DURANTE SIGLOS, que se remontan hasta la época del zar Iván el Terrible, el vodka ha sido la bebida preferida de Rusia. Otro zar, Pedro el Grande, siempre tenía una copa de vodka en los banquetes del palacio: beberla de un trago era el castigo por llegar tarde. Dmitri Mendeleev, el inventor de la tabla periódica, escribió su tesis doctoral sobre la destilación del vodka en 1865. Y la leyenda dice que el padre de Josef Stalin le daba a su pequeño hijo un trapo empapado en vodka en lugar de un chupete.
Sin embargo, en la actualidad los analistas afirman que la bebida nacional del país está siendo reemplazada por alternativas más ligeras, más de moda y más baratas, como la sidra amarga. La prueba: las últimas cifras del Servicio Federal de Estadísticas de Rusia muestran que la venta legal de sidra frutal aumentó 35 por ciento en los tres primeros trimestres de este año. Por su parte, las ventas de vodka apenas se movieron.
Esta decadencia comenzó gradualmente en 2007 mientras una nueva generación de rusos crecía con una variedad más amplia de opciones. Sin embargo, se ha acelerado rápidamente en años recientes conforme la crisis económica del país empeora, en parte debido a las sanciones impuestas por Occidente y a la caída de los precios del petróleo.
Al parecer, el vodka no solamente está fuera de moda entre los jóvenes rusos, sino que también es demasiado caro. Desde 2013, el gobierno ruso ha realizado pronunciados aumentos anuales en el impuesto interno a las bebidas alcohólicas. En 2014, el gobierno también incrementó del precio mínimo del vodka, al tiempo que la recesión en ese país perjudicaba el gasto del consumidor. Desde el inicio de la crisis financiera hace dos años, los precios de las bebidas alcohólicas han aumentado casi 21 por ciento. El resultado: las ventas legales de vodka ruso se redujeron 13.4 por ciento en comparación con el mismo período dos años atrás. Solo en meses recientes la industria ha mostrado signos de estabilización, siendo probable la introducción de un nuevo impuesto interno en 2017.
Aún no está claro en qué medida el gusto de Rusia por el vodka ha disminuido debido a que los analistas no toman en cuenta el enorme mercado negro de bebidas alcohólicas que existe en el país. Finam, una empresa de investigación de mercados con sede en Moscú, calcula que las ventas ilegales constituyen al menos 20 por ciento del comercio de alcohol en Rusia, mientras que el Departamento de Agricultura de Estados Unidos ha mencionado cifras que calculan que ese número asciende a 50 por ciento.
“Desde la década de 1990, una gran proporción del mercado del vodka ha sido ilegal, aunque suele ser producido por las mismas empresas que fabrican el vodka legal”, dice Sergey Aleksashenko, analista económico ruso del Instituto Brookings, con sede en Washington. “El incentivo financiero de evadir el impuesto interno es muy grande, debido, entre otras cosas, a que la fabricación del vodka es sencilla y barata. Es más rentable que el petróleo”.
Ahora que se aproximan las fiestas de fin de año, deberá ser mucho más claro en qué medida el vodka ha caído de la gracia de los rusos. Por primera vez desde el lanzamiento de su nuevo sistema de demarcación de botellas a escala nacional, realizado en enero pasado, Moscú intentará dar seguimiento de manera electrónica a todas las transacciones de alcohol en el país.
Así que cuando los rusos brinden por el Año Nuevo, seguramente el Kremlin los estará observando.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek