Cuando George W. Bush y Al Gore debatían antes de las elecciones del año 2000, ni Irak ni Afganistán ameritaban una mención seria. Ocho años después, ni Barack Obama ni John McCain anticiparon el caos de Siria y Libia
La ciencia política es más política que ciencia. Los especialistas en estudios de área no pudieron predecir la Revolución Islámica de Irán, la caída de la Unión Soviética ni la Primavera Árabe.
Los políticos se sienten mucho más cómodos interpretando lo que creyeron ver en el espejo retrovisor que observando el horizonte.
En pocas palabras, el mundo es imprevisible y las inquietudes principales de la siguiente administración tal vez ni siquiera aparecen en el radar de la actualidad.
Si dejamos de lado los conflictos existentes en Libia, Siria, Yemen, el Mar del Sur de China y Ucrania, ¿cuál son las crisis que podrían pillar por sorpresa a la Casa Blanca en los próximos cuatro años? Estos son los diez países y las crisis potenciales que sin duda deberían estar en la pantalla del radar de la próxima administración estadounidense.
1. Maldivas.
Empecemos con algo pequeño. Pocos estadounidenses han oído hablar de las Maldivas, pero quienes las conocen probablemente creen que el archipiélago de baja altura en el océano Índico es el arquetípico paraíso insular tropical.
No obstante, el islamismo ha echado raíces fuera de sus resorts cerrados. El gobierno maldivo ha pedido ayuda a Estados Unidos, pero hace varios años que la llamada de emergencia ha estado sonando sin que alguien la responda. ¿Existe la posibilidad de que ISIS capture turistas occidentales en la isla? ¿Cuáles serían las repercusiones para la transportación en el océano Índico si surge un gobierno maldivo radical dispuesto a aceptar armas y yihadistas extranjeros?
Las Maldivas tal vez estén aisladas y lejos de las costas de Estados Unidos, pero ¿no es lo mismo que decían los analistas acerca de Afganistán?
2. Mauritania
En buena medida, África ha sido una historia de éxito en los últimos 20 años, pero varios países ponen en riesgo ese progreso. Tomemos, por ejemplo, a Mauritania.
Analistas europeos en terrorismo suelen citar a Mauritania como su primera prioridad de vigilancia. El país empobrecido en la costa atlántica africana tiene la población de Phoenix, Arizona distribuida en un territorio equivalente al de California.
Es una república islámica y uno de los últimos países que observa la esclavitud en la práctica, aunque no como ley. Su territorio interior anárquico se ha convertido en dominio de contrabandistas y refugio de terroristas, y la introducción de armas procedentes de Libia ha atizado el fuego.
En muchos aspectos, Mauritania se ha convertido en el equivalente a Afganistán antes de 11/9, solo que sin la atención diplomática.
3. Argelia.
El país más grande de África, Argelia también podría ser uno de los más ricos. Pero décadas de régimen militar, de políticas económicas dictadas por el Estado y una guerra civil devastadora en los años noventa le han pasado una factura enorme.
Hoy día, el sur de Argelia es un santuario de Al Qaeda en el Magreb islámico. El enfermo presidente Abdelaziz Bouteflika, el “hombre fuerte” argelino desde hace mucho tiempo, difícilmente resistirá otros cuatro años. No hay un sucesor evidente y aunque un presidente lograra consolidar el poder político, tendría que aplastar a los radicales islámicos que tratarían de cobrar venganza después de su prolongada supresión.
Una Libia ha sido bastante desestabilizadora. Otra, tan cerca de Europa, podría resultar desastrosa.
4. Etiopía.
Con dos veces y medio el tamaño de California, Etiopía es uno de los países más antiguos del mundo, pero aun con un liderazgo cada vez más autocrático y represivo que proyecta un aura de estabilidad, parece que podría contarse entre los Estados más frágiles del orbe. Si bien su economía ha crecido con rapidez, la pobreza es la norma en una población que también crece aceleradamente.
Su economía de base agrícola hace que Etiopía sea vulnerable a las sequías. Las industrias controladas por el Estado le ponen en desventaja para competir con el mundo exterior, a pesar de que el país tiene una diversidad increíble. En 1991, Eritrea logró la secesión luego de décadas de guerra civil. Y aunque Eritrea conserva su herencia colonial, muchos grupos étnicos resienten el control de Addis Ababa y particularmente, el dominio tigray.
Sin embargo, más preocupante es la división sectaria de Etiopía. Los musulmanes representan un tercio de la población y crecen con más celeridad que la población etíope cristiana. Si estallara un conflicto abierto entre las divisiones étnicas y sectarias, la inseguridad resultante haría que Somalia pareciera un Club Med.
5. Nigeria.
Las inquietudes sobre la estabilidad de Nigeria, el país más poblado de África, llegaron a los titulares internacionales en 2014, cuando Boko Haram secuestró a cientos de colegialas para forzarlas a convertirse al islam y casarlas con sus militantes. Mas ese es solo uno de los muchos problemas que aquejan a Nigeria.
Boko Haram ha prosperado gracias a la corrupción endémica. Según algunos cálculos, desde 1960 Nigeria ha perdido 400 mil millones de dólares debido a malversaciones y corrupción, más que el total de la ayuda internacional destinada a África en ese mismo periodo.
Si bien la comunidad internacional casi ha erradicado la piratería en las costas de Somalia, el problema se ha disparado en el Golfo de Guinea e incluso es mayor que el notificado, porque los Estados no siempre informan de los decomisos en sus aguas territoriales.
Igual que Etiopía, Nigeria enfrenta no solo divisiones étnicas sino sectarias. En la década pasada, las tensiones entre musulmanes y cristianos sumieron a la Costa de Marfil en una guerra civil; y Nigeria es mucho más volátil.
Si su frágil democracia fracasa, África Occidental podría estallar en un conflicto mucho más grave de lo que se haya visto en décadas.
6. Turquía.
¿Qué sucedería si colapsara un aliado OTAN? Durante la última década, el presidente Recep Tayyip Erdoğan ha ejercido un poder dictatorial. Describió el abortado golpe de estado del 15 de julio como “un regalo de Dios” y lo utilizó como excusa para declarar un estado de emergencia y purgar a más de 100,000 oficiales del Ejército y servidores públicos.
Pero hay indicios de que se avecina más violencia. Doğu Perinçek, ex maoísta convertido en poderoso ultranacionalista, dirige un siniestro grupo de turcos que se denominan, simplemente, “el grupo de Perinçek”.
Algunos sugieren que Perinçek es el primer ministro verdadero de Turquía, entre bastidores. En agosto, Erdoğan contrató a Adnan Tanriverdi como asesor de la presidencia; y Tanriverdi es un ex entrenador de Fuerzas Especiales muy cercano a Perinçek.
En pocas palabras, Erdoğan es un hombre marcado y aunque lo maten o lo depongan por la fuerza, ha eviscerado de tal manera al Estado turco que su partida desatará el caos.
7. Rusia.
Igual que Turquía, Rusia está bajo el yugo de un hombre fuerte que ha sustituido la sustancia por una ilusión de estabilidad. Cuando muera el presidente Vladimir Putin, el pueblo ruso tendrá que pagar el precio de sus décadas de corrupción y mala gestión.
El legado más perdurable de Putin será el vacío de poder que dejará por debajo de él. No obstante, más allá del pésimo gobierno, Rusia enfrentará muy pronto las repercusiones de su crisis demográfica. Su población musulmana está creciendo mientras que su población rusa étnica se reduce. Al mismo tiempo, encara el radicalismo islámico no solo en Chechenia y Daguestán, sino cada vez más entre los tártaros étnicos.
Aquí cabe preguntar: conforme los musulmanes representen una creciente proporción de la población en edad de reclutamiento, ¿podrá Rusia contar con su Ejército en algún conflicto sectario? (Una lectura obligada en todos estos temas son los escritos de Leon Aron y Anna Borshchevskaya).
8. Arabia Saudita.
Arabia Saudita debe prepararse para la tormenta perfecta: las políticas de Estados Unidos han empoderado y devuelto recursos a Irán. El precio del petróleo se ha desplomado vertiginosamente dejando la economía saudí al borde del precipicio. Arabia Saudita está empantanada en una guerra con Yemen, la cual no parece tener fin.
Todo esto sería muy malo en las mejores circunstancias, pero si añadimos a la mezcla un monarca que bien podría padecer de Alzheimer, parece que el reino avanza hacia una crisis como no ha visto en muchas décadas.
Desde Franklin Roosevelt, cada administración estadounidense se ha apoyado en una sociedad fuerte con el reino de Arabia Saudita para llevar estabilidad a Medio Oriente y mantener el orden en la economía mundial. Si Riad no puede o no quiere continuar con esa sociedad, ¿podrá Washington encontrar un sustituto o llenar el vacío?
9. Jordania.
Estados Unidos ha dependido de Jordania durante generaciones, incluso más que de Arabia Saudita. Es posible que el Reino Hachemita sea el aliado árabe más cercano de Washington. Sin embargo, Jordania está pasando por una crisis, aunque el gobierno jordano no quiera reconocerlo.
Con la afluencia de sirios, Jordania está asimilando su tercera oleada masiva de refugiados, lo cual ejerce una presión enorme en su economía. El rey Abdullah II es mucho más popular en Washington y Londres que en algunos rincones de su reino. Y aun cuando los reporteros occidentales retratan a la reina Rania como un personaje romántico y popular, la mujer es despreciada universalmente en Jordania por despilfarradora.
Todo esto ha creado un terreno fértil para que ISIS se infiltre en Jordania, aunque mantiene un perfil bajo. Si Estados Unidos y sus aliados iraquíes y curdos expulsan a ISIS de Irak y Siria, y hacen que más combatientes entren en Jordania, los ataques contra Mosul y Al Raqa serán realmente pírricos.
10. China.
Por último, pero no menos importante, China, el país más poblado del mundo. Algunos eruditos han observado el boom económico de China y ensalzado sus logros, sugiriendo incluso que el estilo dictatorial de la república comunista podría ser superior al de Estados Unidos.
Mas el desarrollo económico es desigual: los ingresos costeros y urbanos son exponencialmente más altos que el ingreso del interior rural. El legado de la política criminal de hijo único está por verse, ahora que China encara un precipicio demográfico. Y mis colegas, Dan Blumenthal y Derek Scissors, resaltan las implicaciones del estancamiento de China.
En resumen, las administraciones estadounidenses futuras deberían preocuparse menos por el surgimiento de China y más por su decadencia. Por ejemplo, ¿acaso una China tambaleante embestiría militarmente como ha hecho la estancada Rusia?
El mundo es un lugar peligroso. Estos escenarios tal vez sean demasiado inciertos para los debates presidenciales de 2016, pero asegurar que Estados Unidos tenga la capacidad de responder a todos ellos no debe serlo.