Google y otras compañías aseguran que los robots actuales son como los teléfonos celulares que parecían ladrillos.
Blanca Nieves fue profética. En una escena de la película Disney de 1937, la heroína consigue que un grupo de aves y lindas criaturas del bosque limpien la casa de los enanos mientras ella canta “Silbando al trabajar”.
Así serán las tareas domésticas en un par de décadas, aunque todo el trabajo correrá a cargo de pequeños robots, cada cual construido para una función específica. Unos flotarán en el aire para recoger el reguero, otros treparán por las paredes para lavar ventanas y otros más se escurrirán bajo los muebles para aspirar, mientras nos sentamos a disfrutar de un cappuccino y mirar repeticiones de nuestra serie televisiva favorita.
Afuera, una horda de robots limpiará las calles, podará árboles y regará las plantas; drones de cuatro rotores, tal vez decorados con la carita feliz de Amazon.com, entregarán pequeños paquetes a domicilio; y los bultos más pesados –digamos, un refrigerador- llegarán a casa en un vehículo autónomo de Google, que también transportará un forzudo bot Google de seis piernas, el cual levantará el refrigerador y lo depositará, con mucho cuidado, justo donde lo queramos.
El Día de Acción de Gracias, Amazon desveló su gran proyecto de reparto robotizado en el programa 60 Minutes y casi de inmediato, comenzaron a circular chistes y indignados comentarios:
Los cazadores cogerán sus rifles y usarán los drones como blancos de tiro.
Cientos de drones sufrirán cortos y caerán del cielo cuando se desate una tormenta.
Walmart está desarrollando drones que matarán a los de Amazon.
Días después de la noticia de Amazon, Google hizo pública su flamante unidad de robótica bajo la dirección de Andy Rubin, el genio creador del sistema operativo de Google, Android. Su mensaje: la inversión de la compañía no es broma. Los robots son una realidad.
De hecho, Google y muchas otras empresas creen que los modernos robots son como los teléfonos celulares de antaño
–grandes como ladrillos y en extremo costosos- y aunque tal vez transcurran una o dos décadas, es indiscutible que, muy pronto, todos tendremos un robot, incluso varios de ellos.
Los bots no tendrán el aspecto que imagina la mayoría; no caminarán ni hablarán como C3PO o Rosie, la doméstica de Los Supersónicos, pues un robot humanoide multifuncional no tiene mucho sentido. Como escribió el pensador tecnológico Kevin Kelly: “Exigir que [los robots inteligentes] parezcan humanos, se fundamenta en la misma lógica fallida de exigir que el vuelo artificial imite el de las aves, con aleteo y todo”.
En vez de ello, invertiremos poco a poco en muchos tipos de robots, cada uno diseñado y construido, específicamente, para desempeñar una tarea particular de una manera que nos ahorre tiempo, dinero o esfuerzo.
Los drones de Amazon cumplirían ese objetivo. Cargados de inteligencia artificial, prometen repartir pequeños artículos más rápido que cualquier humano.
Los vehículos autónomos experimentales de Google son otro tipo de robot y un día, el conductor del camión repartidor será tan redundante como el operador de un ascensor.
Si bien la robótica y la inteligencia artificial son especialidades muy complejas, reciben tantos fondos para investigaciones de laboratorio y start-ups que las tecnologías llegarán antes que podamos integrar los robots a nuestra vida práctica y nuestros sistemas social y legal. Imaginar drones repartidores funcionales es más fácil que visualizar un cielo neoyorquino ensombrecido por miles de aparatos que transportan de todo, desde zapatos hasta pizzas.
“Resolveremos esos problemas cuando los beneficios sociales sean suficientemente importantes”, comenta Colin Angle, director ejecutivo de iRobot (fabricante del abuelo de los robots para consumidores, la aspiradora Roomba), agregando que, cuando se inventaron, los automóviles eran increíblemente peligrosos, perturbadores y temidos.
La sociedad ha avanzado mucho en robótica y a menudo no nos damos cuenta. Hace poco visité a unos parientes que tienen una enorme granja en Saskatchewan, Canadá, donde nada más tres personas participan en la cosecha gracias a que la gigantesca cosechadora posee tantas características inteligentes, que el conductor solo debe conducirla sin apenas tocar algo más. En la próxima década, esas características serán tan superiores que el agricultor podrá permanecer en casa y revisar sus acciones en el mercado de valores, mientras las máquinas hacen todo el trabajo de campo.
Siguen apareciendo nuevos robots. Una compañía llamada Knightscope recién desveló su guardia de seguridad robótico, el cual puede recorrer el piso de una bodega durante la noche, capturando con su cámara cualquier actividad inusual y registrando fugas con sus sensores para químicos.
La start-up Play-i produce bots que parecen juguetes, con los cuales un pequeño de cinco años puede aprender a programar un robot. Y ya puede imaginar adónde conducirá eso en un par de décadas: adultos de 25 años inventando robots cada vez más inteligentes.
Rodney Brooks, director del laboratorio de robótica del Instituto de Tecnología de Massachusetts y cofundador (con Angle) de iRobot, ha lanzado una nueva compañía de robótica denominada Rethink Robotics, la cual produce un robot industrial de bajo costo, fácil de entrenar y capaz de trabajar con seres humanos. Por ejemplo, un empresario podría instalar uno en su cochera y enseñarlo a hacer algo, creando así una pequeña fábrica automatizada
Brooks y Angle siempre han creído que Roomba fue la primera fase del “hogar robotizado”, de modo que continuaron su propuesta con Scooba (robot que lava el suelo) y han prometido otros para tareas similares –tal vez uno para lavar ventanas o doblar la ropa (iRobot no dio información específica). Los bots seguramente estarán conectados de manera inalámbrica entre sí y con una especie de “mayordomo en jefe”, un robot que reciba las órdenes del propietario y distribuya las tareas entre muchos mini-bots (hablando de profetizar, una vieja caricatura Looney Tunes de 1947 se aproximó mucho a ese concepto).
No es fantasía que los robots puedan trabajar con personas, insiste Angle. Y esa meta no está en un futuro lejano, cada vez lo vemos más cerca en diversos sectores.
Además, es mucho más asequible que hacer que aves y ardillas limpien la casa.