Hoy en día es muy común recorrer los pasillos del supermercado y ver una gran variedad de alimentos y bebidas con la etiqueta “deslactosada”. Pero más allá del nombre, ¿sabías que la intolerancia a la lactosa puede ser hereditaria?
Esta condición impide que el cuerpo digiera correctamente la lactosa, el azúcar natural presente en la leche. Como resultado, quienes la padecen suelen experimentar síntomas como diarrea, gases e hinchazón al consumir productos lácteos. Aunque no se trata de una enfermedad grave, sí puede afectar la calidad de vida por lo incómodas que resultan sus molestias.
Según cifras oficiales, alrededor del 75 por ciento de la población mundial presenta algún grado de intolerancia a la lactosa. En México, la Secretaría de Salud estima que cerca del 83 por ciento de la población vive con esta condición.
“La intolerancia a la lactosa se debe a la escasez de una enzima que se produce en el intestino delgado (la lactasa). Una persona puede tener niveles bajos de lactasa y aun así ser capaz de digerir productos lácteos. Sin embargo, si los niveles son muy bajos, se produce la intolerancia, y los síntomas comenzarán a aparecer después de ingerir alimentos o bebidas”, explica la Clínica Mayo en un artículo.
LOS TIPOS DE INTOLERANCIA A LA LACTOSA
Los signos y síntomas suelen comenzar entre 30 minutos y dos horas después de comer o beber algún alimento que contiene lactosa. Existen tres tipos de intolerancia a la lactosa. Hay diferentes factores que producen la deficiencia de lactasa subyacente en cada uno. Estos son:
PRIMARIA
Es el tipo más común y quienes la desarrollan comienzan la vida produciendo suficiente lactasa. A medida que los niños reemplazan la leche por otros alimentos, su producción de lactasa normalmente disminuye. Lo anterior ocasiona que los productos lácteos resulten difíciles de digerir en la edad adulta.
SECUNDARIA
A tenor de la Secretaría de Salud, este tipo se produce cuando el intestino delgado disminuye la producción de lactasa después de una enfermedad, lesión o cirugía que afecte a dicho órgano. El tratamiento podría restaurar los niveles de lactasa y mejorar los signos y síntomas, aunque puede llevar tiempo.
CONGÉNITA O DEL DESARROLLO
En raras ocasiones algunos bebés nacen con intolerancia a la lactosa debido a la ausencia de lactasa, la enzima encargada de descomponer el azúcar de la leche. Esta condición puede heredarse cuando ambos padres transmiten la misma alteración genética, en un patrón conocido como “autosómico recesivo”. Además, los bebés prematuros también pueden presentar intolerancia a la lactosa, ya que sus niveles de lactasa aún no están completamente desarrollados.
“En la raza blanca la intolerancia a la lactosa afecta generalmente a niños mayores de cinco años, en la raza negra la afección a menudo se presenta después de los dos años. Entre adultos de origen asiático, africano y nativos americanos la absorción insuficiente de la lactosa es una condición habitual. Las personas del norte y occidente de Europa presenta la menor incidencia”, pormenoriza el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
TRATAMIENTO
Las personas con deficiencia congénita de lactosa deben ser evaluados de forma individual porque, aunque la mayoría de pacientes no toleran nada de leche, unos pocos llegan a tolerar cantidades mínimas.
Cabe recordar que restringir en su totalidad los productos lácteos de la dieta puede generar serios inconvenientes nutricionales, como disminución del aporte de calcio, fósforo y vitaminas.
“Debe asegurarse aporte de calcio diario entre 500 y 1,000 miligramos, equivalente a la ingesta de dos y cuatro porciones de lácteos respectivamente”, explica el IMSS en un documento.
Para determinar la cantidad de lactosa que un niño puede tolerar, en el caso de presentar el tipo tres de intolerancia, se debe hacer lo siguiente:
- Reducir la ingesta de lactosa en su totalidad hasta la desaparición de los síntomas.
- Cuatro semanas después se deberá ir incrementando la cantidad, según sea tolerada. Se puede usar alimentos con baja o nula cantidad de lactosa, como nutrientes alternativos, vigilando que el aporte de energía y proteínas sea el óptimo.
- Se pueden administrar sustitutos de enzimas, ya sea en cápsulas, tabletas masticables y preparados de lactasa líquidos. N