A dos años de su inauguración, la presa El Yathé, que tuvo una inversión superior a los 560 millones de pesos que había considerado la Comisión Nacional del Agua (Conagua) en su proyecto original, se mantiene sin utilidad pública.
Ello, debido a que carece de un vertedero que permita irrigar los sembradíos en Alfajayucan y los municipios aledaños.
Esta obra hidráulica, que comenzó su edificación en el año 2000 y mereció hasta la atención especializada de arqueólogos para reubicar un hallazgo de pinturas rupestres, se construyó con la intención de beneficiar a 2 mil 602 familias.
En los expedientes de la Conagua se muestra que, además del cuerpo de almacenamiento del líquido procedente de la presa Endhó, se consideraban las obras complementarias para eficientar el sistema de riego 100, conocido como el Alto Alfajayucan, que considera en ese punto 13 mil 68 hectáreas.
Esta problemática que originó la planeación y construcción de la presa, continúa a dos años de que el presidente Enrique Peña Nieto la inaugurara, junto con autoridades locales.
Al menos existen 14 escritos de parte de los ejidatarios de El Deca, San Lucas, San Pablo y muchas comunidades cercanas a este cuerpo de agua, a través de los cuales piden la construcción del vertedero.
De acuerdo con el libro blanco, editado por la Conagua, para esta obra se muestra que efectivamente fue considerada la construcción de un vertedero, que habría de librar hasta 20 metros cúbicos por segundo, pero esta acción continúa como demanda de los campesinos, quienes no mejoran sus siembras debido a la falta de agua.
Según el organismo operador del agua, desde la década de los 70, el proyecto El Yathé había sido previsto en los esquemas de obras requeridas por el Plan Hidráulico del Centro (PLHICEN), para llegar a conformar las áreas más grandes y complejas de riego en el país, que utilizan aguas residuales.
El PLHICEN preveía la necesidad de aprovechar los excedentes de agua provenientes del drenaje de la Ciudad de México, que no pueden ser regulados por la Presa Endhó y que se vierten en época de lluvias al río Tula sin ser aprovechados.