Los obispos del mundo aceptaron las vidas reales de muchos católicos contemporáneos, al afirmar que los homosexuales tienen dones que ofrecer a la Iglesia, que deberían ser aceptados y que hay aspectos “positivos” en las parejas que conviven sin estar casadas.
El día de hoy las reuniones de obispos llevadas a cabo en el Vaticano sobre asuntos de la familia marcó el punto medio de sus dos semanas previstas con un documento que resumió la marcha hasta ahora del debate a puerta cerrada. No se anunciaron decisiones, pero el tono del documento preliminar fue de una aceptación casi revolucionaria, en vez de la condena tradicional, con el objetivo de guiar a los católicos al ideal de un matrimonio duradero.
Los obispos dijeron que los homosexuales tienen “dones y cualidades” que ofrecer y preguntaron retóricamente si la Iglesia estaba dispuesta a ofrecerles la bienvenida, “aceptando y valorando su orientación sexual sin comprometer la doctrina católica sobre la familia y el matrimonio“.
Para una institución de 2 mil años que considera el sexo homosexual “intrínsecamente trastornado”, aun plantear la pregunta es significativo.