Las piezas son pequeñas,
para su elaboración Tessa utiliza alas, piel, pelos, espinas y hasta huesos de
cadáveres; nada que se parezca a los materiales clásicos de los escultores
típicos, ni siquiera a los más aventurados en esta manifestación creativa.
Dice que la mayor parte de su materia prima la
encuentra cuando va por la calle, aunque también sus amigos han contribuido a la
enorme colección de la que se nutren sus obras.
Farmer
vende sus esculturas en todo el mundo. Y, según dice, crear estos mundos en
miniatura la ayudó a superar su depresión.
Esta peculiar escultora ha creado un intrincado
mundo regido por violentas bandas de esqueletos de hadas del tamaño de
insectos. Cuenta historias con animales muertos, y cada pieza forma parte de
una narrativa mucho más amplia.
De niña a Tessa le gustaban
las hadas de las flores. De adolescente estudió anatomía humana en bachillerato,
y los esqueletos le despertaron especial atracción. Se suman los dos elementos
y el resultado es una versión oscura de las historias de estos tiernos
personajes alados. La primera hada que Tessa hizo fue en 1998: un esqueleto
dentro de un tulipán.
“Trabajé un tiempo en el
Museo de Historia Natural; una buena oportunidad para desarrollar mis
conocimientos. Fue entonces cuando me interesé en las avispas parasitarias, que
incuban huevos en otros insectos para sobrevivir. Las avispas suelen poner los
huevos en larvas, así que, en vez de convertirse en mariposas, las larvas
sirven de huésped de las avispas hasta que salen y la larva muere. Ingenioso”,
dice, y para ella, además, inspirador.
Tessa relata a través de sus
esculturas narraciones que sin duda se acercan sin titubeos al lado siniestro;
las impregna con un toque de maldad o de salvajismo, que al final, como subraya
cuando habla de su quehacer artístico, “es tan sólo una expresión del instinto
de supervivencia que cualquier ser vivo lleva dentro”.
Cada una de las piezas de
Tessa mide apenas unos centímetros, y en tan escasa superficie ella crea mundos
macabros a partir de trozos de material orgánico de insectos, animales, raíces
y hojas; sus detalles a veces sólo se aprecian con lupa. Pero ahí estás
plasmadas todas sus intenciones, aunque no se vean.