Como la mayoría de sus amigos en Finlandia, Vadim trabaja, le gusta el heavy metal y ha completado su servicio militar. No obstante, lo que lo diferencia de sus semejantes es su estatus de ciudadanía: él es tanto ruso como finlandés. Desde que Finlandia aprobó una ley que permite la ciudadanía dual, hace doce años, más de veinticuatro mil rusos han obtenido pasaportes finlandeses y conservado los rusos. Cientos son obligados a servir en ambas fuerzas armadas, pero por estos días pocos quieren hablar de ello (Vadim, como otros entrevistados para este artículo, me pidió no usar su verdadero nombre). En años recientes, algunos legisladores y oficiales militares finlandeses se han vuelto recelosos con los ciudadanos duales que sirven en las fuerzas armadas. Y la ley de ciudadanía del país, otrora popular, se ha vuelto controvertido.
“Pensamos que conceder la ciudadanía era un paso sencillo”, dice Markku Kivinen, profesor de sociología y director del Centro Finlandés de Estudios Rusos y Europeos Orientales en la Universidad de Helsinki. “Pero no lo es.”
Bajo circunstancias ordinarias, la presencia de finlandeses-rusos en las fuerzas armadas no sería una preocupación de seguridad nacional. Por ejemplo, el ejército de Estados Unidos depende de muchos inmigrantes para llenar sus filas. Pero estos son tiempos tensos para los estados del Báltico. En los últimos años, Moscú ha aumentado agresivamente su presencia militar en la región. Letonia, por ejemplo, ha visto más de cincuenta casi incursiones rusas en su espacio aéreo este año, junto con alrededor de veinte acercamientos de navíos militares, incluidos submarinos. El año pasado, cinco aviones militares rusos cruzaron el espacio aéreo finlandés, en comparación con sólo uno en 2004. Y previamente este año, la agencia sueca de inteligencia local, Säpo, advirtió que la inteligencia militar rusa ha tratado de reclutar agentes y está “interesada en” la policía y los militares suecos.
Esta no es la primera experiencia de Finlandia con incursiones rusas. Después de derrotar a Suecia en 1809, Moscú gobernó la Finlandia moderna por 108 años. Sinebrychoff, la principal cervecería de Finlandia, fue fundada por dos hermanos rusos hace tres siglos. Y el expresidente finlandés Carl Gustaf Mannerheim, de etnicidad sueca que muchos consideran el mayor héroe de guerra del país, otrora sirvió también en el ejército ruso.
Sin embargo, durante la última década la inmigración rusa ha aumentado notablemente en Finlandia conforme los recién llegados vienen en busca de una mejor vida. Cada año, unos dos mil rusos eligen establecerse en el país, y más o menos la misma cantidad ha obtenido la ciudadanía finlandesa. La afluencia hace que los rusos sean el segundo mayor grupo inmigrante en Finlandia, detrás de los estonios, pero delante de los suecos.
Hasta hace poco, la mayoría de los finlandeses veía la inmigración rusa como algo bueno, sobre todo cuando muchos de los que cruzaron la frontera eran médicos y otros profesionales de altos ingresos. Hace dos años, los mandamases finlandeses incluso consideraron eliminar el requisito de visa para los rusos. Pero conforme los militares de Moscú han cometido incursiones cada vez más agresivas, y más rusos de bajos ingresos han cruzado la frontera, la situación ha cambiado. El verano pasado, el presidente finlandés Sauli Niinistö dijo que la situación actual amerita una revisión meticulosa de las normas de la ciudadanía dual en Finlandia. Y el exministro del interior Päivi Räsänen ha expresado sus preocupaciones sobre planes rusos de vigilar a sus ciudadanos en el extranjero.
“La cuestión que enfrentamos es también lo que sucede con la segunda generación, los adolescentes que crecen en Finlandia”, dice Kivinen. “Los inmigrantes rusos enfrentan grandes retos en el mercado laboral y se sienten humillados por su experiencia aquí.”
Un joven inmigrante que batalla para encontrar una mejor vida —o ve a sus padres hacerlo— no necesariamente se vuelve un ciudadano desleal. Y muchos finlandeses parecen entender eso.
Julia Tamminen, quien ha vivido en Finlandia desde 1999, dice que ha tenido sólo experiencias positivas en su país adoptivo. “Nunca me he encontrado con algo de desconfianza o discriminación en mi contra como ciudadana rusa. Más bien lo opuesto. La gente siempre ha sido muy amable conmigo.”
Asimismo, un joven oficial finlandés y reciente conscripto (que estuvo renuente a ser citado con su nombre) expresa su confianza en la lealtad de los soldados ruso-finlandeses. “Nuestros ciudadanos duales han vivido aquí por mucho tiempo”, dice. “Algunos de los ciudadanos duales que conozco visitan Rusia de vez en cuando, y ellos saben que las cosas están mucho mejor aquí, por lo que estoy seguro de que ellos creen que Finlandia merece ser defendida.”
Pero algunos finlandeses todavía temen que una pequeña minoría de rusos pueda dañar consciente o inconscientemente su nueva patria. Y cuando se trata de los ciudadanos de origen ruso, hay el espectro amenazador de sus deberes de reclutamiento en Rusia, el monitoreo que hace el Kremlin de sus ciudadanos en el extranjero y los intentos de Moscú de reclutar espías. De hecho, a algunos finlandeses les preocupa que aun cuando los ciudadanos de origen ruso tal vez no tengan malas intenciones, el Kremlin podría tratar de aprovecharse de ellos.
“Estamos conscientes de que algunos de nuestros conscriptos también han hecho el servicio militar en Rusia, o lo harán”, dice un funcionario de alto rango en la defensa finlandesa, quien se negó a ser identificado dado lo sensible del problema. “Eso es algo que debemos tomar en cuenta en nuestra planeación. Todo es una cuestión de sentido común y manejo de riesgos.”
Aun cuando el funcionario se negó a dar detalles sobre los planes de los militares, dice que los conscriptos rara vez tienen acceso a información clasificada. Pero las fuerzas armadas finlandesas, añade, también son cuidadosas de no limitar a los conscriptos rusos a deberes particulares sólo porque tienen una ciudadanía dual. “Somos una nación democrática”, manifiesta el funcionario. “Todo ciudadano es igual, y eso también se aplica a las fuerzas armadas.”
El agregado ruso de defensa en Finlandia y la asociación sueco-rusa de Finlandia no quisieron responder a nuestras solicitudes de comentarios. La nueva oficina en Helsinki del Instituto Ruso de Estudios Estratégicos, el grupo de investigadores local del Kremlin, tampoco pudo ser contactado para que opinara.
En cuanto a Vadim, nunca se percató de que fuera un motivo de preocupación. De hecho, dice que disfrutó totalmente su servicio militar.