Internet puede producir más repúblicas disidentes.
El movimiento de independencia de Escocia y de otras partes del mundo parece indicarnos algo acerca de nuestra era hiperconectada: el tamaño no es lo que solía ser. La tecnología puede hacer que un país pequeño sea tan productivo y mundialmente competitivo como cualquier nación de gran tamaño.
Si analizamos a personajes como César, Atila el Huno, Thomas Jefferson y el Destino Manifiesto, y Josef Stalin y su Bloque Oriental, veremos que los libros de reglas de todo el mundo señalan que la fuerza, la seguridad y la capacidad económica están estrechamente relacionadas con el tamaño. Conquistar territorios para construir una nación más expansiva era una excelente forma de obtener recursos e integrarse verticalmente para producir, de manera competitiva, lo que era necesario en una época determinada: pirámides complejos petroindustriales, arsenales nucleares.
Pero la tecnología está disminuyendo el poder del tamaño en los negocios, y es probable que las naciones sigan su ejemplo.
En el siglo XX, en general resultaba más barato y más fácil que una corporación se integrara de manera vertical y que fabricara casi todo en sus propias instalaciones, por ejemplo, todas las partes de una SUV, o que mantuviera una burocracia para abordar cada aspecto de la vida corporativa. En la teoría de la empresa, que hizo que su autor, el economista Ronald Coase, obtuviera el Premio Nobel en 1937, se afirma que las corporaciones existen para reducir los gastos de transacción, por lo que costaba menos hacer que un miembro de la empresa hiciera algo, comparado con la dificultad de encontrar y pagarle a un una persona externa.
Si los costos de transacción eran menores en las instalaciones de la empresa, entonces una corporación tenía una ventaja si podía hacer más cosas en sus propias instalaciones. Eso hizo que las compañías comenzaran a crecer cada vez más. Adelantémonos en el tiempo, y encontraremos elefantes como Exxon Mobil, con sus US$420 mil millones en ingresos anuales.
Actualmente, las redes globales y el software super-barato y omnipresente están haciendo que las corporaciones se vuelvan de revés. La tecnología está demoliendo los gastos de transacción. Es cada vez más caro dar trabajo a una persona interna a tiempo completo, proporcionarle coberturas de salud y pagar el alquiler de una oficina, que encontrar y obtener a la mejor persona externa, que, de todos modos, probablemente es mejor que la persona interna.
Esta es la razón de la proliferación de fenómenos como la desincorporación, la nación de trabajadores independientes y las microempresas. Plataformas como Kickstarter, Curious, Shapeways, Elance y Etsy proporcionan apalancamiento financiero y acceso a mercados globales a entidades diminutas y trabajadores autónomos. El tamaño ya no es la ventaja que solía ser en los negocios. De hecho, el tamaño puede convertirse en una carga. Es difícil moverse rápido mientras se arrastran operaciones heredadas y una tonelada de lodo burocrático acumulado.
Actualmente, si la tecnología y todo el factor de los costos de transacción ayudan a las entidades pequeñas a entrar en los negocios, no cabe duda de que lo mismo será aplicable a las naciones. Económicamente, si usted es un país pequeño, puede aprovechar las redes y el software para jugar en el escenario mundial tan eficazmente como cualquier país grande. Y al igual que una compañía pequeña, un país pequeño puede moverse para reaccionar frente a mercados rápidamente cambiantes mucho más velozmente que una entidad grande.
¿Y qué hay de los desafíos que las naciones disidentes enfrentan? La Republika Sprska quiere separarse de Bosnia Herzegovina. Tendría que crear su propia moneda, un sistema fiscal propio, sus propias leyes, su propio control de tráfico aéreo y todas esas cosas que las naciones hacen. Pero eso sería más fácil que nunca. “¿Existe alguna manera de que los estados subcontraten las actividades públicas tradicionales sin dejar de ser eficaces como estados?”, pregunta Michael Auslin del Instituto Empresarial de Estados Unidos, que es un grupo de analistas. Lo más cercano que tenemos a una plataforma para países es la Unión Europea. En la UE, señala Auslin, “algunas actividades tradicionales de los estados-naciones se subcontratan a Bruselas.”
En los negocios, las plataformas han sido clave para la desincorporación. Un pequeño comerciante en antiguas jarras neti (que, aparentemente, fueron conocidas alguna vez como “duchas nasales” y que actualmente no están muy de moda) puede incorporarse a Etsy y evitar reproducir cada aspecto de una compañía. Etsy se ocupa de las transacciones, la atención al cliente, etcétera. Una versión para países más pequeños tomaría vuelo si alguien inventa una plataforma como Etsy o Airbnb para naciones disidentes.
Por supuesto, la plataforma deberá tener un lindo nombre que evoque la tecnología, como Politicy. O Airmy, para una plataforma militar.
La guerra es un obstáculo aquí. La capacidad militar parece difícil de subcontratar, aunque siempre ha habido un mercado floreciente para los mercenarios. “Si la paz fuera algo que se debería dar por sentado, la desincorporación para las naciones tendría mucho sentido”, señala Hemant Teneja, un inversionista de tecnología y defensor de la desincorporación. Tristemente, sin embargo, la paz no será algo que podamos dar por sentado en un futuro inmediato, dada la larga lista de guerras existentes en la actualidad.
Pero en términos generales, la reducción del volumen de una nación tiene más sentido. Los grupos más pequeños y más cercanos pueden gobernarse mejor que una gran aglomeración de grupos con necesidades que compiten entre ellas. Las fuerzas emocionales también son favorables para las naciones más pequeñas. “Cuando las personas tienen un sentido de unidad y voluntad para el sacrificio, se obtiene realmente una lealtad para una causa nacional”, dice Auslin.
Si las emociones y las fuerzas políticas favorecen la reducción del volumen, y las ventajas económicas de ser grande están desapareciendo gracias a la tecnología, y su proto-nación no parece necesitar la protección de un gran ejército en activo, bien, pues entonces es tiempo de divorciarse.
Ucrania tiene más probabilidades de lograr el éxito como una nación unida y ágil, subcontratando todo lo que pueda a la UE, que como un apéndice de Rusia. Veamos lo bien que lo ha hecho Estonia al romper con Rusia, abrazar la tecnología, inventar Skype e incorporarse a la plataforma de la UE. A principios de este año, la Fundación Heritage clasificó a Estonia como la 11ª mejor economía del mundo. El país tiene aproximadamente el mismo número de habitantes que Dallas.
Escocia está más cerca que nunca de romper su unión de 307 años con Inglaterra. Los escoceses lo decidirán en un referéndum que habrá de realizarse en septiembre. Las encuestas muestran una tendencia de aproximadamente 39% de los votos a favor de la separación, 51% en contra, y el resto de indecisos. Cuando los políticos escoceses hablan del porvenir económico independiente de Escocia, todavía lo limitan al petróleo del Mar del Norte. Pero el hecho es que las redes y el software hacen que una Escocia independiente sea más viable hoy que en cualquier otro momento de la historia.
La tendencia a la desincorporación pondría al presidente ruso Vladimir Putin y sus conquistas territoriales en el lado equivocado de la historia. En los negocios de la actualidad, si vemos que dos empresas se unen para formar una megafusión, ello se debe probablemente a que están empantanadas en un viejo modelo de negocios que depende del tamaño, mientras multitudes de entidades digitales pequeñas van contra ellas como si fueran abejas enfadadas. Véase la propuesta de fusión entre Comcast y Time Warner Cable, con un valor de US$45 mil millones.
Rusia parece Comcast en la época de YouTube. Si Putin quiere el poder, debe desarrollar una plataforma, no crear un imperio.
@kmaney