Quizá desde Los Pinos, tratan de debilitar a Eruviel Ávila Villegas, gobernador del Estado de México.
Es verdad que ganaron la Presidencia de la República, pero perdieron el Estado de México.
Esa es la expresión que domina entre el grupo de mexiquenses que hoy, seguros de sí mismos, caminan por los pasillos de la residencia oficial de Los Pinos.
Esa fue la meta que se propusieron desde hace una década. Primero, conquistarían una de las entidades más importantes del país, cuyo potencial —a decir de las cifras del Inegi— es similar a más de tres países juntos de Centroamérica y otros más de África; tiene agua, tierras de cultivo, industria, capital monetario en abundancia, considerados por los economistas como los factores de producción más importantes para una nación en desarrollo. En suma, el Estado de México lo tiene todo.
Y ese también fue el objetivo del los llamados Golden Boys, jóvenes priistas cuya formación política derivó en lo que ellos mismos califican como el mítico Grupo Atlacomulco.
Encabezados por Enrique Peña Nieto —hoy presidente de México—, los muchachos de oro que quieren a toda costa, en estos momentos, gobernar su tierra, están integrados por Luis Miranda Nava, Carlos Iriarte Mercado, Miguel Samano, Ricardo Aguilar Castillo y, a la postre, reforzados por Ernesto Nemer, este último herencia de Emilio Chuayffet de quien, en sus mejores años de juventud, fungió como su secretario particular, desde la presidencia municipal de Toluca, hasta la Secretaría de Gobernación, pasando por el gobierno mexiquense.
Pero en el camino los Golden Boys tuvieron que ceder otro espacio para integrar a Alfredo del Mazo Maza, hijo del hermano mayor que nunca tuvo el entonces presidente de México, Miguel de la Madrid Hurtado, y que le valió a Alfredo del Mazo González —padre—, entones titular de la desaparecida Secretaría de Minas e Industria Paraestatal (Semip), convertirse en serio aspirante a la Presidencia de la República, y autor de aquella confusión del “destape” de Sergio García Ramírez, cuando ya se había declarado a Carlos Salinas de Gortari como el “bueno” por las huestes priistas.
Desde esa época reciente, los mexiquenses intentaron sin éxito ganar la Presidencia de la República.
Después de que Del Mazo González fue derrotado en la lucha por la grande, le siguieron en más derrotas Emilio Chuayffet y Arturo Montiel Rojas, 18 años que si bien fueron sufridos, los recuperó con creces el entonces Golden Boy, Enrique Peña Nieto.
Por eso se intenta hoy echar adelante la venganza de los Golden Boys tras haber sido derrotados hace tres años por un presidente municipal, el de Ecatepec; afrenta que al parecer nunca le perdonarán al priista Eruviel Ávila Villegas, gobernador mexiquense en funciones.
Ellos —los Golden Boys, ya sin el Presidente de la república— lo quieren todo, por eso al parecer intentan aplicar a pie juntillas el principio maquiavélico: “¡El poder se ejerce, no se comparte!”.
Y en eso están, pues quizá desde Los Pinos tratan de debilitar a Eruviel Ávila Villegas para repetir el viejo estilo priista de gobernar, impuesto, en su momento, por Carlos Salinas de Gortari con sus conocidas “concertacesiones”, que les costó el cargo a varios gobernadores, incluido el desaparecido Mario Ramón Beteta Monsalve, quien por presiones del grupo Atlacomulco —trascendió en esas fechas— tuvo que solicitar licencia para separarse del gobierno del Estado de México y dejar el lugar a Ignacio Pichardo Pagaza, a la postre líder nacional del PRI, en esos años de convulsión política por el asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta.
Todo está dibujado en el escenario dominado por los niños de oro, y aprovechan la ola de violencia, derivada de la actuación de la delincuencia organizada en el país, para adjudicarle a su territorio mexiquense el cliché de una ruta del narco en donde supuestamente operan los carteles más importantes dedicados a la producción, tráfico y venta de drogas, responsabilizando al gobierno estatal en turno de dicho flagelo.
Pero el gobierno de Eruviel Ávila se defiende y cede a la vez. Permitió la llegada a su gabinete de Damián Canales Mena, un policía de todas las confianzas de Osorio Chong, actual secretario de Gobernación, y a cambio despidió a su funcionaria de confianza que fungía como titular de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), Rocío Alonso Ríos.
En breve, como respuesta a los ataques velados en su contra, relevará, a su favor, a uno de los principales miembros de su gabinete, cuyo cargo le fue heredado, para nombrar a un político propuesto por el mismo Eruviel, solicitando la anuencia, primero, en Los Pinos, para evitar una nueva imposición que le dé más ventajas a los Golden Boys que quieren el gobierno mexiquense antes de que termine el sexenio, que ya cumplió dos años siete meses, plazo que establece la Constitución Política del Estado de México como válido para aceptar la solicitud de licencia del gobernador en turno.
Por eso Eruviel Ávila Villegas, al parecer, de una vez por todas, ha determinado defenderse de los embates, y el pasado jueves ya lo esbozó frente a los representantes de unos 1000 industriales de la construcción, gremio poderoso en la entidad:
“El fenómeno [de la delincuencia y violencia en la entidad] es temporal”, les dijo a los constructores, y también les aclaró: “El hecho de que las fuerzas federales del orden ronden por el territorio mexiquense no es un gesto de incapacidad (de mi gobierno), es una acción de coordinación”.
Y por eso en los próximos días (en caso de que no haya ocurrido otra cosa al cierre de esta edición), alguien desde las alturas declarará en público, vía medios de comunicación o evento oficial, posiblemente la poderosa advertencia priista, el “no se hagan bolas”, refiriéndose a que Eruviel Ávila Villegas fue electo para seis años por millones de mexiquenses apegados a todas las normas legales.
Y de concretarse este anuncio, los Golden Boys que rondan por los amplios pasillos de Los Pinos, habrán perdido de nuevo otra batalla frente al oriundo de Ecatepec, quien a cambio tendrá que renovar a su principal equipo de trabajo que le está deteriorando su imagen, cediendo, en algunos puestos, a las recomendaciones de “arriba”, pero Eruviel se ahorrará el trabajo de acudir a sus aliados anidados en la oposición del país que, en cierto momento, lo apuntalaron para convertirse en gobernador mexiquense, y que izquierdistas y derechistas con fuerza nacional no lo pensarían dos veces para de nuevo rescatar de las redes de los Golden Boys al expresidente municipal de Ecatepec, quien ya les ganó una vez a los niños de oro al haber logrado el gobierno del Estado de México.
Está en la posición, Eruviel, de ganarles otra vez. Y dispuesto a repeler la venganza Golden Boy.
Tomás Flores Rosales es analista y maestrante en Periodismo Político. Tiene estudios en análisis político por el CIDE y es especialista en estudios electorales. Twitter: @TomasFloresR10