Como la vieja canción de Doris Day, “Qué será, será”, un clásico de los estadios de fútbol ingleses, los británicos se preguntan con temor con quién acabarán pactando los partidos a los que votan.
Un temor resultado de que los laboristas de Ed Miliband y los conservadores de David Cameron quedarán lejos de la mayoría absoluta, según los sondeos, y tendrán que buscar apoyos en otras fuerzas.
Demoliberales, independentistas escoceses, nacionalistas galeses, Verdes, antieuropeos (Ukip), unionistas norirlandeses y otras formaciones podrían acabar de propina en el gobierno.
Caroline Biddle, una profesora de yoga de Chesham, la última localidad del noroeste que alcanzan los largos tentáculos del metro de Londres, admitió estar preocupada por ello pero espera que al final el país “tenga un primer ministro creíble”.
“Las coaliciones no me preocupan… bueno, depende de cuáles”, explicó Alice, de 35 años, del próspero barrio londinense de Kensington y Chelsea, precisando que un tema le inquieta más todavía: “los impuestos”.
A las puertas de un colegio electoral de esta circunscripción del sudoeste de Londres, una representante del Partido Conservador y uno de los demoliberales controlan quiénes de sus partidarios han ido a votar.
“Y si no vienen a votar, ¿qué?”, pregunta el periodista. “Vamos a golpear a sus puertas”, dice la interventora conservadora.
Algunos electores se quejan del control de los dos “comisarios” y un miembro de la mesa acaba saliendo a pedirles que moderen el tono inquisitivo y dejen claro que no tienen nada que ver con el centro electoral.
Hay gente que aprovecha el ejercicio matinal para votar. Llegan sudados, en ropa de deporte, sin ninguna identificación. De hecho, no hace falta ninguna, tan solo hay que entrar, dar el nombre y la dirección, y votar. Los miembros de la mesa contrastan la información con su lista, y eso es todo.
“Es un sistema que se basa en el modelo de caballerosidad del siglo XIX”, explicó Robin Max McGhee, el candidato demoliberal de Kensington.
“Pero se presta al fraude, sobre todo en las circunscripciones muy reñidas. La gente puede hacerse pasar por otro”, admitió.
Los electores reaccionan diferentemente a los pronósticos reñidos. Para algunos, el voto es más importante que nunca, para otros, sobre todo quienes fían el color del próximo gobierno a las negociaciones posteriores, es lo contrario.
John, de 57 años, acusa a los partidos de haber fomentado esa indiferencia.
“No han venido por aquí para nada, uno pensaría que es tan importante que vendrían a verte y tratar de ganarse tu voto, pero no les importa”, dijo, saliendo de votar en Angel, en el norte de Londres.
Para Adam Banks, de 28 años, y la misma circunscripción, “las elecciones no habían estado tan reñidas en años, así que votar es muy importante”.
Los irlandeses y ciudadanos de países de la Commonwealth residentes en el Reino Unido pueden votar, un legado de los años imperiales.
Suzanne Young, una economista de Nueva Zelanda, mostró su satisfacción porque “el tono de la campaña fue bastante bueno, sin puñaladas en la espalda”.
James Donald, un escocés director de comunicaciones de Dorset, en el sudoeste de Inglaterra, estimó que estas elecciones son diferentes a las anteriores por dos motivos.
“Primero, por la nueva ley que hizo que la fecha se conociese hace tiempo”, que ha condicionado los comicios y ha hecho la campaña más larga, aunque oficialmente durase sólo un mes.
“Segundo, como las expectativas son que no habrá un claro ganador, no ha habido mucha excitación”, agregó.
“Me dan miedo las próximas semanas de mercadeo para acabar con la coalición que haya conseguido llegar a acuerdos entre bambalinas, con sus principios innegociables repentinamente más negociables”, aseguró.
(Con información de AFP)