La medicina ha recorrido un largo camino desde su pasado de
“abramos y demos un vistazo”. En la actualidad, tecnologías como la tomografía
computarizada (TC) y la formación de imágenes por resonancia magnética (IRM)
han dado a los médicos una visión del interior del cuerpo sin necesidad de
realizar ni una sola incisión. Pero estos métodos tienen sus limitaciones:
producen imágenes en 2-D que se cargan en una computadora, muy diferentes a los
órganos de la vida real, que tienen tres dimensiones.
“Los médicos tratan de obtener información en 3-D a partir
de rebanadas planas”, señala Sergio Aguirre de EchoPixel, una compañía de
tecnología que trata de solucionar el problema de la pantalla plana. Afirma que
la compañía descubrió que los médicos estaban capacitados para pasar de una
imagen en 2-D a la siguiente, memorizando la orientación de cada imagen
mientras lo hacían. Sin embargo, dice, “podrían olvidar una característica
clave que les haría perder importante información diagnóstica. Es un pequeño
lapso mental que ocurre debido a una sobrecarga de datos.”
EchoPixel ha diseñado un programa informático de visualización
médica que toma esas rebanadas en 2-D, configura la anatomía en su estructura
espacial correcta en 3-D y transmite una representación del tejido y los
órganos como si fueran verdaderos objetos físicos que se sostienen en el aire
sobre un tablero de visualización. La idea es permitir que los médicos (que
deberán usar anteojos 3-D) levanten un cráneo de la pantalla con un lápiz
electrónico manual, hagan acercamientos a aneurismas y giren libremente la
imagen flotante de manera que puedan mirarla desde muchos ángulos.
En las pruebas, los radiólogos que usaron el programa
informático redujeron de 30 minutos a entre cinco y 10 minutos el tiempo que
les tomaba hacer un diagnóstico en colonoscopias visuales, e incrementaron en
20 por ciento el índice de detección de tejidos precancerosos. En otra prueba,
usaron las imágenes 3-D para generar mejores planes quirúrgicos para las
principales arterias colaterales aortopulmonares, reduciendo el tiempo de
cirugía de cuatro a 1.5 horas.
Ya se han instalado unidades en Stanford y la Clínica
Cleveland. La adopción universal de esta tecnología podría tener un impacto sin
precedentes en la atención sanitaria. “Lo único que temenos que hacer es
considerar cómo la TC y la IRM influyeron en la atención sanitaria”,
señala el Dr. David Langer, jefe de neurocirugía del hospital Lenox Hill.
“De repente, vimos cosas que nunca habíamos visto antes, y empezamos a
desarrollar nuevas estrategias para tratar problemas de los que no sabíamos
nada. Con [la obtención de imágenes en 3-D] podría suceder exactamente lo
mismo.”