En las últimas semanas, el Congreso de la Unión ha concentrado su atención en dos propuestas que, en apariencia, buscan dignificar la vida laboral: la reducción de la jornada laboral y la llamada “Ley Silla”. Sin embargo, en el sector terciario —donde operan más de 5.2 millones de negocios que dan empleo a más del 63 % de la fuerza laboral nacional— lo que vemos no es progreso automático, sino una profunda desconexión con la realidad operativa, económica y social de millones de empleadores y trabajadores.
Desde CONCANACO SERVYTUR hemos sido enfáticos: reducir la jornada laboral, incluso de manera gradual, no es viable para quienes dependen del contacto directo con el público, del horario extendido, del movimiento diario que marca el pulso del comercio, los servicios y el turismo. La diferencia entre operar 8 horas o 7 puede significar recortar turnos, disminuir ingresos o trasladar la presión a quienes hoy no tienen alternativas. Y no lo decimos desde la resistencia, sino desde la responsabilidad de representar a las empresas que abren todos los días y generan empleo formal.
Lo mismo ocurre con la Ley Silla. Estamos de acuerdo con el principio: cuidar la salud y el bienestar de las personas trabajadoras. Pero una ley que impone sin considerar los contextos, sin diferenciar entre tipos de negocio, tareas o flujos de atención, puede convertirse en una carga operativa más, en especial para las micro y pequeñas empresas, que representan más del 95 % del tejido empresarial del país. ¿Qué pasa con una tienda de abarrotes atendida por una sola persona? ¿Cómo se aplica en un local de comida con un solo operador?
Ambos proyectos parten de una buena intención, pero carecen de diálogo técnico y proporcionalidad económica. No reconocerlo es irresponsable. Por eso hemos llamado al Poder Legislativo a construir una ruta donde el bienestar no esté reñido con la viabilidad, donde las reformas no ahoguen a quienes sostienen la economía desde abajo.
Como mujer empresaria, me parece inaceptable que no se consulte a quienes estamos en el terreno. Las decisiones laborales deben construirse con evidencia, diálogo y visión productiva. Dignificar el trabajo también significa proteger los empleos.
Porque no se trata de trabajar menos: se trata de trabajar mejor… y que todos puedan seguir trabajando.
*Directora General de Entorno Corporativo y Político S.C.