Este lunes, la
Casa Blanca consintió que Shell Gulf of Mexico, Inc. iniciara la perforación
petrolera en el litoral ártico este verano, una vez que reciba los diversos
permisos aún en trámite. La presidencia dio a conocer su decisión tres años
después que otorgara ese misma autorización a la compañía y luego tuviera que
revocarla, temporalmente, cuando el primer intento de perforación, realizado en
2012, concluyó con el encallamiento de dos plataformas, las cuales debieron ser
remolcadas a puerto. Aquel incidente provocó un cáustico informe del
Departamento del Interior, en el que acusaba a Shell de incumplir con una serie
de tareas operativas básicas en el riguroso ambiente ártico.
Ahora, la
administración considera que el nuevo proyecto de exploración de Shell y la
revisión de riesgos por parte del gobierno federal son aceptables.
“Hemos procedido
cuidadosamente para evaluar la exploración potencial del Mar de Chukchi,
reconociendo los importantes recursos ambientales, sociales y ecológicos de la
región y definiendo altos estándares para proteger a este ecosistema crítico, a
nuestras comunidades árticas, así como las necesidades de subsistencia y las
tradiciones culturales de los nativos de Alaska”, dijo Abigail Ross Hopper,
directora de la Oficina de Gestión de Energía Oceánica (BOEM), en la
declaración donde anunciaba la decisión. “A medida que procedamos, cualquier
actividad de exploración litoral estará sujeta a rigurosos estándares de
seguridad”.
En febrero, BOEM
presentó los estándares propuestos para la perforación en el litoral Ártico,
los cuales han sido “diseñados específicamente para las difíciles y brutales
condiciones” de las aguas frente a las costas de Alaska. Sin embargo, los
defensores ambientales aseguran que no son suficientes. La aprobación para perforar
en los mares de Beaufort y Chukchi ha sido motivo de años de protestas por
parte de grupos ambientalistas que sostienen que el paisaje agreste y riguroso
de las aguas árticas plantea riesgos muy grandes a la perforación y hace que el
potencial de un derrame sea devastador.
“Ninguna
compañía merece una licencia para arruinar nuestro inmaculado océano ni para
arrojar cantidades masivas de carbono a nuestra atmósfera”, declaró el lunes
Franz Matzner, del grupo ambientalista Consejo para la Defensa de los Recursos
Naturales. “Esta obcecada decisión también expondrá al Ártico a la probabilidad
de derrames catastróficos en aguas congeladas que se encuentran a más de 1,600
kilómetros de la base del Guardacostas y demás infraestructura crítica de
limpieza. Será imposible limpiar cualquier derrame importante en el Ártico”.