Faltan pocos días para entregar la orden de
calentadores de cuello y menos de la mitad están terminados. Corren los
segundos y el personal permanece impertérrito. Nadie teje febrilmente hasta que
los dedos se acalambran; nadie está encorvado sobre la máquina de coser en una
habitación mal iluminada. Y ni siquiera se estremece ante la mirada de los
capataces, temerosos de que la pérdida de un instante de trabajo signifique la
pérdida de su subsistencia.
Eso es porque no estamos en un taller
clandestino, sino en Apparel Lab, de Pratt Institute Brooklyn Fashion + Design
Accelerator, incubadora lanzada por la academia para sostener a diseñadores
emergentes. Albergado en un ala recién renovada de una antigua fábrica Pfizer
en el límite de los barrios South Williamsburg y Bedford-Stuyvesant, BF+DA
pretende conjuntar las mentes emprendedoras de la moda, la industria y la
tecnología.
Los calentadores de cuello producidos en
Apparel Lab se venderán en una tienda temporal de BF+DA la cual es,
simultáneamente, escaparate del acelerador creado hace unos cuantos meses y
punto de venta para la producción de los miembros. ¿Y qué hay del personal que
produce los calentadores? Kelly Puertas, directora de productos tejidos,
definió el diseño; el resto depende de SSR112 y MACH2X.
SSR112 es una tejedora plana semejante a una
impresora de inyección de tinta del tamaño de una mesa de comedor. Paneles de
vidrio en los costados permiten ver la operación: siguiendo las indicaciones
que Puertas ingresó en el software de diseño SDS-ONE APEX3, el carro de la
tejedora va y viene desenredando el ovillo sobre dos hileras de agujas
dispuestas en V, las cuales enganchan y tiran de la hebra creando puntadas. El
proceso se repite una y otra vez con una velocidad de 1.2 metros por segundo y
en escasos 10 minutos, queda casi terminado uno de los calentadores de cuello
BF+DA, 100 por ciento lana de merino, con patrón de picos. Solo falta conectar
el tejido en los extremos para cerrar la prenda.
“Las tejedoras planas tejen formas; por
ejemplo, frente, espalda, mangas. Después hay que cerrarlas para completar la
prenda”, explica Puertas. En otras palabras, aunque SSR112 puede hacer
puntadas, no puede producir algo con profundidad y silueta, como un suéter.
Es allí donde entra en acción MACH2X, la
tejedora de prendas completas que utiliza cuatro hileras de agujas para
producir ropa completa sin uniones adicionales.
“En el proceso de prendas completas o sin
costuras, toda la prenda se teje de una sola vez empezado desde abajo, de modo
que la espalda y el frente quedan unidos como un tubo”, informa Puertas. “Los
brazos son dos tubos en los costados y cuando la máquina llega a los hombros y
el cuello, une los tubos y luego crea el escote, así que la prenda sale
completa de la tejedora. Es algo parecido a una impresora 3D”.
SSR112 y MACH2X son máquinas de la compañía
japonesa Shima Seiki, que lanzó su primera tejedora plana computarizada en 1978
y la tejedora WholeGarment en 1995, hitos que fueron igualados poco después por
Stoll, fabricante alemán y principal competidor de Shima Seiki.
Hoy día, las tejedoras computarizadas se
emplean en todos los niveles de fabricación de ropa donde existan el capital y
las aplicaciones adecuadas. Aunque los precios pueden parecer elevados –en
conjunto, SSR112 y MACH2X cuestan alrededor de 250,000 dólares-, la máquinas
tienen capacidad para todo tipo de trabajo, excepto el que requiere de grandes
volúmenes de estambre. Así que, aun cuando la misión de BF+DA de servir a los
diseñadores emergentes implica que sus instalaciones están reservadas para
tirajes de pequeña escala, la tecnología utilizada a menudo se encuentra en
manos de productores en masa.
“Cuando nos capacitábamos en Japón, otras
personas habían comprado 50 o 100 máquinas”, dijo Debera Johnson, fundadora y
directora ejecutiva de BF+DA, recordando a sus colegas en el programa de
orientación de Shima Seiki. “Este tipo de tecnología solo se utiliza en un
ambiente de fabricación que produce unidades”.
No obstante, con 20 años de existencia y el
uso industrial de la tecnología de tejido computarizado, la imagen –y la
realidad- de los talleres clandestinos persiste debido a que muchos aspectos de
la producción, como el corte y la costura, no son automatizados, pero también a
que la historia de estas máquinas no se ha dado a conocer ampliamente. “Eileen
Fisher es un estupendo ejemplo del esfuerzo de contar toda la historia”, dice
Johnson, refiriéndose a los intentos de transparencia de esa marca de ropa. Por
ejemplo, la campaña “& Behind the Label” (“Y detrás de la etiqueta”)
explica a los consumidores el origen de los materiales de la prenda y cómo fue
confeccionado el producto final, pero solo hace una somera mención de las
tejedoras computarizadas.
“Patagonia es otra empresa que se esmera en
ser increíblemente transparente en cuanto a su cadena de suministros, de dónde
proceden y quién hace qué”, prosigue Johnson. “Mas es solo un pequeño
porcentaje de la industria”.
A partir de 2012, con el lanzamiento 2012 de
Flyknit –el primer zapato hecho totalmente en máquinas como SSR112 y MACH2X-
Nike comenzó a contratar, agresivamente, profesionales experimentados en
software de diseño para tejedoras computarizadas. “La compañía tiene máquinas
Stoll y Shima, y ha creado todo un centro de innovación en torno del tejido”,
explica Johnson. “Es una gran parte de su tecnología de innovación”.
Y más que cualquier consideración ética, la
innovación podría ser lo que plante las tejedoras computarizadas en el centro
del escenario; pues más allá de posibles ahorros laborales, es el grado de
precisión y personalización que ofrece la tecnología lo podría transformar el
futuro del menudeo de la ropa. “Si empezamos a combinar esto con tecnologías
como escaneo corporal”, propone Johnson, “podríamos tomar tu patrón, ponerlo en
tu avatar, ajustar el programa para un calce perfecto e imprimir”.
Puertas menciona que la sede japonesa de
Shima Seiki ya cuenta con un escáner corporal reservado para clientes VIP; y
apenas el verano pasado, Body Labs, compañía que comercializa tecnología de
escaneo corporal, lanzó una versión beta de su software para que los usuarios
creen modelos 3D de sus cuerpos con el dispositivo de sensores de movimiento
Microsoft Kinect.
Johnson considera que, en escasos 10 años,
empezaremos a ver detallistas que incorporarán escáneres corporales y avatares
en la experiencia de compras. Esas tecnologías ayudarán al cliente a encontrar
la talla exacta y a ordenar prendas a la medida. “¿No te encantaría tener ropa
de calce perfecto? ¿Cuántos jeans tienes que probarte antes de encontrar uno
que te guste?”, pregunta Johnson sugiriendo que, muy pronto, SSR112 y MATCH2X
podrían convertirse en modelos de excelencia tanto para el adicto a las compras
como para el proponente del trabajo justo.