Planas, anchas y lejanas, las estepas
semiáridas de Kasajistán son la sede de la instalación de lanzamiento espacial
más antigua del mundo, el Cosmódromo de Baikonur. El lugar sirvió inicialmente
como un sitio de pruebas de misiles para la antigua Unión Soviética y fue
elegido por su vacuidad. El primer ser humano en viajar al espacio, Yuri Gagarin, fue puesto en órbita
desde esta instalación en 1961. Desde entonces, Baikonur ha crecido hasta
convertirse en un bullicioso complejo de instalaciones de control de
lanzamiento y aterrizaje y en una ciudad habitada por quienes los operan.
Pero las desiertas estepas al este del Mar
de Aral siguen siendo estériles y como de otro mundo. De hecho, con la
eliminación adecuada y si uno mira en cierta dirección, el entorno del
Cosmódromo se parece mucho al destino soñado por muchos ingenieros aeroespaciales,
cosmonautas y exploradores: Marte. Y el 27 de marzo, una nave espacial Soyuz
despegó del Cosmódromo, llevando al astronauta estadounidense Scott Kelly y al
cosmonauta ruso Mikhail Kornienko en una misión en la que uno de los objetivos
principales es ver cómo se comportaría el cuerpo humano en un viaje hacia el
planeta rojo.
Los dos viajeros espaciales viajaron seis
veces alrededor de la Tierra (lo cual les tomó unas seis horas), atracaron en
la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés) a unas 200
millas en la órbita baja terrestre. Es ahí donde pasarán el próximo año: en los
13,696 pies cúbicos del laboratorio en órbita, aproximadamente el tamaño de una
casa convencional de seis recámaras. Se le conoce como la misión de un año, aunque
gracias a los estrictos programas de lanzamiento de cohetes, la temporada
terminará 23 días antes de que se cumpla un año terrestre.
Es el más reciente de una serie de
proyectos de la NASA centrados en Marte. El 11 de marzo, el organismo probó un
cohete impulsor que ayudará a propulsar su cohete del Sistema de Lanzamiento
Espacial y una nave espacial Orion con destinos ubicados en el espacio
exterior, entre ellos, Marte. Una nave Orion hizo un vuelo de prueba de 4.5
horas a 3,600 millas en el espacio en diciembre de 2014; los datos de esa
prueba serán utilizados para mejorar el diseño de la nave espacial. Los
ingenieros también están probando nuevos diseños de traje espacial y
dispositivos de resistencia aerodinámica de próxima generación que serán necesarios
para aterrizar sin riesgos la embarcación más pesada que viajará a otros
planetas. Pero quizás el elemento más importante en el que la NASA trabaja en
relación con la posible misión a Marte es la preparación de los astronautas.
Kelly y Kornienko son buenos sujetos de
prueba. Kelly ha pasado ya 180 días en las alturas desde 1999 en
transbordadores espaciales y en el ISS, mientras que Kornienko registró 176
días en dos expediciones previas del ISS. Tampoco serán los primeros en pasar
aproximadamente un año fuera de la tierra. Cuatro cosmonautas rusos lo hicieron
entre 1987 y 1995, de los cuales, Valery Polyakov ostenta el récord de 14 meses
en la estación espacial Mir en 1994 y 1995.
Pero esta misión de un año tiene menos que
ver con los récords que con la ciencia. En la década de 1990 (la biociencia se
mueve rápido), teníamos un conocimiento relativamente limitado del efecto de
los largos períodos de tiempo en el espacio sobre el cuerpo y la mente humanos.
Entonces, hace aproximadamente tres años, los directores de Roscosmos, el
organismo federal ruso de asuntos espaciales, sugirieron una misión de un año,
con el objetivo de estar más cerca de enviar seres humanos a Marte. La NASA se
sumó rápidamente.
Este proyecto se ha preparado desde hace
mucho tiempo. De hecho, durante años, el Programa de Investigación Humana de la
NASA en el Centro Espacial Johnson de Houston, ha tenido la tarea de resolver
problemas semejantes a los de una misión a Marte, señala John B. Charles, el
director adjunto de ciencia internacional del programa. Este organismo usa el
ISS para llevar a cabo investigaciones y desarrollar tecnologías que permitirán
que los seres humanos viajen durante periodos más prolongados y a distancias
más largas en el espacio, abarcando todos los aspectos, desde el suministro de
alimentos apetitosos y nutritivos hasta la protección de los astronautas contra
los aumentos en la radiación y el desarrollo de formas en las que puedan
mantenerse físicamente en forma.
Una misión a Marte tomaría al menos 30 meses,
mucho más tiempo del que los seres humanos han pasado en el espacio y mucho más
allá de las típicas temporadas de seis meses en el ISS. Las investigaciones
realizadas en la estación espacial han enseñado mucho a los científicos sobre
lo que les ocurre a los seres humanos después de esos seis meses en el espacio,
documentando la pérdida ósea y muscular, los daños al sistema inmunológico y el
engrosamiento de las arterias, por nombrar sólo algunos de los efectos. Pero
sigue siendo un misterio si ésos y otros efectos continúan durante los
siguientes seis meses y más allá, y a qué ritmo.
El Programa de Investigación Humana analizó
sus datos y escogió 17 investigaciones que había hecho durante vuelos
espaciales para que Kelly las realizara de nuevo en su viaje de un año. El
objetivo, por supuesto, es comparar el impacto de los viajes más breves en el
cuerpo humano con los efectos de un vuelo largo. Resulta útil el hecho de que
Kelly haya estado antes en el ISS: “Escogimos algunos experimentos que Kelly
llevó a cabo en su misión anterior de seis meses para hacer que esa comparación
resultara muy clara”, dice Charles.
Algunos de los experimentos abordan temas
que los científicos saben que plantarán problemas en las misiones a largo
plazo, como la reducción en las habilidades motoras finas y en la visión. Por
ejemplo, casi un tercio de los astronautas estadounidenses han experimentado
problemas de visión mientras están en el espacio. Los investigadores sospechan
que esto ocurre porque la ausencia de la gravedad terrestre hace que los
fluidos corporales cambien de lugar, y una mayor cantidad de ellos termina en
la cabeza, donde cambian la forma de los globos oculares. Dos investigaciones
analizan si eso es lo que ocurre y si es así, cómo.
Para probar y dar seguimiento a las
habilidades motoras finas, Kelly y Kornienko llevarán a cabo un conjunto de
tareas específicas en una pantalla sensible al tacto (entre ellas, arrastrar,
pellizcar y girar) a intervalos regulares, mientras otros sujetos realizan las
mismas tareas en la Tierra. Las habilidades motoras finas serán muy importantes
para aterrizar en Marte u otros planetas, especialmente en las primeras etapas,
antes de que haya apoyo en tierra. Ellos y otros tripulantes también llevarán
diarios que los investigadores examinarán periódicamente para averiguar cuál es
la forma en que cada uno de ellos responde al aislamiento y al confinamiento de
la estación espacial. Aunque esto podría parecer falto de rigor científico, el
estudio de los diarios de los astronautas provocó cambios en el ISS, como la
adición de una cúpula de siete ventanas (que tiene espacio para que dos
tripulantes puedan trabajar al mismo tiempo, así como vistas espectaculares) y
cámaras de sueño privadas (lo que significa dejar de dormir en medio de la
oficina, por decirlo así).
También está la parte de la misión que ha
captado mayor atención por parte de los medios de comunicación: luego de la
selección de Kelly para la misión de un año, los científicos de la NASA se
dieron cuenta de que tenían otra oportunidad única en sus manos, dado que tiene
un gemelo idéntico, el astronauta jubilado Mark Kelly.
Aprovechando el hecho de que Scott y Mark
son tan parecidos como lo puede ser cualquier par de seres humanos, el
experimento con los gemelos se centra principalmente en los efectos del vuelo
espacial en el nivel genético. Mientras Scott esté en el espacio, Mark actuará
como sujeto de control. Por supuesto, una pareja de gemelos difícilmente reúne
las condiciones necesarias para ser considerada una muestra estadísticamente
importante, por lo que estos estudios no servirán para distinguir entre los
efectos del vuelo espacial y las diferencias normales que existen entre todos
los seres humanos, incluso los gemelos idénticos. Sin embargo, de acuerdo con
Charles, el estudio de los gemelos podría ayudar a identificar problemas
potenciales no anticipados en los viajes espaciales más largos, de manera que
la NASA pueda examinar estos problemas con mayor profundidad antes de enviar
astronautas a Marte.
Kelly se muestra cautelosamente optimista
respecto a la misión de un año. “Espero que no exista un gran obstáculo
con respecto a nuestra capacidad de permanecer, vivir y trabajar en el espacio
durante largos períodos de tiempo “, dijo en enero antes de partir hacia
un entrenamiento final de dos meses en Rusia. “Creo que no lo sabremos
hasta que lo hayamos hecho realmente. Espero con ansia volver y decir que los
datos indican que un año no es ningún problema.”
Mientras tanto, la vida en el ISS seguirá
como de costumbre. La primera expedición llegó allí el 2 de noviembre de 2000,
y el laboratorio en órbita ha estado ocupado constantemente desde entonces por
un grupo intermitente de 215 personas. Durante la estancia de Kelly y
Kornienko, 13 tripulantes más llegarán y se irán, permaneciendo por períodos de
entre 10 días y seis meses, y realizando sus propios experimentos. Y, además de
tomar parte en las investigaciones de un año, Kelly y Kornienko contribuirán al
mantenimiento y la operación periódica del ISS. Por ejemplo, trabajarán en el
cableado la estación espacial y en la reconfiguración de algunos de sus
componentes para mejorar sus capacidades de acoplamiento.
Es probable que haya más viajes espaciales
humanos a largo plazo. El Programa de Investigación Humana ha propuesto
misiones adicionales de un año, afirma Charles. (La solicitud está siendo
evaluada actualmente por los socios del ISS: la NASA y Roscosmos, junto con los
organismos de asuntos espaciales europeos, canadienses y japoneses.) Kelly y
Kornienko evadieron las preguntas sobre si se alistarían para otra misión de un
año, aunque ninguno de ellos lo descartó. “El espacio es un lugar
mágico”, dijo Kelly en la conferencia de prensa final antes del
lanzamiento. “Es lo más divertido que cualquiera puede hacer.”
Aún está por verse si se sentirá así al
regresar a las estepas de Kazajstán dentro de 340 días.