Ken Kolosh se pasa el día pensando cómo vas a morir.
No es que le caigas mal, porque ni siquiera te conoce. Es su
trabajo. Kolosh dirige el departamento de estadística del Consejo de Seguridad
Nacional (NSC, por sus siglas en inglés) y su trabajo consiste en compilar
Información de lesiones, la “magna obra” anual del consejo sobre lesiones y
muertes no intencionales en Estados Unidos. El tomo de 210 páginas es la fuente
obligada para estadísticas sobre lesiones y defunciones, y el costo que
representan para el país. La publicación incluye, además, datos sobre la
probabilidad anual y vitalicia de morir por muchas causas no intencionales, que
abarcan desde asfixia y ahogamiento hasta mordidas de perro.
Aclaro. La finalidad de Información de lesiones no es
aterrorizarte para que vivas como ermitaño en un cuarto acolchonado. Lo que
Kolosh y NSC pretenden es prevenir lesiones no intencionales, la cuarta causa
de muerte en Estados Unidos. El objetivo de la publicación de más de 90 años es
alertar a la gente sobre las amenazas de seguridad más importantes para que, en
lo posible, modifiquen conductas y reduzcan el riesgo de sufrir un accidente
sorpresivo y desafortunado.
Para el público, quizá la parte mejor conocida del libro es el
componente “Probabilidades de morir” (para 2013, vehículos automotores: 1 en
8,938; tormenta catastrófica, 1 en 5,018,409), pues es el que recibe la mayor
publicidad. Aunque NSC dice que “Probabilidades de morir” no es la esencia del
proyecto Información de lesiones, reconoce que es muy útil para resumir el
argumento principal de la obra: a menudo tenemos miedo de las cosas
equivocadas.
Por ejemplo, es más probable que mueras de envenenamiento
accidental que en un avionazo. Pero si no asimilas ese y otros fragmentos de
información parecidos, limitarás tu potencial de modificar conductas para
seguir vivo más tiempo. “La gente realmente influye en su destino”, asegura
Kolosh. “Las decisiones que tomamos en la vida pueden reducir, y mucho, la
probabilidad de lesionarnos de alguna esas formas”.
Kolosh es un tipo amable, tímido y apacible que se describe
como “aburrido” en el vestir, y el detalle creativo en su oficina repleta de
papeles es un diminuto cerdito de peluche en una repisa. Aunque mesurado, sus
colegas aseguran que lucha ferozmente para evitar la distorsión de datos,
argumentando que una mala interpretación es peligrosa porque puede mermar la confianza
del público en una organización de seguridad. “Ken Kolosh es el Clark Kent de
las lesiones y la muerte”, bromea Deborah Hersman, presidenta y CEO de NSC. “No
duda en convertirse en Superman cuando hace falta. Es muy asertivo cuando se
trata de proteger la información; él defiende los datos”.
Pero, ¿cómo crea Kolosh todos esos datos? Con la ayuda de un
científico investigador de NSC, empieza por recoger la información anual de
mortalidad más actualizada en el Centro Nacional de Estadísticas de Salud (NCHS,
por sus siglas en inglés), donde se lleva un registro de cada defunción
ocurrida en el territorio estadounidense. Luego, recaban información adicional
de más de 30 fuentes distintas, incluidas organizaciones como la Administración
Nacional sobre Seguridad de Tráfico en Autopistas y la Oficina de Estadísticas
Laborales de Estados Unidos. Con esos múltiples conjuntos de datos, NSC extrae
la mayor cantidad de información específica posible.
Por ejemplo, en vez de solo contabilizar las muertes en carreteras,
NSC puede determinar cuántas fueron por conducir en estado de ebriedad y
cuántas por distracción al volante. Para calcular la probabilidad anual de
muerte por una causa específica, Kolosh solo tiene que dividir el total de la
población estadounidense entre el número de personas que murieron a causa de un
acontecimiento particular.
NSC ha producido la publicación desde 1921 y puede identificar
tendencias rápidamente. Por ejemplo, en 2013 (el año de información más
reciente) hubo 130,557 fallecimientos por lesiones no intencionales, la cifra
más alta en la historia estadounidense. La infortunada tendencia “se debe, en
buena medida, a envenenamientos por analgésicos”, revela Kolosh. Y la
comparación a 10 años es muy reveladora: en 2003 hubo 28,700 envenenamientos de
los cuales, 2,080 se debieron a heroína, mientras que 8,517 fueron por
analgésicos opiáceos (en 2003, el total de muertes por envenenamientos con
drogas ascendió a 25,785). En comparación, en 2013 hubo 48,545 muertes por
envenenamiento y fue la primera causa de muerte no intencional ese año. De
ellas, 8,257 se debieron a heroína, en tanto que un impresionante total de
16,235 fueron provocadas por analgésicos opiáceos (ese año, el total de muertes
por envenenamiento con drogas sumó 43,982).
Cuando Información de lesiones hace públicas esas tendencias,
los grupos defensores entran en acción. A fines de marzo 2015, NSC fue a
Austin, Texas, para promover una legislación que dará mayor acceso a naloxona
(antídoto para la sobredosis de opiáceos) y una prohibición para escribir
mensajes de textos al volante. Como Kolosh se apresura en señalar, nadie
pensaría que la probabilidad general de morir de una causa determinada sería la
misma que la probabilidad personal de fallecer de esa tragedia, pues las circunstancias
personales afectan las probabilidades. Por ejemplo, en las muertes por
accidentes automotores la probabilidad de morir disminuye significativamente si
no bebes y manejas, o si no excedes el límite de velocidad.
Kolosh, quien tiene una maestría en psicología organizacional,
inició el camino de la erudición macabra en 1993, cuando consiguió empleo como
asociado de investigación en NSC y recién graduado, recibió la comisión de
investigar la seguridad en el lugar de trabajo. Dejó NSC en 2001 y durante unos
años trabajó en gestión de capacitación corporativa, pero en 2009 se enteró de
la oportunidad de supervisar Información de lesiones y solicitó el puesto de
inmediato. Se cuestionó, ciertamente, si la tarea le haría más neurótico y
reconoce que pasar el día estudiando el sueño eterno podría convertirle en el
tipo del “vaso medio vacío”.
“Dado que publico un libro sobre cómo muere la gente, creo que
me he vuelto algo aprensivo”, dice Kolosh, agregando que escucha música rock
bastante tétrica y es admirador de The Cure, pero “no me considero gótico,
porque también me gusta Talking Heads”. Esa actitud, más o menos equilibrada,
se manifiesta en todo lo que hace. “Para estar en este negocio tienes que ser
muy optimista”, reflexiona. “Si no crees que puedas marcar una diferencia, es
posible que termines cambiando, naturalmente, de trabajo”.
La inquietante labor de Kolosh en NSC parece afectar más a su
hijo de 13 años que a cualquier otra persona. “Es el único niño del barrio que
usa casco para andar en bicicleta. Creo que nuestros empleos le sirven de
excusa”, bromea. “Dice, ‘Mis padres trabajan en el consejo de seguridad’, y
luego hace ese mohín de exasperación, típico de los adolescentes”.