Richard M. Cohen tiene problemas porque nunca ha sido una gran compañía. Es más como una “cosa”, una novedad en comunicaciones que brotó de un eructo momentáneo en la tecnología. Twitter tiene más en común con la radio de banda civil (CB) de la década de 1970 que con Facebook o Uber.
Las compañías tecnológicas más exitosas nacen de algún tipo de visión. Los fundadores ven un problema que la tecnología puede resolver, o inventan una tecnología que ellos creen que puede cambiar la forma en que hacemos las cosas. Twitter, más bien, fue como un accidente. Sus fundadores compraron un billete de lotería premiado y luego pensaron que se enriquecieron porque fueron inteligentes. Así, no sorprende que esos mismos líderes no sepan qué hacer hoy. Ellos parecen esperar que el viejo billete de lotería salga premiado de nuevo.
Entonces, básicamente, las probabilidades de que Twitter dé un giro y se ponga en el camino de la grandeza parecen iguales a las probabilidades de que Caitlyn Jenner vuelva a ser un hombre.
Por cierto, esto lo dice un tipo al que le gusta Twitter. Ni siquiera estoy entre los mil millones de personas que, según calculó un inversionista de Twitter, ha probado Twitter y lo ha abandonado como una ropa interior inadecuada.
Twitter nació en un hogar disuelto. Jack Dorsey creó Twitter mientras trabajaba dentro de una compañía de podcasts en apuros llamada Odeo, dirigida por Evan Williams. Como lo cuenta Dorsey, la inspiración para Twitter fue, de hecho, la radio CB y la de emergencias, donde la gente sólo se llevaba bien y decía lo que hacía al momento. Dorsey pensó que podía adaptar esa idea usando la función SMS de los teléfonos celulares, para que la gente pudiera tener una manera nueva de decir a borbotones y a nadie en particular cualquier cosa que estuviera haciendo. Esto no resolvió los problemas de nadie. Era un juguete.
(Para quienes no sepan por qué Twitter tiene 140 caracteres: los SMS solían estar limitados a 160 caracteres. Twitter se ahorró 20 caracteres para el nombre de usuario. Los otros 140 eran para el mensaje.)
Odeo lanzó Twitter en julio de 2006, aunque “lanzar” es una exageración. Simplemente lo pusieron allí, y los seguidores de la tecnología empezaron a usarlo. Julio de 2006 resultó ser un momento muy auspicioso en el tiempo. Los teléfonos inteligentes con teclado estaban pegando, pero casi no había aplicaciones para celulares. En ese vacío, el SMS resultó ser una aplicación formidable, y Twitter usaba SMS. Facebook, fundado en 2004, todavía era un producto de PC y navegador, nada de celular en absoluto. El iPhone de Apple se introduciría al año siguiente, en junio de 2007, y tendría pocas aplicaciones al principio. Esta combinación preparó la oportunidad para Twitter.
Para mediados de 2007, Twitter se difundía rápidamente. Williams lo sacó de Odeo. Él, Dorsey y Biz Stone reclaman ser sus fundadores, pero ninguno de ellos tenía idea de qué hacer con el bebé. Dorsey, el director ejecutivo original, no pudo descifrarlo, por lo que Williams lo despidió y se convirtió en director ejecutivo. En 2008, entrevisté a Williams en el estrado de un evento en Silicon Valley, y él claramente tampoco tenía un plan. “Ciertamente no estoy manejando el tren”, me dijo. “Trato de ver algo como ¿adónde van esas vías?”
Le pregunté sobre su visión de Twitter. “Tengo ideas, pero no soy necesariamente bueno para predecir el futuro. Tengo una idea de qué va a pegar y por qué, y es principalmente instinto, así que no soy bueno para articularlo necesariamente.” Añadió que se estaba haciendo una idea de en qué podría convertirse Twitter “mediante ósmosis”.
Adelantémonos a julio de este año, y Williams, en el estrado de la conferencia Brainstorm de Fortune, ofreció esto: “Desde el principio, no sabíamos lo que era: una red social; microblogueo era como mucha gente lo llamaba”.
Traducción: nadie en Twitter tenía una pista. Williams dejó de ser el director ejecutivo en 2010, remplazado por Dick Costolo, quien llegó proveniente de Google y no tenía vínculos con las ideas fundadoras de Twitter y carecía del capital político dentro o fuera de la compañía para desarrollar e imponer una nueva visión, si es que alguna vez tuvo una.
Mientras tanto, la ventana de Twitter se cierra. Las aplicaciones de comunicaciones desde Instagram hasta Snapchat han inundado los teléfonos inteligentes. Facebook arrasó en los celulares como un huracán que golpease Houston, colándose a la fiesta de las notificaciones de la que Twitter alguna vez trató de ser el dueño. Dado que Twitter nunca supo lo que era, al parecer no puede descifrar lo que puede ser en este nuevo ambiente. Así, más bien se ha estancado como un enmohecido Chevy Nova en una cochera abierta.
Dorsey ha regresado como director ejecutivo interino. Estuvo en la llamada de julio a los analistas cuando Twitter anunció resultados que hicieron tambalear sus acciones. “Necesitamos hacer tres cosas”, dijo Dorsey. “Uno, necesitamos asegurar una ejecución más disciplinada. Dos, necesitamos simplificar nuestros servicios para proveer el valor de Twitter más rápido. Y tres, necesitamos comunicar mejor nuestro valor.” ¿Ve algo inspirador allí? ¿Algún indicio de visión? ¿Estrategia? ¡No! Todo lo que Dorsey dijo fue que Twitter necesita hacer lo que hace mejor.
En ese reporte trimestral, Twitter dijo que sus usuarios activos mensuales crecieron sólo 0.7 por ciento a 316 millones, una señal de crecimiento alarmantemente pobre. El Financial Times reportó que 450 empleados, 12 por ciento de la compañía, se habían ido en el año anterior. Incluso Anthony Noto, el ejecutivo financiero de Twitter, dijo a los analistas: “La razón número uno por la cual los usuarios no usan Twitter es porque no entienden por qué usar Twitter”. Lo cual nos regresa al pecado original de Twitter: nunca resolvió un problema.
De forma reveladora, todos los fundadores de Twitter se han ido para empezar otras compañías razonablemente exitosas que no se parecen ni remotamente a Twitter, lo cual sugiere que si algo aprendieron de Twitter fue no iniciar un Twitter.
De vuelta a mediados de la década de 1970, la CB se pescó de un momento apropiado en el tiempo también, aprovechando una confluencia de la crisis de la gasolina, electrónicos baratos de Japón y una fascinación popular con los camioneros. Incluso Betty Ford tenía su apodo: First Mama. Para la mayoría de la gente, que no eran camioneros, la CB no resolvió un problema. Al paso de una década, su atractivo se agotó. Luego tuvimos teléfonos celulares, y la CB estaba más que condenada.
Parece que ese es el camino en el que maneja Twitter; 10-4, adiós amigo. Parece que hay un camino tortuoso adelante.