El candidato presidencial republicano Donald Trump visitó México el miércoles pasado y se reunió con el presidente de ese país, Enrique Peña Nieto.
En una conferencia de prensa después de la reunión, Trump habló acerca de la inmigración y del comercio en un tono mucho más civilizado que el que usa típicamente en su ruta de campaña.
Las afirmaciones de Trump acerca del comercio y del TLCAN fueron especialmente interesantes:
El TLC es un acuerdo establecido hace 22 años que debe ser actualizado para que refleje las realidades actuales. Existen muchas mejoras que pueden hacerse, las cuales harán que México y Estados Unidos sean más fuertes y mantengan la industria en nuestro hemisferio.
Tenemos la tremenda competencia de China y de todo el mundo. Al mantenerla en nuestro hemisferio… Mejorar los estándares salariales y las condiciones de trabajo, se generarán mejores resultados para todos, y para todos los trabajadores en particular. Hay una gran cantidad de valor que se puede generar para ambas naciones si éstas trabajan maravillosamente unidas. Y esto, estoy seguro, va a ocurrir.
Hay que mantener la riqueza de fabricación en nuestro hemisferio. Cuando los empleos salen de México, de Estados Unidos o de Centroamérica y se van a otros países, esto incrementa la pobreza y la presión sobre los servicios sociales, así como la presión en la inmigración transfronteriza.
Tras afirmar repetidamente que un aumento en el comercio con México “destruyó” a la economía estadounidense, este cambio en la retórica resulta más que sorprendente.
Trump no dejó de considerar al comercio como un juego donde nadie gana, pero ha sumado a México al equipo estadounidense. Dijo “nuestro hemisferio” cuando normalmente habría dicho “Estados Unidos”.
Una realidad poco afortunada de la política es que el comercio internacional casi siempre se presenta como una competencia entre ellos y nosotros. En ella, se considera al proteccionismo como una manera de “emparejar el campo de juego” en lugar de verlo como el mecanismo de búsqueda de renta de intereses especiales que es en realidad.
Los políticos utilizan el término outsourcing (subcontratación en el extranjero) para condenar al ostracismo a los miembros del equipo de nosotros que emplean a miembros del equipo de ellos. Incluso cuando ha hablado a favor del libre comercio, el presidente Obama ha dicho que Estados Unidos necesita el Acuerdo Transpacífico de manera que “las reglas del comercio” nos beneficien a nosotros (Estados Unidos) en lugar de a ellos (China).
Un importante problema con este enfoque es que no existe ninguna línea económicamente racional o moralmente justificada que nos diga quién pertenece al grupo de nosotros y quién al de ellos. El nacionalismo es una especie de tribalismo políticamente conveniente, pero no existe ninguna razón objetiva por la que Michigan y California deban considerarse amigos económicos en un equipo que combata contra México.
Así como los socialistas tienen que afirmar que las líneas de clases son concretas y objetivas, los nacionalistas deben convencer a las personas de que algunas de las líneas trazadas en un mapa importan más que otras.
Para los políticos es fácil trazar un círculo mayor (digamos, América del Norte), o uno más pequeño (digamos, los trabajadores siderúrgicos de Ohio) cuando ello sirve a sus propósitos. Eso es justamente lo que Trump hizo el miércoles en México.
Cuando se habla de quiénes forman parte de nosotros y quiénes de ellos, pueden ocurrir cosas interesantes. Trump estaba dispuesto a incluir a México en el equipo denosotros, pero aun así, necesitaba a un enemigo, así que advirtió sobre la competencia proveniente de China.
Ahora que estamos en el mismo equipo, podemos trabajar (“maravillosamente”) juntos para protegernos unos a otros contra la competencia deellos. Esto hace posible que Trump apoye al TLCAN (una vez que sea vagamente “mejorado”) como una forma de fortalecer a nuestro equipo.
Aun si los políticos dividen al mundo en ellos y nosotros, existe espacio para el progreso, en tanto el equipo de nosotros siga creciendo y el de ellos siga reduciéndose y alejándose cada vez más.
La economía estadounidense estará mejor si sus políticos limitan su beligerancia a países con los que ese país no tiene muchas relaciones comerciales. A eso se debe que, aunque todo lo que Trump diga acerca del comercio es erróneo, es mejor que su chivo expiatorio no sea México.
Ahora, si tan sólo pudiéramos hacer que Trump visitara China.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek