Máximo Kirchner se encamina a convertirse en el sucesor de sus padres Néstor y Cristina, los últimos dos presidentes de Argentina, porque ya reconoció que este mismo año podría postularse por primera vez a algún cargo electoral.
A sus 38 años, Kirchner hijo eliminó el bajo perfil que lo había caracterizado y reconoció en una entrevista radiofónica que su candidatura dependerá de las decisiones que tome su agrupación política.
“Veremos más adelante lo que resuelven los compañeros, uno no quiere ser todo sí o sí, uno está donde los demás piensan que puede servir”, afirmó Kirchner en declaraciones que provocaron un revuelo en el complejo tablero político del país sudamericano.
Los “compañeros” de Máximo son los militantes de La Cámpora, la agrupación de jóvenes que él construyó y que es considerada uno de los bastiones más importantes del kirchnerismo.
A través de esta organización, miles de jóvenes se volcaron a la militancia, a diferencia de lo ocurrido en los años 90, cuando la decepción hacia partidos y dirigentes se tradujo en apatía y en la réplica de valores meramente consumistas.
De a poco, los cuadros de La Cámpora han ido tomando espacios de poder que son cuestionados por opositores que los consideran jóvenes improvisados y ambiciosos que sólo asumen cargos para enriquecerse.
Más allá de las críticas, el joven político enfrenta el reto de mantener vivo el kirchnerismo después de las elecciones generales del 25 de octubre próximo.
El 25 de mayo de 2003, cuando Máximo tenía 26 años, Néstor Kirchner asumió la Presidencia y comenzó la construcción del modelo político que más ha perdurado en Argentina.
En diciembre próximo, la esposa y sucesora de Kirchner, Cristina Fernández, ganadora de las elecciones de 2007 y 2011, entregará la banda presidencial a quien triunfe en los comicios de octubre.
Para entonces, se habrán cumplido 12 años y medio del kirchnerismo puro que encabezó la pareja y cuya continuación, por ahora, depende de Máximo, a quien los medios opositores le habían formado una fama de “vago”, “mantenido” y “adicto a la play station”.
Esa imagen estaba alimentada porque el heredero de los Kirchner no terminó su carrera de abogacía, no hablaba públicamente y se dedicaba sólo a administrar los negocios y la cuantiosa fortuna de sus padres.
Esa imagen comenzó a desdibujarse en septiembre del año pasado, cuando Máximo se convirtió en el orador principal de un acto de La Cámpora y demostró, ante decenas de miles de personas, que tenía un discurso político que ofrecer.
Su segunda aparición pública fue la entrevista de radio, la cual generó tal entusiasmo entre sus seguidores que, incluso, días después pegaron carteles postulándolo directamente a la Presidencia.
(Con información de Notimex)