“SORORIDAD”, el término para referirse a la
solidaridad entre mujeres, surgió hace poco
más de 40 años. Eso que la feminista y antropóloga mexicana Marcela Lagarde definió
como “el apoyo mutuo de las mujeres para
lograr el poderío de todas”. Fue específicamente en la década de 1970 cuando grupos
feministas norteamericanos emplearon la
palabra sisterhood para definir las relaciones
del entretejido femenino que busca un bien
común y el empoderamiento de cada mujer.
Fueron las francesas de la misma época las
que acuñaron la palabra sororité, en clara
referencia a la hermandad de género. Pero
mucho antes que eso, después de la Primera
Guerra Mundial, otras mujeres francesas, sin el término feminista que lo definiera, llevaron a la acción esta palabra.
Acción que tiene un impacto hasta nuestros días.
Era el año de 1913 y Madame Yvonne-Edmond Foinant tenía 22
años cuando tuvo que quedar a cargo de la empresa siderúrgica creada
por su marido, que fabricaba herramienta. Al estallar la Primera Guerra
Mundial, numerosas mujeres quedaron al mando de las compañías y ocuparon las posiciones laborales de los hombres que se habían
marchado al frente. Sin embargo, a diferencia de aquellas mujeres que
se encargaban de una casa de costura —algo tolerado socialmente—,
Foinant se convierte en jefa de una empresa dedicada a una actividad
tradicionalmente considerada masculina y, posteriormente, en maestra
forjadora. Al regresar su esposo (Monsieur Savarin) de la guerra, ella
asume el cargo de directora comercial, el cual ocupará hasta la muerte
de aquel. En 1938, cuando la compañía se convierte en Savarin y Veuve
Foinant, Yvonne Foinant se convierte en la primera mujer en ser elegida
como delegada a la Confederación General de Empresas de Francia,
cargo que posteriormente le permitiría ser una de las primeras mujeres
que pertenecieron a la Cámara de Comercio e Industria de París, por lo cual se le otorgó la Cruz de Comandante como la primera mujer que
representó a la industria francesa.
Al terminar la Segunda Guerra Mundial, Yvonne Foinant era una de
las muchas mujeres que habían dominado la industria manufacturera
durante el periodo de las guerras y una de varias que, aunque estaban a
cargo de sus empresas, no gozaban de autonomía para administrar sus
recursos: el código napoleónico había dispuesto que la mujer casada
carecía de autonomía personal y que tanto sus bienes como sus ingresos
debían ser administrados por sus maridos. Aunado a esto, los derechos
políticos de las mujeres eran inexistentes. Ante este panorama y la
imposibilidad de sacar de los bancos los recursos que le pertenecían, Foinant fundó en Francia la Asociación de Mujeres Jefas Empresarias
Mundiales (Femmes Chefs d’Entreprises Mondiales) con el objetivo, en
principio, de apoyar a las mujeres empresarias que se encontraban en
una situación similar, para construir una red de negocios, con una base
de amistad y solidaridad, pero sobre todo una asociación que promoviera la igualdad económica entre hombres y mujeres, con énfasis en el
valor, que a la fecha perdura: “La complementariedad de los valores del
hombre y la mujer como base para una sociedad digna y próspera”.
Alrededor del año 1950, la red comienza a extenderse por todo
Europa y hoy está presente en más de 40 países. En México nació la invitación a pertenecer a este grupo hace 18 años a través de la Asociación
Mexicana de Mujeres Jefas de Empresa (AMJE). Beatriz Lobo de Ortiz,
quien fuera vicepresidenta nacional de ese organismo, fue elegida para
presidir este colectivo de mujeres líderes mundiales (Women Leaders
International, WLI) como representante para América Latina.
Lobo, también presidenta de la asociación Pro Conciencia, que
se dedica a reconocer a personajes en el ámbito de la ciencia, el arte
y la tecnología y detectar buenas prácticas como un ejemplo para el
mundo, explica la manera en que las líderes son escogidas por sus
valores y sentido ético: “Son mujeres dedicadas con gran amor a sus
trabajos, todas tienen fundaciones y tienen características específicas, son mujeres con grandes valores, sin egoísmo, que trabajan y
apoyan labores sociales; realizadas, pero algo importante es que tienen complementariedad con el hombre. Su secreto es que han sido
mujeres que han trabajado en colaboración y han criado hijos que
también ahora son líderes. Para mí es un orgullo representar a estas
mujeres que dan un gran ejemplo a escala mundial”.
Lo cierto es que el servicio a la comunidad, las labores sociales,
son uno de los denominadores comunes que retratan a estas mujeres.
BEATRIZ MENDÍVIL,
presidenta del Área
Metropolitana de WLI: “Mientras
no hay justicia, no
hay paz”. Foto: Antonio Cruz/Nw Noticias.
Beatriz Mendívil, presidenta del Área Metropolitana de WLI, aclara que
cada una se dedica a un trabajo social en lo personal, aunque en ocasiones trabajan algunas causas en conjunto. Mendivil hace 18 años le donó
un riñón a su esposo, desde entonces la pareja se ha dedicado a apoyar
a personas en situación vulnerable que requieren de un trasplante. Su
trabajo lo hacen a través de otras fundaciones para aprovechar al máximo los recursos que se emplean en el pago de hospitales y estudios de
laboratorio. En promedio apoyan a 70 personas al año que requieren un
trasplante. “Lo que es más bonito es que las personas vuelven a vivir”.
Una labor indispensable para las más de 11 000 personas que esperan
un trasplante de riñón en México.
Otras de las mujeres líderes empresarias, además de aportar sus
capacidades al desarrollo de sus empresas y sus familias, se dedican a
apoyar la educación de la comunidad. Lobo ahonda en la vocación de
servicio y guía de las mujeres que representa, creando empresas que
trabajan para educar: “Un ejemplo maravilloso de una líder es Lourdes
Gómez, de Doster, que es la máxima exportadora de geranio y noche buena de México al mundo. Ella exporta cuatro millones de esquejes al semestre. Es un orgullo nacional; ha ganado premios en Holanda.
Ella dice que es campesina y tiene en Morelos su legado para una comunidad formada por más de 1500 personas, donde 66 por ciento son
mujeres. Ahí están sus viveros y es a estas personas a quienes les brinda
educación nutricional a través de comedores. Pero su labor no se ve. A
estas líderes les he aprendido la grandeza de la sencillez”.
Otro ejemplo es el trabajo que realiza Sandra Maldonado por la
educación a través del arte y la cultura. “El arte embellece el espíritu y
la educación es lo único que puede transformar”, señala la presidenta
de la Fundación Cultural Baur, quien ha presentado en múltiples ocasiones ante Naciones Unidas temas de educación en derechos humanos y juegos sin violencia. Su labor, afirma, “es
preparar a los niños y niñas para la globalización a través de la alegría de aprender”. Esta
líder está impulsando la asociación de Women
Leaders International con el Departamento de Información Pública de la Organización de
las Naciones Unidas con el fin de que “estas
mujeres humanistas, inversionistas, tengan la oportunidad de estar más cerca de las necesidades del mundo”. Así, buscan trabajar
primero para México y luego en beneficio de
la humanidad, apoyando con su creatividad,
vocación de servicio y talento para alcanzar
los Objetivos de Desarrollo del Milenio en
nuestro país.
El pasado 12 de octubre del presente,
durante el Quinto Congreso Internacional
de Mujeres Líderes en el Mundo, que se
celebró en nuestro país durante tres días
—primero en la Ciudad de México y luego
en Puebla—, se abordó el tema “La responsabilidad de la mujer en el logro de la paz”.
En la inauguración —con la presencia de los
representantes de las embajadas de Francia, Bélgica y la Unión Europea, entre otros
países—, el secretario de Salud, el doctor
José Narro, como orador principal, abordó
el tema “Deberes y obligaciones humanas
en el logro de la paz”. Narro habló de los
retos para alcanzar este objetivo y de la
importancia de la participación de las mujeres y, particularmente, de la importante
aportación que puede hacer este grupo de
empresarias destacadas.
Beatriz Lobo agradeció a las más de 60 asistentes de distintas nacionalidades y
destacó la labor de las integrantes, a quienes
reconoció como “mujeres de diferentes sectores acreditadas por la sociedad como líderes, por su ejemplo en lo que hacen, mujeres cuyos dones y virtudes las han llevado
a cada una de ustedes a ser internacionales,
mujeres con la grandeza de la sencillez que
ven en el otro siempre el deseo de apoyarlo”.
En el encuentro, cuyo tema central fue
“La complementariedad humana como
base para la paz”, se recalcó la importancia
de la participación de las mujeres en la
dirección de sus países y en los puestos de
toma de decisiones.
La conferencista Victoria Holtz, quien abordó el tema de “Comunicación para el logro de la paz”, recalca que el respeto en los
que las demás hacen es un rasgo que fortalece al grupo. El construir
puentes y entender al otro. Además, explica que los paradigmas culturales se rompen al impulsar la complementariedad en lugar de la competencia. Los objetivos en común son los que nos hacen ser
complementarios con el otro, buscar el mismo fin, aportando talentos diferentes.
En un mundo en el que todos pelean por cinco minutos de
fama, las integrantes de WLI no compiten entre sí. Cabe destacar,
como parte de este encuentro, la presencia de mujeres artistas de
diferentes disciplinas que a través del arte señalan un camino para
mejorar las condiciones de vida de otros, fomentar la reflexión y replantear mejores relaciones interpersonales.
Los distintos ámbitos en los que estas mujeres desarrollan su
trabajo de apoyo social y la fuerza de la unión en el objetivo, sin duda,
dejará huella en el año 2017, cuando asistan a las Naciones Unidas
para dar voz a muchas otras mujeres que, desde la cotidianidad de sus
trabajos y familias, quieren lo mismo que ellas: un mundo mejor en
el que haya paz. “Mientras no hay justicia, no hay paz”, acota Beatriz
Mendívil y, en su opinión, aunque son muchas las cosas que se necesitan para la paz, todo el mundo puede aportar un granito de arena.
No son retos menores los que se plantean estas mujeres valientes: “El soñar con la posibilidad de un mundo mejor”. El trabajar en
pro de la paz y la justicia es un tema permanente. “Pero no solo hablar, desde nuestras trincheras trabajamos produciendo paz”, aclara
Lobo. “Queremos ser el paradigma de una nueva construcción de
sociedad y esa creemos que solo se logra a través de la complementariedad y la conciliación”. El caldo de cultivo de la paz solo puede
existir, justamente, a través de esa complementariedad. La cual no es
únicamente entre hombres y mujeres, sino “la complementariedad
con el otro, la conciliación”, asegura Lobo. “Que la gente se olvide de
la competencia, en la que siempre estás pensando en ser mejor que
el otro. No, hay que complementarse con el otro. Tú eres yo, y yo soy
tú. La solución es la actuación”.
Con el lema de “Hacer y obtener” como declaración de principios, estas mujeres líderes del mundo están alcanzando mucho en sus entornos más próximos, pero en uno más grande —que por lo
pronto abarca 40 países— están consiguiendo mostrar un camino
hacia sociedades más pacíficas, felices y productivas.