Los mercados temen profundamente una desaceleración mundial alimentada por China, pero hay buenas noticias para los consumidores estadounidenses: pagarán menos por sus energéticos, como porcentaje de su ingreso disponible, en comparación con lo que pagaban en 1960.
Este año se espera que las familias estadounidenses paguen aproximadamente 700 dólares menos en promedio en gastos de energía que en 2014, una racha que se espera que se extienda durante todo 2016, de acuerdo con economistas de la Administración de Información Energía (EIA, por sus siglas en inglés), el brazo estadístico del Departamento de Energía de Estados Unidos. “Pronosticamos que el precio promedio al por menor de la gasolina será de 2.11 dólares por galón en el último trimestre de este año”, afirma Timothy Hess, miembro del equipo de análisis del mercado petrolero de la EIA. “Y se espera que los precios de la gasolina se mantengan por debajo de los 3 dólares durante todo 2016”.
Después de eso, es probable que el mercado se reequilibre y que los precios se recuperen, señala su colega Vipin Arora, del equipo macroeconómico de la EIA. Todo lo cual significa que los estadounidenses tendrán cierto alivio muy necesario durante aproximadamente un año. “Uno no pagará tanto por la gasolina, así que podrá comprar una TV”, dice Arora. “Y eso se suma al ingreso disponible y al consumo, que representa cerca de 70 por ciento de la economía estadounidense. Cuando los consumidores tienen más recursos disponibles, gastan más, y las compañías contratan a más personas para cubrir la creciente demanda”.
Se calcula que el gasto del consumidor aumente con un índice de 3.1 por ciento anual, y la Reserva Federal ha informado de sólidas ganancias en la economía, que creció a un ritmo de 3.7 por ciento hasta el segundo trimestre. El ingreso disponible está en aumento, y la Oficina de Análisis Económicos afirma que llegó a 118.6 mil millones de dólares durante el segundo trimestre, un aumento de 3.7 por ciento. No es mucho, pero tampoco es malo.
Con ese dinero adicional en sus bolsillos, los estadounidenses, la mayoría de los cuales se han visto abrumados por salarios obstinadamente bajos, podían dar un impulso a la economía, señala John Kilduff, socio fundador de Again Capital, un fondo de protección con sede en Nueva York que se especializa en inversiones en productos primarios. “Debe ser una gran temporada de compras para volver a la escuela, una gran temporada vacacional este año para los estadounidenses comunes que probablemente querrán gastar un poco de lo que han ahorrado en gastos de energía”, dice aNewsweek.“Dado que más de dos tercios de la economía de la nación están impulsados por el gasto del consumidor, esto será un multiplicador en muchos sentidos”. Todo lo cual pone a esta desaceleración mundial bajo una luz ligeramente distinta.
Para todos aquellos que aún intentan mantener el paso con las grandes vueltas del mercado de las semanas recientes, la inesperada devaluación de la moneda china, el yuan, a principios de agosto, provocó una liquidación mundial de acciones ordinarias y productos primarios por temor a que la segunda economía más grande del mundo (después de Estados Unidos) pudiera estrellarse contra un muro.
Los datos económicos de China suelen ser inciertos en el mejor de los casos, y completamente erróneas en el peor de ellos, así que la repentina devaluación pegó un susto a los inversionistas, la mayoría de los cuales no la vio venir, lo que les hizo preguntarse qué vendría después. La agitación resultante ha hecho surgir el fantasma de la crisis financiera asiática de 1997-1998, dándole una paliza a las acciones estadounidenses de agosto a septiembre e incrementando las expectativas de que la Reserva Federal pudiera esperar hasta 2016 para aumentar las tasas de interés, que comenzaron a incrementarse en septiembre.
Pekín recortó sus propias tasas de interés y sus requisitos de las reservas bancarias, una de las varias veces que ha intervenido este año para mantener el crecimiento, mientras el mercado disminuyó las pérdidas y los economistas afirmaron que la era del crecimiento rápido de China había terminado, aunque tenía más probabilidades de producir una desaceleración continuada que una verdadera caída. “El pánico actual es esencialmente ‘Hecho en China’”, escribió Julian Jessop, principal economista mundial de Capital Economics Ltd., una empresa de investigación macroeconómica con sede en Londres. “Los recientes datos de otras economías muy importantes han sido buenos en general, y hay pocos elementos para justificar los temores de un empeoramiento importante en la situación económica mundial”.
De hecho, el pánico es algo de lo que todos los consumidores de energéticos del mundo pueden beneficiarse directamente. Dado que China es el mayor consumidor de mercancías del mundo, entre las que se incluyen el petróleo y sus derivados, como la gasolina, la contracción de su economía es uno de los impulsores principales de la mala racha de los precios del petróleo ocurrida este verano y que ha durado ocho semanas.
El cada vez más fuerte dólar estadounidense, con la expectativa de un aumento por parte de la Reserva Federal, también se ha sumado a la presión. Dado que el precio del petróleo se establece en dólares, se requiere una cantidad mayor de moneda extranjera para comprar un barril de petróleo cuando el dólar es fuerte (lo contrario se aplica cuando dicha divisa es débil). El resultado es que el precio del petróleo crudo estadounidense cayó a un nadir de seis años y medio el mes pasado. El 24 de agosto, el punto de referencia del West Texas Intermediate estuvo por debajo de 40 dólares por barril por primera vez desde la crisis financiera de 2008-2009. Hace apenas un año, rondaba los 100 dólares por barril. Mientras tanto, el crudo Brent europeo se deslizó por debajo de 45 dólares por barril. Desde esa caída, ambos han aumentado un poco, pero aún se encuentran bajo una gran presión.
“Es un estímulo para la economía, porque 80 por ciento del petróleo crudo que se produce va directamente hacia el transporte”, señala Kilduff, quien espera que las acciones de las empresas de transporte aéreo, de envíos y de transporte terrestre se beneficien. “Así que esto mejora el costo de operar trenes, aviones, camiones y automóviles”.
Mientras el mercado mostraba una alta volatilidad debido a China, muchos inversionistas y economistas perdieron de vista otro acontecimiento positivo: una recuperación de la confianza del consumidor el mes pasado, dice Kilduff. “Los precios cada vez menores de los productos primarios, especialmente el petróleo, y un dólar cada vez más fuerte, son las razones principales detrás de estos sucesos”, escribieron varios analistas en una nota de investigación de Credit Suisse. “Pero esos movimientos del mercado se relacionan estrechamente con el débil crecimiento actual de China y con el fortalecimiento económico en curso de Estados Unidos”.
¿Otro resultado de los bajos precios del petróleo? La creciente demanda de petróleo a escala mundial; de hecho, el rápido crecimiento de los últimos cinco años, de acuerdo con la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés), con sede en París, que asesora a las naciones industrializadas en materia de energía, y añade que la oleada “por encima de la tendencia” tiene muchas probabilidades de continuar en 2016. Se espera que la demanda mundial de petróleo crezca 1.7 millones de barriles diarios en 2015, pronóstico de la IEA, ajustando al alza su pronóstico en septiembre y agosto, y pronosticando que la demanda aumentaría 1.4 millones de barriles diarios más en 2016.
En Estados Unidos, los consumidores utilizan actualmente más derivados del petróleo que lo que habían hecho en años, generando un aumento en las ventas de SUV y camiones, que son grandes consumidores de gasolina. Durante la temporada de verano, los fabricantes de automóviles informaron un índice de ventas que duplicó las expectativas de los analistas, poniendo a esas empresas en vías de lograr el mejor año de ventas en casi una década, de acuerdo con Autodata Corp., la empresa de investigación de la industria. “Hemos visto una respuesta en la demanda para reducir los precios”, afirma Jim Ritterbusch, analista de energía de Ritterbusch & Associates en Galena, Illinois, quien observa que la demanda contenida del consumidor significa que los estadounidenses no sólo adquieren más automóviles, sino que también recorren mayores distancias. “La gasolina es una parte del complejo de energía en el que la demanda mantiene el paso de la producción”, afirma.
No ocurre lo mismo con el petróleo. Notablemente, la alta demanda ha sido incapaz de aprovechar el creciente aumento en el suministro mundial. La febril extracción de petróleo, alimentada por el auge del gas de esquisto en Estados Unidos, ha producido un “sorprendente” exceso en la oferta mundial de 3 millones de barriles diarios, estimó el IEA este verano, la “oferta excesiva” más grande desde 1998.
La producción de petróleo en Estados Unidos llegará a 9.22 millones de barriles diarios en 2015, el nivel más alto desde 1972, de acuerdo con la EIA, el brazo estadístico del Departamento de Energía de Estados Unidos.
Se espera que el próximo año sea la primera vez en que Estados Unidos disminuya la producción anual desde 2008, dice Hess de la EIA. “La producción ya está empezando a descender este año hacia el cuarto trimestre”, dice, y añade que desde el inicio del auge en la perforación en Estados Unidos en 2009, “hemos aumentado la producción en un promedio de 10 por ciento al año”. En 2016, la EIA prevé que la producción se reducirá en cuatrocientos mil barriles diarios, aproximadamente 4 por ciento.
La caída de los precios ha disminuido las ganancias de las empresas perforadoras y exportadoras de petróleo, que se han visto obligadas a suprimir proyectos y a despedir trabajadores para permitir que la demanda se equilibre. Los recortes han totalizado 180 mil millones de dólares en lo que va del año, los más grandes desde la caída de los precios del petróleo de 1986, de acuerdo con la IEA. El problema es particularmente incómodo para las principales compañías petroleras de Estados Unidos, país que prohíbe la exportación de petróleo, pero que tiene un arsenal de este recurso que está 25 por ciento por encima del nivel del año pasado, incluso después de hacer frente a la peor parte la temporada del verano, en la que se presenta una gran demanda.
La volátil situación del suministro tiene pocas probabilidades de verse favorecida por lo que parece ser una disputa tripartita que se cocina en el Oriente Medio entre Arabia Saudita, Irak e Irán, que compiten por la participación de mercado al producir más petróleo. Después de su importante acuerdo nuclear logrado en julio, Irán luchará por “reclamar su sitio como el mayor productor de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, después de Arabia Saudita”, pronostica la IEA.
En noviembre pasado, Arabia Saudita, el líder de facto de la OPEP, dejó claro que no haría un recorte unilateral a su producción de petróleo para impulsar los precios, aumentando la producción de petróleo para compensar los ingresos perdidos por la caída en los precios. Sin embargo, la táctica de producir tanto como sea posible no ha funcionado en las economías que dependen del petróleo. El Fondo Monetario internacional proyecta un déficit presupuestario de 150 000 millones de dólares este año para Arabia Saudita, el máximo productor de la OPEP, equivalente a 20 por ciento de su producto interno bruto.
A finales de agosto, la OPEP, en conjunto, publicó un boletín en el que afirmaba que “está lista para hablar con todos otros productores” con la esperanza de establecer “precios razonables y justos”. En el pasado, la OPEP ha disminuido la producción para incrementar la escasez de petróleo y lograr un aumento en los precios, pero resulta poco claro si puede lograr el consenso para hacerlo ahora. Se espera que los países no pertenecientes a la OPEP rebajen drásticamente el suministro en 2016 debido a los bajos precios, de acuerdo con la IEA.
Mientras la disminución de proyectos de energía en Estados Unidos, junto con la alta demanda de energía impulsada por los precios bajos, es vista como un elemento que habrá de hacer aumentar los precios nuevamente a fines de 2016, “muchos participantes en la industria petrolera han asumido un nuevo mantra: ‘más bajos para durar más’”, señala la IEA.
¿El precio del barril de petróleo podría caer hasta los 20 dólares, un nivel no visto desde 2002, antes de la guerra de Irak dirigida por Estados Unidos? La mayoría de los analistas piensa que no. “Se han puesto en marcha sucesos que probablemente mantengan los precios bajos durante un tiempo, pero no soy de los que afirman que estamos entrando en el terreno de los 20 dólares por barril”, declaró Ritterbusch aNewsweek.“Puedo ver un precio de entre 30 y 35 dólares, pero un precio de 20 dólares sería todo un desafío”.
Publicado en cooperación con Newsweek/ Published in cooperation with Newsweek.