En el corte de caja de mitad de sexenio, el escenario político luce desalentador para un presidente que ha ejercido el poder a través de medidas telegénicas y golpes espectaculares sin sustento en la realidad, los cuales, en una especie de karma político, ahora parecen jugar en su contra.
Así lo considera el periodista Jenaro Villamil, quien en su último libro, La caída del telepresidente, busca entrar en la psique del titular del Poder Ejecutivo que, desde sus años de universitario, se mostraba como un joven conservador en su forma de entender la política y a la sociedad, que estaba sumamente pendiente de las formas y no del fondo del asunto político… un admirador de Napoleón Bonaparte.
Peña Nieto, ¿artífice o títere?, se le inquiere al escritor y periodista. Responde: “Durante un tiempo construí parte de esa leyenda que alimentaron él y los medios alineados como parte de su estrategia política, pero es claro que el presidente ejerce un mando vertical y autoritario; en su gobierno no hay espacio para admitir errores o sancionar la corrupción e ineficacia”.
—¿Se le voltearon los medios al presidente?
—Paradójicamente, se están queriendo salvar de quien los está llevando al precipicio, cuando antes estos empujaban al mismo personaje para sentarlo en la silla presidencial.
El tema de la fuga del Chapo Guzmán impregna el ambiente, y es que su escape, aunado al fracaso de la Ronda Uno, es para Villamil efecto de un ejercicio autoritario del poder. Agrega sin titubear: “Es un golpe político”.
—¿Quién no quiere a Peña?
—Hay una tradición interna.
—¿En el PRI?
—Más interna todavía, en los círculos concéntricos al presidente.
“Son típicas de modelos autoritarios y verticales de gobierno —añade—. Vivimos un cierre adelantado de sexenio, es una situación de alto riesgo.”
—¿El presidente terminará el sexenio?
—Sí, aunque lo que debemos cuestionarnos es si el sexenio no acaba con el país.
Villamil argumenta que EPN confunde la comunicación política con la propaganda, lo que lleva a que no escuche ni delibere, llevando todo a la minimización del conflicto.
“La estrategia es evadir cualquier cosa que implique al gobierno y al presidente, lo cual es absurdo porque el golpe político de la fuga del Chapo es tan certero, tan magistralmente puesto, que sólo se puede reaccionar, ante un golpe así, con inteligencia y cambiando la lógica.”
—¿Por qué no lo hizo?
—Porque Peña Nieto juega a la política como si jugara ajedrez con puros peones; no tiene caballos ni alfiles, y esto me lo dijo alguien de los servicios de inteligencia del Estado.
—¿Y la sociedad, cómo ve al presidente?
—Nunca había visto a un presidente que haya sido tan criticado, cuestionado y despreciado por la población como Peña Nieto, hay una especie de bullying y absoluta falta de temor.
Y agrega: “Es una mezcla muy rara entre Gustavo Díaz Ordaz y Vicente Fox. Quiere ejercer la mano dura de Ordaz y es más torpe que Fox; es una cosa delirante”.
¿Recapturarán al Chapo… —aún no acabo de formular la pregunta cuando Jenaro responde tajantemente que no.
—El Chapo se fuga porque tiene el control de los cuerpos de seguridad, no es necesario construir un túnel como dicen que hizo. Controla los penales, al Ejército, la Policía Federal y hasta las policías ministeriales. Es un Estado paralelo.
Peña volaba a Francia cuando él escapaba, ¿coincidencia? Por las características del golpe de “eficacia milimétrica”, Villamil asegura que Guzmán Loera “escogió el momento exacto para humillar al presidente, aprovechando un error garrafal: nunca un presidente de México se había ido junto con el secretario de Gobernación al extranjero, es una regla no escrita. Imagínate que el avión se cae…”
—Peña y Rivera, ¿distanciamiento real o distracción?
—La Gaviota era un superávit que le permitía tener popularidad, ser simpático, y sirvió durante la campaña para llevarlo al poder. Ya ahí se vuelve un déficit, ya no lo salva… lo está hundiendo.
Bajo el escrutinio del analista político, Angélica Rivera es una mujer que no pudo entender su papel y que, además, tomó una actitud de revancha contra la sociedad después del caso de la Casa Blanca. “No entiende que no fue la sociedad la que la condenó, sino su marido y ella misma al abrir las compuertas. No entendió que la farándula y la política, cuando se mezclan mal, explotan.”
—¿La telenovela se salió del guion?
—Al final es un melodrama muy mal hecho, que no se resuelve ni con el divorcio que se rumora, ya que ahora ella también es cómplice de la corrupción del gobierno.
Villamil ríe y, mordaz, suelta: “Vamos a vivir tres años espantosos”.