Los jitomates silvestres en las Islas Galápagos han retrocedido millones de años en su evolución, de acuerdo con un nuevo estudio. Investigadores de la Universidad de California (UC) en Riverside identificaron que estos frutos —descendientes de ancestros sudamericanos que probablemente llegaron al archipiélago del Pacífico transportados por aves— ahora generan un coctel molecular tóxico que no se había manifestado en mucho tiempo.
Los biólogos calificaron este fenómeno como un caso raro y sorprendente de “evolución inversa”. Adam Jozwiak, bioquímico molecular de la UC Riverside y autor principal del estudio, explicó a Newsweek que, aunque el término “desevolución” resulta atractivo como titular, lo que realmente ocurre es que la evolución toma un giro inesperado y recupera un estado que existió hace millones de años. ¿Podría ocurrir algo similar en los humanos? Jozwiak dijo que, en teoría, sí.
“Los humanos, como todos los organismos, están sujetos a fuerzas evolutivas. Si las condiciones ambientales cambiaran drásticamente a lo largo del tiempo, es posible que rasgos de nuestro pasado lejano resurgieran, pero es muy incierto si eso sucederá. Es especulativo y tardaría millones de años”, agregó.
Los actores clave en esta inversión evolutiva de los jitomates son los alcaloides, sustancias químicas que actúan como elementos disuasorios incorporados contra las plagas. La mayoría de los jitomates cultivados producen un tipo de estructura alcaloide, pero estos frutos de Galápagos han evolucionado hacia una forma química más antigua: un eco evolutivo de su pasado distante y similar a los compuestos que se encuentran en la berenjena.
Los investigadores identificaron una sola enzima, conocida como GAME8, que desempeña un papel fundamental en la formación de estas sustancias químicas. Normalmente, GAME8 añade un grupo químico con una forma tridimensional específica (diestra o levógira).
¿QUÉ PROVOCAN LOS AMBIENTES HOSTILES EN LOS JITOMATES SILVESTRES?
Las mutaciones en GAME8 entre los jitomates de las islas occidentales alteraron solo unos pocos bloques de construcción (aminoácidos), devolviendo a la forma ancestral.
El equipo de investigación lo confirmó al insertar la enzima modificada en plantas de tabaco, que luego produjeron el alcaloide de estilo antiguo. El cambio químico no es aleatorio. Las islas orientales, más antiguas y con mayor diversidad ecológica, albergan jitomates que producen alcaloides modernos.
En contraste, los ambientes más hostiles de las islas occidentales más jóvenes parecen favorecer las sustancias químicas ancestrales, similares a las de la berenjena. Los investigadores creen que los alcaloides más antiguos podrían ofrecer una mejor defensa en estas condiciones más adversas.
Jozwiak argumentó a Newsweek que las especies de jitomate estudiadas eran parientes silvestres ubicados en Galápagos y no estaban incluidos en la dieta humana, lo que significa que no hay implicaciones directas para la salud de los humanos.
“Si se produjeran cambios similares en los jitomates cultivados, esto podría afectar la interacción de estas toxinas con nuestro sistema digestivo o microbioma intestinal, pero esto es puramente hipotético. Por ahora, este descubrimiento es importante por lo que nos revela sobre la evolución, no por su impacto inmediato en la salud humana”, afirmó. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek)