Ese informe es esperado desde el 20 de
octubre de 2013. El presidente Enrique Peña Nieto fijó esa fecha para que el
entonces secretario de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, Jorge Carlos
Ramírez Marín, presentara un documento sobre las responsabilidades de las
inundaciones provocadas por los fenómenos ‘Ingrid’ y ‘Manuel’, especialmente en
el estado de Guerrero.
Sin embargo, primero se fue Ramírez Marín de
la dependencia, el pasado 27 de febrero, antes de que el expediente fuera
presentado. El documento debía establecer las causas de las inundaciones y los
elementos que agravaron sus consecuencias, quiénes eran los responsables y los
nombres de las autoridades, a todos los niveles, que estuvieran involucradas en
los cambios de uso de suelo para que hubiera construcciones en zonas peligrosas.
Cuando se anunció que varios secretarios de
Estado presentarían informes de los avances en su gestión, pensé, ilusamente,
que finalmente conoceríamos ese informe de voz de Jesús Murillo Karam, el nuevo
titular de la dependencia. Pero las esperanzas se fueron desvaneciendo cuando
el evento se pospuso del miércoles 18 al lunes 23, por “razones personales de
fuerza mayor”.
No es, ni sería la primera vez que esto
ocurriera. La dependencia emitió el 21 de octubre de 2013 un comunicado, donde
anunciaba que “en los próximos días se presentará el informe de
responsabilidades por los daños”. Pasaron las semanas y los meses. El entonces
titular de la Sedatu insistía, lo hizo en mi espacio noticioso en Proyecto 40,
que “en breve” se haría público el texto. Y nada.
Es más, comenzaron las contradicciones.
Primero se anunció que la investigación ya estaba concluida, pero que no se
había hecho pública porque se encontraba bajo revisión de diversas áreas
legales. El 12 de febrero de 2014 un ciudadano pidió, por medio del IFAI,
conocer el reporte y la respuesta de la dependencia, el 7 de abril, fue: “La
información solicitada es inexistente”.
Imposible no incurrir en el “sospechosismo”:
¿Por qué la tardanza? ¿A quiénes se pretende encubrir? ¿Qué intereses están
detrás de la catástrofe?
La respuesta está en los medios
Cifras oficiales reportaron 157 muertos y 53
desaparecidos, más de un millón 600 000 personas afectadas y 300 000
damnificados, daños en 1.5 millones de viviendas, en 1153 unidades de salud
pública, en unas setenta carreteras y en alrededor de 2150 escuelas de todos
los niveles, además de cuantiosas pérdidas agrícolas en diecinueve estados.
Ese fue el saldo final de las afectaciones
de estos dos fenómenos climatológicos que atacaron al país simultáneamente por
las costas del Pacífico y del Atlántico a entidades como Guerrero, Veracruz,
Hidalgo, Jalisco, Morelos, Oaxaca, Puebla, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas y
Michoacán.
La lluvia que afectó en esas fechas a
Guerrero es la de mayor intensidad registrada en la historia del país, con la
caída de 987.2 milímetros de agua, lo que representó el 70 por ciento de la
lluvia registrada, en promedio, durante todo un año en el puerto de Acapulco.
Y si bien las precipitaciones fueron
atípicas, hubo elementos que agravaron sus consecuencias. El principal: el
cambio de uso de suelo de manglares y pantanales para el desarrollo de unidades
habitacionales que comenzó dieciocho años atrás, con la complicidad y
complacencia de cuatro alcaldes y tres gobernadores del PRI y del PRD.
Los nombres de los presidentes municipales
responsables son los priistas Rogelio de la O Almazán, Juan Salgado Tenorio y
Manuel Añorve Baños, así como el perredista Zeferino Torreblanca. Los
gobernadores beneficiados: Ángel Aguirre Rivero en un interinato de 1996 a
1999, todavía bajo las siglas del PRI; el también tricolor, René Juárez
Cisneros y Torreblanca Galindo.
La presencia de los representantes de los
medios durante las semanas subsecuentes a la catástrofe permitieron documentar
que los permisos para construir viviendas en zonas no aptas beneficiaron al
menos a cinco inmobiliarias: GEO, ARA, Homex, Cecsa y EVI.
El primer asentamiento que se plantó en
mantos acuíferos fue la colonia Luis Donaldo Colosio, donde Casas GEO construyó
ochocientas viviendas que fueron entregadas en 1997.
La empresa Cecsa fue la encargada del
desarrollo “Princess del Marqués 1 y 2”, en una zona de humedales y manglares
que era cauce natural de tres ríos, La Sabana, Papagayo y Tunzingo, que desembocan
en la laguna de Tres Palos.
En 1999 se creó la colonia Cumbres Llano
Largo, con desarrollos inmobiliarios como “La Marquesa” y “Las Gaviotas”, de
GEO, o “Misión del mar”, de Homex. El funcionario que firmó los permisos para
estas construcciones fue Guillermo Torres Madrid, titular de Obras Públicas
municipales del entonces edil de Acapulco, Zeferino Torreblanca.
Pese a que esta zona sufrió inundaciones en
2008, GEO continuó en 2011 con la construcción de viviendas en “Los Tulipanes”,
“Marina Diamante” y “Las Garzas”, desarrollos que sufrieron fuertes
afectaciones por ‘Manuel’.
Un dato adicional: la Conagua permitió a GEO
arrojar, al año, hasta 360 millones de litros de aguas negras al río La Sabana,
pese a la advertencia de que esto podría anegar varias colonias, si no se
reestructuraba su uso para desechos residuales.
Pero esto no se corrigió. De hecho, GEO
tiene quince concesiones que le permiten explotar la región hidrológica de la
Costa Grande de Guerrero, en beneficio de sus unidades habitacionales: dos para
verter aguas residuales, ocho para extraer agua y cinco más para utilizar
márgenes acuíferos.
Como se puede observar, una investigación
periodística permitió establecer con precisión los nombres de los funcionarios
y las compañías beneficiadas con los cambios en el uso del suelo.
¿Qué hace falta para que la autoridad actúe?
Voluntad política. El problema, supongo, es que la red de complicidades podría
ser tan grande que involucraría a quienes hoy seguramente son legisladores y
funcionarios.
Pero eso no nos quita el derecho como
sociedad de exigir ese informe y que se finquen las responsabilidades penales
correspondientes. No lo hizo Ramírez Marín, quien tendrá fuero por tres años
como diputado federal. Pero Jesús Murillo está a tiempo. Hágalo, señor secretario.
El país se lo agradecerá.