Si los
republicanos esperaban que los lances de financiación del primer semestre de
2015 servirían para despejar su primaria presidencial, absurdamente abarrotada,
buen chasco se llevaron hoy.
Según los
informes de financiación y los pronunciamientos de campaña que requiere la
federación, unos 10 candidatos GOP han reunido, al menos, 5 millones mediante
una combinación de comités oficiales de campaña y otras operaciones políticas.
Y la cifra podría aumentar a fines de mes, cuando los comités (nominalmente)
independientes que respaldan a los candidatos tengan que rendir informes al
gobierno federal.
Eso incluye al
comité que respalda a Scott Walker, gobernador de Wisconsin, favorito GOP que
apenas anunció su candidatura este lunes (mucho después de la fecha límite de
julio 1 para presentar los informes de financiación de campaña). Su operación
de financiación persiste como una de las grandes interrogantes en la carrera
republicana.
Como se
esperaba, el ex gobernador floridano y descendiente presidencial, Jeb Bush,
encabeza la competencia de financiación con un total de más de 100 millones,
según informes de su campaña. La mayor parte fue recaudada por la súper PAC
“Right to Rise”, que proporcionó a Bush una plataforma incluso antes de junio,
mes en que declaró, formalmente, sus aspiraciones a la presidencia. Sin
embargo, desde que dio a conocer sus intenciones, el candidato y su campaña
oficial tienen prohibido, oficialmente, coordinar actividades con dicho comité.
Otros
importantes recaudadores GOP durante los primeros meses de campaña incluyen a dos
novatos del Senado, Marco Rubio (Florida) y Ted Cruz (Texas), cuyas campañas,
PACs y demás organizaciones reunieron totales combinados de 44 y 51 millones,
respectivamente.
La primera ronda
de informes de recaudación dio cierta claridad a un puñado de candidatos que
distan mucho, pero mucho de ganar la nominación republicana, debido a una
combinación de bajos resultados en las encuestas y limitadas cuentas bancarias.
Aunque ocupó el segundo sitio en las primarias de 2012, Rick Santorum (ex
senador de Pensilvania) alcanzó un respaldo de apenas 1 por ciento en la más
reciente encuesta nacional y ha reunido menos de 1 millón de dólares para su
campaña. George Pataki (ex gobernador de Nueva York) logró acumular mucho menos
(260,000 dólares) y apenas si fue reconocido en la misma encuesta. No obstante,
ninguno de los dos ha revelado cuánto han obtenido sus súper PACs, lo que
apunta a que no tienen mucho de qué presumir. Si sus comités afiliados no
reúnen fondos sorprendentemente grandes, tarde o temprano empezarán a sentir la
presión para retirarse.
Lo mismo sucede
en el bando demócrata. Pronto sonará la alarma del ex gobernador de Maryland,
Martin O’Malley, quien sigue atascado con cifras bajas en las encuestas y solo
consiguió 2 millones para su campaña. Es más, 96 por ciento de sus donativos
procede de donadores de billetes grandes (más de 200 dólares): mala señal para
una campaña que necesita una explosión de las bases para desbancar a la
favorita, Hillary Clinton. En contraste, Bernie Sanders, senador de Vermont, cuenta
con toda esa energía. Algo parecido le pasa al gobernador de Rhode Island,
Lincoln Chafee, quien apenas figura con 1 por ciento en las encuestas y reunió
míseros 29,000 dólares (y encima, prestó a su campaña otros 364,000 dólares). Tal
vez las campañas presidenciales tengan una lógica, pero sigue siendo un
misterio para la mayoría de nosotros.
Estas son
algunas conclusiones de los informes de recaudación de campaña rendidos, este
miércoles, ante la Comisión Federal Electoral:
Citizens United acabó
con el modelo de recaudación Obama.
Casi todos los
candidatos de primer nivel reunieron cantidades significativas con donadores
pequeños (menos de 200 dólares), estrategia que perfeccionó el entonces
gobernador Obama mientras hacía recaudaciones récord para alcanzar la
presidencia, en 2008. De hecho, Just Sanders, el neurocirujano GOP Ben Carson y
el senador de Kentucky, Rand Paul acumularon la mayor parte de sus fondos con
pequeñas sumas como esas. En cambio, Hillary Clinton recaudó más de 80 por
ciento de su financiación con grandes cheques y en el caso de Bush, esas generosas
sumas representaron el pasmoso total de 97 por ciento de sus donaciones.
Mucho de eso se
debió a que la Suprema Corte decretó cambios en las leyes de financiación de
campaña con Citizens United y otras decisiones relacionadas, abriendo la puerta
a las súper PAC y dando a los grandes donadores más espacio para maniobrar. Con
contadas excepciones, la posibilidad de crear un ejército de pequeños donadores
ha dejado de ser un factor determinante para las elecciones de 2016, como lo fue
anteriormente.
Y hablando de
súper PACs, se han vuelto decisivas en el frente republicano.
El descomunal
total de financiación de Bush es un ejemplo de la influencia que esos comités
pueden tener en la primaria. Solo demos un vistazo a candidatos como el ex
gobernador de Texas, Rick Perry o Bobby Jindal, gobernador de Luisiana, quienes
recaudaron casi nada a través de sus comités de campaña, pero atrajeron millones
mediante una red de súper PACs y otros comités. Sin ellos, tendrían serias
dificultades para seguir en la carrera.
Por lo pronto,
no son un factor importante en la carrera demócrata, donde Clinton ha reunido
la mayor parte de sus fondos de 2015 –47.5 millones- a través de sus comités de
campaña. Sanders ni siquiera tiene una súper PAC. No obstante, llegadas las
elecciones generales, los demócratas tendrán problemas si el nominado
republicano cuenta –como casi seguramente contará- con una maquinaria política
externa, bien lubricada y financiada, lista para eliminar a su rival.
Hillary Clinton
no es una candidata frugal, pero Bernie Sanders lo es.
La campaña
Clinton ha hecho gala de tacañería, incluyendo obligar al personal a viajar en
autobús entre la Ciudad de Nueva York y Washington, D.C., en vez de utilizar los
servicios de Amtrak, más costosos. Pero la celeridad con que gastan Clinton y
Sanders no tiene comparación. Casi 40 por ciento del dinero que la favorita
recaudó en el segundo trimestre (abril-junio) se desembolsó en un santiamén. En
contraste, Sanders solo gastó 20 por ciento del efectivo en el mismo periodo.
¿Y el aspirante
más manirroto? Trump.
Empresario con
conciencia fiscal, Donald Trump no conserva mucho del dinero recaudado hasta
ahora. Ha gastado 1.4 millones de los 1.9 millones recibidos desde junio,
cuando lanzó su campaña. Tal vez porque piensa que tiene muchísimo más en su
cuenta bancaria personal.