudieron probar que el propietario sabía que la obra había sido robada cuando la adquirió. El mercader de arte, que tenía la reputación de manejar arte robado, se ofreció a vendérsela a los Meyer, pero ellos rehusaron adquirir algo que ya era de su propiedad.
Los padres adoptivos de Léone Meyer murieron en la década de 1970, y la dejaron como heredera única. Luego, cuando tenía alrededor de 30 años, sintió que recuperar la pintura era un deber tanto con su familia asesinada como con sus padres adoptivos. Pero no tenía ni idea de dónde se encontraba la Pastora. Tras la decisión de la corte suiza, la pintura cruzó el Atlántico y llegó hasta una galería de Nueva York. En 1957, una mujer adinerada de Oklahoma la adquirió. El padre y el esposo de Clara Weitzenhoffer eran petroleros de Oklahoma, y ella canalizó su fortuna hacia la colección de mobiliario inglés, porcelana china y pinturas que le recordaran a sus adorados dálmatas. También era apasionada del arte impresionista, afirma su hijo, Max Weitzenhoffer, propietario y productor teatral de Nueva York y Londres (incluso está detrás de la obra Harry Potter y el legado maldito). Max Weitzenhoffer dice que se acostumbró a crecer rodeado de las obras de arte de su madre. “Nadie pensaba realmente que esas cosas tuvieran algún valor aparte de lo que pagó por ellas”, afirma. “Mi padre siempre decía: ‘¿Qué harás en tiempos de guerra? No puedes comértelas’”. La Pastora era uno de los cuadros favoritos de su madre, y recuerda que la tenía en la sala junto a su Van Gogh.
Tras la muerte de su madre, en 2000, Weitzenhoffer finalizó la donación de sus obras de arte a la Universidad de Oklahoma, donde preside el Consejo de Regentes, y su familia es sinónimo de la escuela de Bellas Artes. En un lapso de dos meses, más de 33 000 personas vieron la colección de 33 obras de arte, y la afluencia diaria al museo se incrementó ocho veces. El museo, situado en el campus de la Universidad en Norman, Oklahoma, construyó posteriormente una nueva ala e instaló las obras en cuatro salas que recordaban el interior de la casa en la que Weitzenhoffer pasó su infancia.
Sin embargo, cerca de 2009, un curador asociado del Museo de Arte de Indianápolis descubrió que la cadena de custodia de la Pastora era cuestionable; el Proyecto de Restitución de Arte del Holocausto se enteró del hallazgo y posteriormente hizo una publicación en un blog acerca de la pintura. El hijo de Meyer vio la publicación en marzo de 2012. Unos ocho meses después, Meyer se puso en contacto con David Boren, presidente de la Universidad, y le pidió devolver la pintura. Su respuesta: la Fundación de la Universidad de Oklahoma es propietaria de la pintura, no la universidad. La respuesta le pareció poco útil, por lo que emprendió una demanda judicial.
En la demanda, los acusados eran Boren, la Fundación y el Consejo de Regentes de la Universidad de Oklahoma. Esta última contrató a Thaddeus Stauber, un abogado que en ese tiempo defendía a un museo de Madrid que no deseaba entregar otro Pissarro a una familia judía. En mayo de 2014, Stauber convenció al juez de desestimar la demanda de Meyer con base en temas de jurisdicción, insistiendo en que ella debió haber presentado su queja en Oklahoma y no en Nueva York, el tipo de tecnicismo legal que aborrecen los defensores de la restitución. Meyer apeló y tuvo que pasar un año para que el caso pudiera ser reabierto en Oklahoma.
Para entonces, la Universidad de Oklahoma estaba siendo apaleada y el caso se convirtió en una pesadilla de relaciones públicas. “Realmente están dando largas al asunto”, señala Paul Wesselhoft, representante del Estado de Oklahoma. “En realidad, no puedo comprender por qué la Universidad de Oklahoma no se limita a entregar voluntariamente la pintura… Es terriblemente embarazoso”. Las peticiones contra la Universidad sumaron miles de firmas y un grupo de defensoría alquiló un aeroplano para volar antes de un juego de fútbol americano, arrastrando un estandarte que decía: “David Boren, #DevuelveElArteRobado”. En mayo de 2015, la Asamblea Legislativa de Oklahoma aprobó una resolución en la que se exigía que esta universidad arreglara cuanto antes ese desastre.
Pero cuando el caso de Meyer fue reabierto nuevamente en Oklahoma, Stauber solicitó que fuera desechado con base en el estatuto de limitaciones. Así, a finales de 2015, Ronald Lauder hizo su aparición, escribiéndole a Boren y exigiendo una resolución. “Al principio no deseaban devolver la pintura a la familia Meyer”, señala Lauder. “Cuando comenzamos, el asunto era verdaderamente negativo y una vez que hablamos… él hizo exactamente lo correcto”. Un mediador afiliado al Congreso Mundial Judío de Lauder, junto con este último, negoció el acuerdo y las partes lo anunciaron en febrero.
CASI SIEMPRE TENDREMOS PARÍS
Tras dirigir las Galeries Lafayette durante varios años hasta 2005 y realizar labores humanitarias como médica, Meyer, que cumplirá 77 años en noviembre, actualmente se encuentra retirada, pero sigue viviendo en París, cruzando el río Sena, frente al Grand Palais. Por fin, su Pastora le será devuelta. O casi. Ciric, su abogado, afirma que la pintura volverá a Francia antes de finales de noviembre. Estará en exhibición durante cinco años en la institución que ella elija. Posteriormente, circulará más o menos cada tres años entre una institución francesa y el museo Fred Jones Jr. El título de propiedad quedará en manos de Meyer, y en un futuro ella lo donará a una institución francesa, “ya sea en vida o a través de su testamento”, según un documento del acuerdo. Boren afirma estar satisfecho con el resultado. “Solo me habría gustado poder hacerlo en un mes en lugar de todo el tiempo que nos tomó”.
Es posible que también haya un final feliz para más víctimas del Holocausto y sus familias, que deberán enfrentar menos dificultades para reclamar sus obras de arte. En abril, miembros del Congreso estadounidense presentaron un proyecto de ley cuyo objetivo es eliminar los obstáculos legales que utilizan los museos para conservar sus obras. Actualmente, el proyecto de ley está pendiente de aprobación. Dowd, el abogado de restitución, califica esta legislación como “revolucionaria”.
El final de esta historia podría ser menos feliz para la Universidad de Oklahoma. El representante Wesselhoft y otras personas piensan que la colección Weitzenhoffer del Museo Fred Jones Jr. tiene más obras de arte robadas a los judíos. En la demanda de Meyer se señala que, aparentemente, un Renoir fue vendido por un coleccionista que huía de la Alemania nazi, lo que constituye una señal de alerta. Según se informa, una obra de Mary Cassatt carece de información de propiedad en el periodo de 1939 a 1957. Supuestamente, no se tiene información de propiedad de una obra de Degas en el periodo de 1918 a 1963. Asimismo, se informa que una obra de Monet tampoco posee información de propiedad antes de 1957. Otras tres obras están supuestamente relacionadas con una galería saqueada por los nazis o con mercaderes de arte que eran colaboradores conocidos de estos. Al menos siete pinturas más tienen poca o ninguna información de procedencia antes de la década de 1950 o 1960, o carecen completamente de ella. Mark White, director del museo, señala en un correo electrónico que han logrado avances para llenar los vacíos en el historial de propiedad, pero “dicha investigación es un proceso exhaustivo”.
En tanto no se programe su viaje al extranjero, la Pastora permanece colgada en el muro del museo de Oklahoma. La sala es un sitio popular para realizar propuestas de matrimonio, de acuerdo con Boren, que sabe que al menos dos de ellas se han realizado allí. Ambos solicitantes recibieron la respuesta que esperaban.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek