Estamos a prácticamente 20 semanas de elegir a quien será el nuevo presidente de México, así como a la totalidad del Congreso de la Unión; se elegirán también nueve gubernaturas y se renovarán las autoridades en más de 1,300 alcaldías del país.
Se trata de una elección que, dadas las características de las candidaturas que ya están perfiladas, se ganará con base en las propuestas que logren posicionar quienes aspiran a gobernarnos, pero también con base en las estructuras de promoción y de movilización del voto que logren desplegar y motivar a lo largo de las campañas y durante la jornada electoral.
¿Cuántos votos requiere un candidato presidencial para ganar? Es claro que, en los dos últimos procesos electorales, la “recta final” de las campañas la lideraron sólo dos candidaturas de los llamados “partidos grandes” y en los dos casos el “tercer lugar” se desplomó teniendo muy baja votación.
Los datos no dejan lugar a dudas. En 2006, Felipe Calderón obtuvo el triunfo con 15,000,284 votos; Andrés Manuel López Obrador, en el cómputo final, obtuvo 14,756,350 votos; mientras que Roberto Madrazo Pintado obtuvo en esa ocasión 9,301,441 votos.
En el año 2012 se invirtieron drásticamente las posiciones: Enrique Peña Nieto obtuvo 19,226,784 votos; Andrés Manuel López Obrador obtuvo 15,896,999; mientras que Josefina Vázquez Mota llegó a sólo 12,768,647 votos.
A diferencia de la campaña de 2012, la polarización política fue mucho menor a la que se registró en 2006, lo cual puede explicar, en parte, las diferencias en las votaciones obtenidas.
A pesar de ello, es interesante obtener los promedios de votación obtenidos en ambos procesos. Andrés Manuel López Obrador tiene el promedio más alto, con 15,326,675 votos; le siguen el PRI y los aliados que tuvo en cada uno de los procesos, con 14,264,113 votos; mientras que el PAN y sus aliados han obtenido, en promedio, 13,884,466 votos.
Obtener estos datos es relevante, porque permiten dimensionar la magnitud del llamado “voto duro” con que cuenta cada uno de los interesados. Siendo en este caso Andrés Manuel López Obrador (que no Morena y sus aliados) y el PRI los que parecen tener un mayor respaldo “permanente” del electorado.
Dadas las condiciones actuales, las tendencias de las encuestas y la dimensión del padrón electoral, es viable pensar que quien haya de ganar la presidencia de la República en julio de este año requiere al menos (considerando además el promedio de votos con que se ha ganado en 2006 y 2012) de una suma de 17 millones de votos si es que, en efecto, la elección de “divide en tres”.
Si tanto el PRI y sus aliados, como López Obrador y los suyos, tienen cada uno una base de “voto duro” de alrededor de 7 millones de votantes, entonces tienen que “recolectar” 10 millones de votos adicionales a su base para estar en posibilidades de pelear “la punta” en el proceso electoral.
Respecto del Frente que encabeza Ricardo Anaya, no queda claro en cuánto puede estimarse su voto duro, pero bien podría asumirse igualmente en una cifra de entre 5 y 6 millones de votos.
En cualquier caso, lo que es claro es que en las campañas que vienen cada una de las fórmulas que está compitiendo requiere garantizar, al menos, una “cosecha” semanal de 500 mil votos en los recorridos, eventos, reuniones y demás actividades que habrán de desarrollarse, si es que quieren realmente tener un papel competitivo.
Como puede verse, la tarea que tienen las estructuras partidistas es enorme. Por lo que ahora más que nunca la ciudadanía debe ser responsable y no permitir, por ningún motivo, que los recursos públicos -sobre todo en los ámbitos locales, donde se dan las batallas más duras- se utilicen con fines político-electorales, porque en esta elección, cada voto, cada aliado, tiene un peso específico que puede contribuir a que uno u otro pueda obtener el triunfo electoral.