Frente a mí, en la mesa del vestíbulo
de un hotel de Nueva York, se encuentra un artilugio de Halo Neuroscience que
parece una cruza entre auriculares caros y una corona de espinas. Daniel Chao, el flemático director
ejecutivo de Halo, me dice tranquilamente que los pinchos tienen el propósito
de tocar mi cuero cabelludo y enviar pulsos eléctricos al interior de mi
cerebro de una manera que pueden hacer de mí, aún en mi quinta década de vida,
un mejor atleta. Me pregunta si quiero probarlo.
Suena raro, pienso, pero miembros del equipo
de esquí de Estados Unidos, algunos equipos de las Ligas Mayores de Béisbol y
varios jugadores colegiales de alto nivel invitados al Scouting Combine de la NFL
de este año han estado evaluando en secreto el dispositivo de Halo y piensan
que sí funciona. Algunas de las afirmaciones son sorprendentes. Un conjunto de
datos del equipo de salto con esquíes mostró que los atletas que entrenaron
usando Halo mejoraron su “fuerza de salto” 31 por ciento, mientras que
un grupo de control que hacía el mismo entrenamiento sin Halo mejoró sólo 18
por ciento. En el más alto nivel de cualquier deporte, esa clase de ventaja es
la diferencia entre un campeón y un desclasificado. Dicha ventaja también puede
plantear cuestiones acerca de la justeza de las mejoras en el desempeño basadas
en la función cerebral, las cuales ya han sido bautizadas por algunas personas
como “neurodoping”.
A partir del 10 de febrero, cualquiera puede
comprar el producto de Halo por 549 dólares. Halo pretende construir una marca
de consumo al estilo de Apple alrededor de una tecnología que, hasta ahora, ha
sido materia de laboratorios de investigación, historias del estilo de
Frankenstein e insinuaciones de “hágalo usted mismo” que apenas se elevan por
encima de los entrecortados argumentos comerciales de las píldoras para bajar
de peso y los métodos para alargar el pene.
Halo no es un progreso disparatado
salido de la nada. Se apoya en la estimulación eléctrica transcraneana (tES,
por sus siglas en inglés), una técnica cuyos orígenes se remontan hasta el
siglo XIX y que se ha convertido en un activo campo de investigación de
neurociencias en el siglo XXI. Las pulsaciones eléctricas sólo funcionan cuando
se combinan con un entrenamiento riguroso. El equipo de Halo ha dejado claro
que no ofrece un arreglo rápido o fácil. Afirman que los pulsos logran que las
neuronas del cerebro transmitan más fácilmente los impulsos nerviosos, lo cual
ayuda al usuario a aprender técnica físicas de una forma mejor y más rápida. El
entrenamiento atlético se vuelve más eficaz. Hasta ahora, la ciencia dice que
es seguro, aunque recomienda tener precaución.
Personas serias con reputaciones serias
están detrás de esta nueva empresa de Silicon Valley. Chao y uno de sus
cofundadores construyeron previamente una compañía que desarrolló un implante
cerebral que contrarresta los ataques epilépticos. Uno de los inversionistas de
Halo es Marc Andreessen, un inversionista de riesgo de alto perfil, y otro
es Peter Hebert de Lux Capital, que ha respaldado a docenas de empresas
de energía y de biotecnología profundamente científicas. Como asesores están Reed
Hundt, ex presidente de la Comisión Federal de Comunicaciones, y Susan Paley,
directora ejecutiva de Beats by Dre, propiedad de Apple. La conexión con Beats
es evidente en el diseño de los auriculares.
A pesar de ser tan intrigantes, las
aplicaciones de deportes no son más que un indicio de lo que Halo puede llegar
a ser. Chao dice que pedirá la aprobación de la Administración de Alimentos y
Medicamentos de Estados Unidos para comercializar el dispositivo de Halo como
una forma de ayudar a las víctimas de apoplejía a recuperar sus capacidades físicas.
Y luego, dice, una versión diferente de Halo, que enviaría pulsaciones a otras
partes del cerebro, podrá mejorar la memoria y el procesamiento mental, dando
una ventaja en el trabajo o en la escuela a sus usuarios. En un momento dado,
me dice que algunas de las pruebas de Halo muestran que puede “revertir el
envejecimiento cognitivo en un plazo equivalente a 25 años.” (Más tarde,
parece lamentar haber dicho eso, explicando que prefiere centrarse en las aplicaciones
de deportes.)
Dado que la mayoría de las nuevas
tecnologías se vuelven más baratas, más pequeñas y mejores con el tiempo, puedo
imaginar que ese Halo o algún sucesor, costarán 100 dólares en cinco años y serán
tan comunes como un teléfono celular, haciendo que millones de usuarios se
vuelvan más fuertes y más listos. Puedo ver a padres desesperados por conseguir
esos productos para sus niños. Veo a intermediarios financieros del Wall Street
y codificadores de San Francisco adictos a los cacharros neuroestimulantes, seguros
de que las sacudidas les proporcionan una enorme ventaja. Me imagino en mi vejez
usando Halo no sólo para recordar dónde puse mis llaves, sino para poder pensar
con la agilidad de esos malditos chicos nacidos en este milenio.
Entonces, pregunta Chao otra vez, ¿estoy
listo para probarlo? Me pongo los auriculares, aplastando los pinchos cubiertos
de hule espuma contra mi cuero cabelludo. Chao toma un dispositivo parecido a
un teléfono inteligente que controla las pulsaciones de manera inalámbrica,
abre la aplicación y empieza a aumentar el poder.
Cambiar el cerebro desde el exterior
Es muy evidente que Chao es extrañamente
listo. Obtuvo su título universitario en bioquímica en la Universidad de California
en Berkeley, luego, un master en neurociencias seguido por un Doctorado en
Medicina en Stanford. Pero dice que nunca quiso trabajar como médico; sólo quería
aprender medicina de manera que pudiera solucionar problemas médicos. Pasó un
par de años en McKinsey & Company, la firma consultora para directores,
para aprender acerca de los negocios, porque ¿no es eso lo que todo el mundo
hace?, y luego comenzó a crear empresas. La primera de ellas fue NeuroPace.
NeuroPace llevó a Chao y al ingeniero biomédico
Brett Wingeier hacia la neuroestimulación. La epilepsia es esencialmente un
cortocircuito en la electricidad del cerebro. NeuroPace creó una pequeña computadora
que podía detectar esos cortocircuitos y contrarrestarlos de forma instantánea,
deteniendo los ataques antes de que empiecen. La mala noticia es que el
dispositivo tiene que ser implantado quirúrgicamente, y cada uno cuesta
alrededor de 30,000 dólares. NeuroPace obtuvo la aprobación de la FDA en 2013 y
está en la cabeza de miles de pacientes, pero Chao quería ayudar a más personas
haciendo algo que pudiera actuar sobre el cerebro desde el exterior. “Nuestro
dispositivo NeuroPace fue una manera elegante de manipular neuronas, pero
brutal para instalar”, dice. “Brett y yo pensábamos que podíamos
hacer más.”
Chao había estado atento a las
investigaciones de ciencias cerebrales, lo mismo que uno de sus amigos de
McKinsey, Amol Sarva, que tienen un doctorado en Ciencias Cognitivas por la
Universidad de Stanford. A principios del siglo, el neurofisiológico Michael
Nitsche publicó investigaciones clave en las que midió como la tES estimulaba
a las neuronas. “Desde entonces, probablemente ha habido más de 2,000 artículos
sobre este tema; una explosión de investigación científica”, me dice. Muchos
de los trabajos son como, “Estímulo transcraneano directo de corriente
continua en el entrenamiento deportivo”, publicado enHuman Neuroscience por los investigadores
londinenses Michael Banissy y Neil Muggleton, en el que ambos llegaron a la
siguiente conclusión: “Parece probable que, si se emplea adecuadamente, [la
tES] podría ser beneficiosa para mejorar el desempeño en muchos deportes, ya
sea al contribuir al aprendizaje motor o perceptual y/o a la efectividad del
entrenamiento en estos ámbitos.”
“Para 2012, ya habíamos visto suficiente”,
dice Chao. Mientras estaban aún en NeuroPace, Chao, Wingeier y Sarva empezaron
a desarrollar la tecnología de tES como trabajo extra. En 2014, cuando NeuroPace
consiguió la aprobación de la FDA, los tres hombres fundaron Halo. No estaban
seguros de lo que iban a hacer con la tES, pero se orientaron a diseñar formas
de probarla de manera que les proporcionara datos sólidos. Eso los llevó al
entrenamiento deportivo. Resultados como la velocidad, el poder y la precisión
son medibles, y la ciencia ya había afirmado que la tES podría funcionar en la
corteza motora de los atletas. “Los datos revelaron la producción de una
mejora en los deportes”, señala el asesor Hundt. “Los datos
condujeron al modelo de negocios, en lugar de lo contrario.”
Los auriculares de Halo
estimulan el cerebro y se afirma que aceleran el tiempo de respuesta cognitiva / FOTO: HALO
NEUROSCIENCE
Hundt ha estado en los círculos tecnológicos
durante tres décadas y ha pasado 11 años en McKinsey, donde conoció a Chao y
Sarva. Los presentó a Andreessen, que de inmediato comprendió las implicaciones
de Halo. “Todo el mundo en el Valley desea algún tipo de CI
adicional”, señala Hundt con una risita ahogada. Halo también ha
solicitado la financiación de Hebert en Lux, que gusta de invertir en tecnología
difícil pero importante. “Será un producto de consumo, pero esto no
ocurrirá de la noche a la mañana”, dice Hebert. “Tomará tiempo para
que las personas se acostumbren a la idea. Pero será para cualquier persona que
se preocupe por mejorar su procesamiento cognitivo, y las tendencias que
estamos viendo indican que las personas buscan cualquier ventaja que puedan
obtener.”
Al principio, Halo desarrolló versiones
rudimentarias de su producto, probándolo con cientos de voluntarios,
recolectando datos y refinando la ingeniería. Cuando Chao habló acerca de Halo
en un panel de una conferencia de deportes realizada en Nueva York,
funcionarios del equipo estadounidense del salto con esquíes lo abordaron para
ver la posibilidad de probarlo, y eso produjo más datos sobre la eficacia de
Halo, como la mejora en la fuerza de salto. Cuando se difundieron las noticias
acerca de Halo, la Michael Johnson Performance, la instalación del área de Dallas
puesta en marcha por el corredor Michael Johnson, ganador de la medalla de oro,
se unió para la realización de pruebas. Y a partir de ahí, 21 jugadores de fútbol
americano en camino al Combine de la NFL entrenen con Halo, entre otros Cody
Whitehair, defensa de la Universidad estatal de Kansas, Nick Martin, centro de
Notre Dame, Kenneth Dixon, corredor del Tecnológico de Luisiana y Bralon
Addison, receptor abierto de la Universidad de Oregón. Media docena de equipos
de las Ligas Mayores de Béisbol también han estado trabajando con Halo, aunque ninguno
de ellos desea admitir oficialmente que la está usando. “El béisbol es un
área de compatibilidad natural”, dice Chao. “Es tan
cuantitativo.”
Una de las cosas que el equipo de Halo
tuvo que aprender fue cómo aplicar mejor su producto. Actualmente, pide a los
atletas que lo lleven durante los primeros 20 o 30 minutos de una sesión de
entrenamiento de 90 minutos. Los impulsos eléctricos crean un estado de hiperplasticidad
en el cerebro, de manera que las neuronas conectan más fácilmente de lo normal.
Cualquier técnica que aprendan queda prendida y más plenamente, afirman. Llevar
la tecnología más de 30 minutos al día no parece ayudar mucho más, según
muestran los resultados, y nadie está seguro de si demasiada exposición puede
resultar perjudicial.
La pieza final para Halo consistió en
empacar la ciencia en un producto amigable con el consumidor. La forma de
auricular hace que Halo parezca menos un extraño proyecto de ciencia, aparte de
los pinchos de hule espuma bajo la diadema. Los auriculares funcionan con una
batería recargable, y son controlados de forma inalámbrica por una aplicación
instalada en un dispositivo de mano. Al final, Halo ofrecerá la aplicación para
teléfonos inteligentes.
Y así, Halo está lanzando un producto
de neuroestimulación legítimo, bien financiado y bien diseñado a los mercados de
consumo. No se puede decir si será el ganador final en el espacio, pero parece
claro que Halo o alguna compañía popularizarán la tES, por lo menos para
atletas y para las personas que tratan de mejorar su memoria y su cognición.
¿Y entonces, qué ocurrirá cuando las
masas pongan sus manos sobre él?
¿El neurodoping es justo?
Antes de que Chao encienda los
auriculares que me he puesto, le pregunto si él los usa. Tiene 44 años y es un
gran ciclista. En Marin County, me dice Chao, hay una pendiente llamada Hawk
Hill en la que los ciclistas locales miden su valía. Afirma que después de
entrenar con Halo, estableció un récord personal de 15 segundos, superando los
tiempos que lograba cuando era mucho más joven.
En el vestíbulo del hotel, no estoy a
punto de patear una pelota del fútbol (soy un jugador fiel) con Halo sobre mi
cabeza, así que no obtendré ningún beneficio medible hoy. Sin embargo, quiero
saber lo que siente, así que Chao aumenta el dispositivo y siento algo como
piquetes de luz sobre mi cuero cabelludo. Apenas es un poco molesto. Nada más
parece ocurrirle a mi cerebro, aunque supongo que nunca lo sabré.
Y ese es el problema. A pesar de todos
los estudios que se han realizado, todavía hay muchas cosas que ignoramos sobre
la neuroestimulación eléctrica, señala Paula Tallal, neurocientífica y
empresaria que trabaja en el Instituto Salk de San Diego. La tecnología parece
segura y eficaz en situaciones controladas y a corto plazo, como en una
instalación de entrenamiento deportivo. Pero vender a los consumidores es algo
muy diferente. Si las personas sin entrenamiento no están seguras de que
funcione, podrían exagerar su propia estimulación cerebral. Nadie está seguro
sobre qué nivel de dosis es mejor o más seguro, o si los efectos atribuidos a
la tES son duraderos o pasajeros. Cuando le pregunto a Tallal si lo usaría,
dice, “Aplicar una corriente a mi cerebro no es algo con lo que esté
dispuesta juguetear.”
Suponiendo que los artilugios de tES
proliferen en los deportes y para el mejoramiento de la memoria, ¿qué clase de
ventaja proporcionarán, y a quiénes? Las organizaciones profesionales de
deportes tendrán que determinar si la neuroestimulación es un neurodoping
injusto. Pero deberán tener mucha suerte si desean imponer una prohibición. “No
existe ninguna forma conocida de detectar de manera confiable si una persona ha
experimentado recientemente una estimulación cerebral,” escribe Nick Davis de
la Universidad de Bangor en un artículo paraSports Medicine.
Cuando Halo u otra empresa lance versiones
que favorezcan la memoria y la capacidad para llevar a cabo tareas mentales,
los padres se verán tentados, o quizás obligados, a conseguir estas cosas para
sus hijos en edad preuniversitaria para ayudarles en el impulso para ingresar a
Harvard. En un estudio realizado por Roi Cohen Kadosh de la Universidad de
Oxford se mostró que la neuroestimulación mejoró enormemente los puntajes de
matemáticas de los estudiantes. “Algunas personas dirán que los alumnos que
son malos para las matemáticas lo seguirán siendo. Eso podría no ser así”,
dijo Kadosh. ¿Qué familia puede resistir eso? Sin embargo, como señala Tallal y
otros, la investigación no muestra todavía el impacto completo de la tES en un
cerebro joven y en desarrollo.
La competencia en el trabajo podría ir
a una esfera totalmente distinta diferente si la tES prolifera. Al principio, sólo
algunas personas que adopten la tecnología de manera temprana comprarán un
producto sin probar por 549 dólares, pero si cada vez más personas lo usan y
aumentan su desempeño, el resto de nosotros podríamos tener que sacudir
nuestros cerebros para aguantar el ritmo. Quizás lugares de trabajo avanzados
como Google añadan salas de descanso con tES a sus habitaciones para tomar la siesta
y sus cafeterías gourmet. Y una población envejecida recibirá con alegría
cualquier cosa capaz de mantener a nuestro cerebro ágil y competitivo.
Por supuesto, todo esto todavía está
por venir. O no. Por ahora, Chao trabaja duro para huir del sensacionalismo. “Ninguna
parte de esta ciencia promete una cura para el Alzheimer o que nos convertirá a
todos en un Picasso”, dice. “Nadie está diciendo eso.No estamos diciendo eso.”
Sí, pero después de mi pequeña dosis en
el ambiente menos que ideal de un vestíbulo de hotel, estoy lo suficientemente
intrigado como para averiguar si Halo puede mejorar mi fútbol, mi trabajo y mi
vida. Quiero decir, si pudiera rejuvenecer mis neuronas por 25 años, por lo
menos podría recordar los nombres de todo el mundo en una cena.
Actualización: En una versión anterior de
esta nota se presentó un precio incorrecto para el producto, y se identificó a Wingeier
como cofundador de NeuroPace; en realidad, él fue uno de los primeros empleados
de la compañía. El nombre de Hog Hill ha sido cambiado a Hawk Hill.