En medio de un aparatoso dispositivo de protección, el asunto toral de la reunión entre Obama, Harper y Peña debe ser el de… la seguridad.
Desafiando las advertencias de las autoridades y aplicando recursos públicos para abonar a su “spring break”, Malia Obama, de 14 años de edad, junto con sus 12 amigos obligaron a la movilización de 25 agentes del Servicio Secreto, y otros más de Estados Unidos de Norteamérica, para implantar una logística de seguridad en la entidad mexicana de Oaxaca, en donde también participó la Policía Nacional y las locales, a fin de proteger a la hija del presidente estadounidense Barack Obama, quien decidió conocer la cultura oaxaqueña a modo de disfrutar su período vacacional, no obstante el anuncio oficial en su país de no viajar a dicho estado por considerarse de alto riesgo para los norteamericanos, publicó en marzo pasado The Judicial Watch Blog con sede en Wasington, D. C.
La publicación digital de manera sutil critica la desobediencia de la hija del presidente de Estados Unidos a las alertas lanzadas de no viajar a ciudades mexicanas catalogadas de alto riesgo o de las más “violentas”, describe.
Incluso critica el despilfarro de los recursos económicos que implicó el viaje de Malia Obama a cargo de los contribuyentes estadounidenses.
En los meses recientes han muerto miles de personas por la violencia del narcotráfico en México, lo que hace suponer que “esto suena como una zona de violencia en lugar de una zona vacacional”, describe la publicación. “Es muy probable que ningún padre responsable deje a su hija adolescente viajar a ese lugar sin una armada de agentes del Servicio Secreto que los esté resguardando en todo momento”, enfatiza a modo de reclamo por el dinero público que gastó la hija de Barack Obama en su viaje de placer a México, si bien fue informada sobre los riesgos de violencia.
Y es en este escenario como se prepara la visita de Barack Obama a Toluca, capital del Estado de México, en el marco de la llamada Cumbre de Líderes de América del Norte, a desarrollarse el 19 de febrero próximo, lo que ha implicado el “amurallamiento” de una parte del primer cuadro de la ciudad mexiquense.
De manera sigilosa, efectivos del Servicio Secreto norteamericano y de Canadá, cuyo primer ministro, Stephen Harper, también forma parte de esta cumbre juntó con el presidente de México, Enrique Peña Nieto, vigilan las calles de Toluca, al grado que se cerrarán escuelas, hospitales y algunos comercios aledaños al lugar sede de la reunión trilateral.
Incluso los edificios que albergan los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial apostados en el centro de la ciudad capital del Estado de México ya pasaron a control de las autoridades federales, las cuales, coordinadas con el Estado Mayor Presidencial, instancia a cargo de la seguridad del presidente mexicano, las entregarán al Servicio Secreto estadounidense durante el desarrollo del foro trilateral.
La vigilancia es a tal extremo que el gobernador del Estado de México, al cual geográficamente pertenece Toluca, reveló que su despacho de jefe del Ejecutivo estatal fue prestado para que sea usado durante la cumbre.
Radares de alta tecnología, detectores, francotiradores, agentes de la CIA encubiertos y maniobras del FBI y Servicio Secreto preparan el escenario en donde se llevarán a cabo los trabajos trilaterales.
La plaza cívica de Toluca será el punto de entrada a la sede de la Cumbre de Líderes de Norteamérica, la cual podría servir de helipuerto para el cúmulo de invitados que hasta el cierre de esta edición se mantenía en secreto, al igual que no se revela de manera oficial el lugar a donde llegará Barack Obama.
Las especulaciones cambian a cada momento aunque los trabajos en el aeropuerto internacional de Toluca Adolfo López Mateos, han sido permanentes desde hace días; estos están orientados a fortalecer la seguridad interna y externa, mantenimiento de carreteras de entrada y salida a la terminal área, aumento de elementos de seguridad y una inusual restricción al uso de zonas comunes y la constante presencia de efectivos militares, policías federales y agentes vestidos de civil en las periferias donde llegan los vuelos internacionales.
Lo mismo ocurre en la llamada zona hotelera cercana al centro de la ciudad de Toluca, en donde se ha reportado una ocupación de casi 100 por ciento a unos días de que se inaugure la mencionada cumbre, por lo que la alcaldesa de la ciudad, Martha Hilda Gonzales Calderón, hizo un llamado a los dueños de los comercios cercanos al epicentro donde estarán Obama, Harper y Peña, para cooperar a fin de suspender sus actividades, la cual se calculan serían solo durante 12 horas en el caso de los establecimientos muy cercanos al evento, a cambio tendrán estímulos fiscales, prometió el gobernador Eruviel Ávila Villegas.
Toluca de Lerdo es la capital del Estado de México y cabecera del municipio de Toluca; este cuenta con una población de 819 561 habitantes y es el centro de la quinta zona metropolitana más habitada del país, con una población estimada, en el año 2010, de 1 millón 846 602 habitantes, lo que la hace la quinta más importante de México, después de las ciudades de México, Guadalajara, Monterrey y Puebla. Además, es el número 34 de América del Norte.
Toluca se encuentra a solo 66 kilómetros de la Zona Metropolitana de la ciudad de México, conformada por el Distrito Federal y los municipios mexiquenses conurbados del valle de México, que constituyen el principal complejo poblacional del país.
Es aquí en donde el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, exgobernador mexiquense, ha desempeñado el cargo más importante de su carrera política antes de arribar a la titularidad del Ejecutivo Federal, y por eso pareciera que trata de rendir homenaje a la demarcación que lo impulsó a su unción como uno de los líderes de América del Norte, y en donde se concentrará por un día el poderío de Estados Unidos de América representado por su presidente, Barack Obama, cuya presencia convertirá a la ciudad de Toluca en una de las más mencionadas en el mundo, como ya ocurre en varios países atentos a la reunión que sostendrán los llamados líderes de Norteamérica.
Los temas a tratar en la cumbre son los siguientes: economía, cadenas de producción y, visas y movimientos de personas.
Sin embargo, el asunto toral de la reunión entre Obama, Harper y Peña deberá ser el de seguridad en virtud de que, si bien con Canadá los estadounidenses no tienen muchos problemas al respecto, el gobierno de Obama ve con extremado riesgo a México en dicho renglón, y por tanto esta sexta cumbre no se augura muy favorable para el gobierno de Enrique Peña Nieto.
Algunos analistas han interpretado el encuentro trilateral apenas con tiempo para tomarse la foto, sin sustento y sin beneficios para la nación sede en virtud de que las relaciones bilaterales México-Estados Unidos no están aún fortalecidas a un año de la llegada de Peña a la presidencia de México:
1. El caso de Caro Quintero fracturó las relaciones entre ambos países.
2. La desconfianza que proyecta Estados Unidos hacia México se distingue con el espionaje que la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés) aplicó a Enrique Peña Nieto cuando fue candidato a la presidencia de la República.
Es verdad que la reunión coincide con el 20 aniversario de la firma del Tratado de Libre Comercio entre Canadá, México y Estados Unidos, pero a diferencia de opiniones que le dan relevancia en la agenda del encuentro, existen evidencias en el sentido de que para los estadounidenses no es un capítulo sustancial, ni siquiera es importante en sus medios de comunicación; es un renglón que le interesa más al gobierno mexicano que al canadiense y estadounidense, por lo que no hay materia para que el TLCAN se sume a la agenda trilateral como prioritario.
Incluso algunos expertos destacan que es más importante para el gobierno de Estados Unidos observar de cerca los comportamientos del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que arribó de nueva cuenta al poder presidencial mexicano mostrando grandes dotes de saber gobernar, pero a la vez bajo sospecha de un enorme nivel de corrupción que aplica el partido para subsistir. Y eso le preocupa más a los estadounidenses en virtud de que vulnera —en cierto momento— los protocolos de su seguridad interna.
La reforma migratoria es otro de los temas que podrían quedar fuera del protocolo de la reunión trilateral Canadá-México-Estados Unidos en virtud de que es un asunto más del congreso estadounidense que de su presidente Barack Obama.
En noviembre próximo se llevarán a cabo las elecciones intermedias en Estados Unidos para renovar a los 435 representantes de la cámara baja, así como 33 de los 100 senadores, lo cual es sintomático para dejar a un lado el tópico de la reforma migratoria en esta Cumbre de Líderes de América del Norte, pues el gobierno de Barack Obama ha mostrado no tener la fuerza suficiente para convencer a los republicanos de hacer suya la reforma referida que beneficiaría a millones de mexicanos y latinos que trabajan en Estados Unidos, y por tanto se antoja que el tema migratorio se colocará en agenda distinta.
Cabe recordar que durante la primera reunión de la Cumbre de Líderes de América del Norte, en el año 2005, se fincó el compromiso de construir una comunidad de América del Norte con base en la prosperidad, intención que se esfumó en la medida que Estados Unidos entró en dificultades extremas relacionadas con el techo de su deuda y de los servicios de salud, casos ambos que interesan más a los norteamericanos en lugar de preocuparse por los acuerdos trilaterales que no ofrecen beneficios directos a su población educada en el consumo, opulencia y alto nivel de estilo de vida, como lo muestra la acción de Malia Obama que, pese a las advertencias de no viajar a una ciudad calificada como violenta, lo hizo apoyada por un séquito de efectivos de los servicios secretos con cargo a los impuestos de los estadounidenses, como lo refirió el blog en Washington, D. C.
Rafael Fernández de Castro, profesor e investigador del ITAM, en la introducción del libro titulado ¿Qué es Estados Unidos?, del Fondo de Cultura Económica, señala que la actitud de los mexicanos hacia Estados Unidos es compleja: los admiramos, pero los condenamos. Quisiéramos parecernos a ellos, pero los rechazamos. Vemos en ellos lo mejor y lo peor de la civilización. Bendito consumo y estilo de vida, pero nos golpean sus excesos, su drogadicción y su desintegración familiar:
“Qué diera nuestros país por tener 100 kilómetros de frontera con Estados Unidos”, dice un diplomático israelí, a lo que ataja el diplomático mexicano: “100 kilómetros, pero no 3200”.
Estas frases revelan una especie de esquizofrenia —continúa el especialista— en la actitud de los mexicanos hacia Estados Unidos: algunos sienten mucha aversión, otros mucha empatía y otros cuantos más tienen un criterio maduro sobre la compleja, intensa y asimétrica relación que tenemos con ese país.
El denominador común que subyace a la esquizofrenia, o bien a las distintas posiciones hacia Estados Unidos, es la falta de información. Y es que, por lo general, los mexicanos sabemos muy poco de la historia, la economía, la política y la cultura de nuestros vecinos.
Tomás Flores Rosales, analista y maestro en Periodismo Político, es director general del diario 8 Columnas. Twitter: @TomasFloresR10