Gwen Stefani
This Is What the Truth Feels Like
Interscope Records, 2016
Han pasado casi cuatro años desde que No Doubt se reagrupó
para grabar “Push and Shove” (2012) tras lo cual amagaron en varias
ocasiones que se quedaban, que se iban, que si sí, que si no, y finalmente
hasta ahora no ha pasado nada. Bueno, en realidad sí pasó. Y lo que pasó es el
tercer álbum como solista de Gwen Stefani, la vocalista de la banda, que
decidió no esperar más a sus compañeros. En los terrenos del hip-hop, algunas
veces, en los del pop rock, muchas más, Stefani alcanza de pronto momentos
brillantes, pero ciertamente no son demasiados como lo fueron la nostalgia y
las expectativas depositadas en ella. Quizá hubiera sido mejor que esperase a
No Doubt.
Iggy Pop
Post Pop Depression
Loma Vista Recordings, 2016
Iggy Pop ha descrito a este álbum como el debate de una
serie de asuntos en torno a lo que ocurre cuando la “utilidad” de alguien
empieza a caducar y a lo que ocurrirá con su legado. Visto de ese modo,
titularlo “Post Pop Depression” no parece descabellado, incluso
tratando del propio Iggy. El disco, en el que trabajó con Josh Homme, Daen
Fertita y Matt Helders, es tan oscuro, gótico y sacramental como podemos
imaginar (el propio Homme declaró que haber trabajado en él le ayudó a superar
los acontecimientos ocurridos en El Bataclan el 15 de noviembre pasado). Y sí,
como su título lo dice, es profundamente depresivo, pero viniendo de Iggy Pop
eso sólo significa buenas noticias.
Bill Frisell
When You Wish Upon A Star
Sony Music, 2016
William Richard “Bill”Frisell es un viejo lobo de mar del
que no cabría esperar ningún naufragio incluso debajo de la peor de las
tormentas. No es propiamente el caso de “When You Wish Upon A Star”,
un álbum en el que Frisell rinde tributo a las partituras originales y
canciones creadas por Bernard Hermann, Ennio Morricone, Nina Rota, David Raskin
y Elmer Bernstein, entre otros, para diversas películas y algunos programas de
televisión. Interpretaciones en versión jazz de la música de “El Padrino”,
“Matar un ruiseñor”, “Psicosis”, y piezas tan entrañables
que rememoran a “Pinocho” y “Sólo se vive dos veces”. Un
disco sutil y sin otra pretensión que la nostalgia.