Una nota firmada por el equipo editorial del diario estadounidense The New York Times señala que el presidente Enrique Peña Nieto “se engañaba si pensó que podría dar vuelta a la página de una atrocidad de derechos humanos que indignó a la nación, y para la cual su gobierno no tenía repuestas sobre quién había cometido el crimen y por qué”, en relación a los hechos ocurridos el 26 de septiembre de 2014, cuando desaparecieron 43 estudiantes de la Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa.
El NYT menciona que en diciembre de 2014, “el
presidente mexicano Enrique Peña Nieto viajó al estado de Guerrero donde, meses
antes, 43 estudiantes que se dirigían a una manifestación en la Ciudad de
México desaparecieron en circunstancias muy turbias, y se presumía que habían
sido masacrados”, y recuerda las palabras del mandatario mexicano durante su visita:
“Superemos esta etapa y
sigamos adelante”, dijo entonces el señor Peña Nieto. “Se engañaba si pensó que
podría dar vuelta a la página de una atrocidad de derechos humanos que indignó
a la nación, y para la cual su gobierno no tenía repuestas sobre quién había
cometido el crimen y por qué”, afirma la editorial.
En el texto se recapitula el actuar del gobierno ante la tragedia ocurrida en Guerrero, y menciona que semanas antes, cediendo a las
manifestaciones callejeras y al repudio internacional, el señor Peña Nieto
accedió a que un equipo de expertos internacionales, designado por la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, investigara la desaparición de los
estudiantes en colaboración con su gobierno, y enfatiza lo siguiente:
“Sin embargo, cuando los expertos
entrevistaron a los testigos y analizaron las evidencias forenses, descubrieron
información acerca de que el secuestro de los estudiantes ocurrió en septiembre
26 y 27, lo cual discrepaba con la versión emitida como ‘verdad histórica’ por
el gobierno mexicano, en enero de 2015”.
El rotativo norteamericano menciona cómo Jesús Murillo Karam -entonces procurador general- decía que los estudiantes
fueron incinerados en un basurero después de ser secuestrados por
agentes de la policía local, quienes trabajaban coludidos con el cartel de
drogas Guerreros Unidos. No obstante, en septiembre pasado, los expertos
internacionales publicaron un informe donde revelan que los testigos aseguran
haber visto agentes de la policía federal y personal militar en el sitio del
secuestro.
“Su investigación también descartó que en el depósito de basura se
hubiera encendido una hoguera lo suficientemente grande para quemar 43 cuerpos”, enfatiza el texto.
La editorial cuestiona que ante la
trascendencia de estos hallazgos, el gobierno mexicano obstruyera toda petición
de información y acceso a los testigos clave, y que además la prensa mexicana publicara artículos denigrantes sobre dos investigadoras –Claudia Paz y Paz, ex
procuradora general de Guatemala, y Ángela Buitrago, ex fiscal colombiana-, lo cual fue interpretado “razonablemente” por el equipo de investigación “como una campaña de
calumnias emprendida con la aprobación de un gobierno cuya credibilidad habían
socavado”, menciona el diario.
Sobre el último informe, el NYT escribe que si bien “el segundo y último informe
del equipo de investigadores, publicado el domingo, no establece de manera
concluyente lo ocurrido a los estudiantes… es imposible no interpretarlo
como una condena del sistema de justicia mexicano, egregiamente corrupto y
muchas veces brutal”, y señala que “el informe declara que las versión
gubernamental de los acontecimientos se fundamentó en relatos de testigos que
fueron torturados” y critica a los investigadores mexicanos por no explorar
pistas potenciales, así como por negarse a modificar sus conclusiones a la luz de
nuevas evidencias.
El texto destaca que el día del último informe del GIEI, los familiares de las
víctimas que se presentaron a la conferencia, coreaban “¡No se vayan! ¡No se
vayan!”. En cambio, ningún funcionario mexicano se tomó la molestia de asistir.
“Eso habla a gritos de la falta de voluntad política del gobierno para reformar
sus instituciones judiciales, y de su insensibilidad y crueldad hacia la
ciudadanía”, afirma el texto a modo de conclusión.
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Con información de The New York Times.