No tenía idea de lo que hacía cuando accedí a escribir una reseña sobre la última locura en frappuccinos de Starbucks. ¿Cómo iba a saberlo? Lo llaman “el Unicornio”, nombre que no evoca un sabor específico al paladar humano típico; a menos que comas carne de caballo, supongo.
Fui al Starbucks más próximo a mi oficina antes de las 8 a.m. y me impactó descubrir que el Unicornio se estaba vendiendo como pan caliente desde su primer día en el mercado. La bebida colorida, como sacada de una caricatura, aparecía en todos los letreros del establecimiento de la cadena de cafeterías, proclamando que “el Frappuccino Unicornio cambia de sabor” y está “¡Hecho solo con los mejores arcoíris!”.
Hay algo especialmente desconcertante en una cafetería común y corriente que promueve una bebida hecha con “arcoíris” en vez de informar a su clientela sobre los ingredientes realmente peligrosos que contiene. No. El brebaje mezclado no está confeccionado con una pizca de sol y rociado con jugos mágicos de arcoíris y unicornios. Tiene 450 gramos de grasa, químicos y azúcar.
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Suma un total de más de 400 calorías. Incluye 95 gramos de azúcar, 10 gramos de grasa saturada sin adulterar (con otros 6 gramos de grasa de Dios sabe dónde), y 45 miligramos de colesterol. Y yo pretendía beberme todo eso antes de las 8 a.m.
Recogí la bebida fría y colorida que me entregó el sonriente barista, Josh, a quien saludo casi todos los días. Por supuesto, me disculpé por hacer que su trabajo fuera más penoso de lo habitual. “¿Por qué?”, preguntó. “Porque tienes que fingir que esto no es lo peor que has preparado en tu vida”, respondí, antes de dar vuelta y dirigirme a la calle.
Antes de salir, me detuvo una jovencita de unos 13 años. “Disculpe”, dijo, mirando rápidamente de mis ojos a mi Unicornio, varias veces. “¿Puedo hacerme una foto con eso?”.
Le pregunté si le gustaría probar un poco en otro vaso. “¡Ja, ja! ¡Asco! ¡No!”, rio, tomando una foto desde muy arriba de su cabeza para mostrar su mano (adornada con un reloj Michael Kors y pulseras con cuentas) sujetando una bebida que no era suya. “¡Gracias!”. Salimos juntos del establecimiento y me encaminé hacia la oficina. “¿No vas a comprar algo para ti?”, pregunté. “Nop”, repuso, buscando la app de Facebook en su teléfono.
Así, sin más, sin siquiera consumir un café o alguna otra bebida, la visita de aquella niña a Starbucks había sido una experiencia satisfactoria y exitosa. De hecho, había alertado al mundo que era más “tendencia” que sus amigos y seguidores, y no tuvo que gastar la barbaridad de cinco dólares para obtener el vaso de aguas negras que, de muy mala gana, tuve que pagarle a Josh.
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Sin embargo, no comprende que supost, y la infinidad que están circulando, solo demuestra que la estratagema mercadotécnica de Starbucks es una victoria mucho más aplastante que las decenas de “me gusta” que recibirá su foto. Los influyentes hacen fotos de objetos brillantes y los publican en plataformas de medios sociales; los seguidores llegan a cualquier extremo para poner sus manos en dichos objetos brillantes y subirposts adicionales; luego, los medios escriben “reseñas candentes” sobre dichos objetos brillantes, hasta que las industrias multimillonarias crean una versión nueva de aquel objeto brillante. Y el círculo vicioso se perpetúa, sin prestar atención real a la calidad o el valor del producto.
Quiero ser enfático, esta es la peor bebida que he comprado en mi vida. Y no es un eufemismo: el Unicornio de Starbucks sabe a una combinación de fango metálico y fluoruro tópico que usan los dentistas. La cadena de cafeterías asegura que sufrappuccino posee “sabores mágicos”, los cuales “inician dulces y afrutados, transformándose en una acidez agradable”. Y el espectáculo culmina con “polvos de hada azules” y rosados.
Resulta casi desconcertante la facilidad con que Starbucks logra evitar toda responsabilidad legal con los clientes que puedan experimentar efectos secundarios adversos, pues argumenta que se trata de un postre en extremo malsano que crearon las hadas. ¿Qué clase de polvo azul están engullendo los preadolescentes en estos momentos? Entre los ingredientes más utilizados para esta monstruosidad se cuentan maltodextrina, azúcar, color, ácido cítrico, espirulina y agua; sabores artificiales, más azúcar, sal, y mono y diglicéridos. Es como si la cadena de cafeterías más popular del mundo tratara de dañar a esos clientes, deliberadamente, utilizándolos como conejillos de Indias en su experimento de laboratorio más reciente.
“Es la versión azucarada de un trago”, dijo un colega al describir el Unicornio. “Esto es Pepto Bismol disfrazado de felicidad”, afirmó otro.
Los unicornios no existen, y esta bebida tampoco debería existir. Por fortuna, solo estará a la venta hasta el 23 de abril. Pruébala, si te atreves. O solo hazlo por tu Instagram… si es que, en definitiva, no puedes resistir la tentación de que Starbucks te utilice como herramienta para su publicidad.
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Publicado en cooperación con Newsweek /Published in cooperation with Newsweek