El Instituto Nacional Electoral (INE) ha desarrollado un compromiso con la ciudadanía y la democracia, con nadie más. Cumple la función constitucional de organizar elecciones. Su institucionalidad la realiza a través del Servicio Profesional Electoral Nacional, un Servicio Civil de Carrera exitoso, ejemplo en el mundo democrático; y, personal de la rama administrativa, dos desarrollos profesionales que garantizan la demostrable y precisa calidad de nuestra democracia electoral. Responden y certifican la aplicación del procedimiento de toda la normativa electoral.
Realizan de manera escrupulosa todas las etapas del complejo proceso electoral, que sanciona que el voto de la ciudadanía es el que decide quién gobierna y quién representa al pueblo. 32 juntas locales ejecutivas una en cada entidad de la República y en 300 Juntas Distritales Ejecutivas a lo largo y ancho de la Nación trabajan de manera permanente para avalar la pluralidad que siempre ha caracterizado a la sociedad mexicana y que se manifieste en los tres niveles de gobierno.
La custodia puntual del padrón electoral; el rigor con el que se imprimen, se distribuye, se cuentan las boletas electorales; la capacitación de la ciudadanía (millones) para fungir como funcionarios de Mesa Directiva, lo que hace posible el voto y su contabilidad, auditada por consejos electorales y por tribunales, entre muchas otras conquistas ciudadanas, han permitido fundar y recrear un sistema electoral sobre una piedra angular: votos emitidos de manera libre y contados por ciudadanas y ciudadanos. Una lucha histórica que permitió cumplir el antiguo anhelo del sufragio efectivo.
El Instituto Nacional Electoral, que no se reduce a una persona o a un Consejo General, sino a una estructura que permite, entre muchas otras cosas, que la ciudadanía mexicana cuente hoy con un medio de identidad la Credencial para Votar con Fotografía que le permite ejercer sus derechos políticos a plenitud y tener identidad.
De 2014 a la fecha, el INE ha organizado 330 elecciones que han permitido renovar la Presidencia, las dos Cámaras del Congreso de la Unión, los 32 Congresos locales, gubernaturas y ayuntamientos en condiciones pacíficas (100%), con alternancia (68%), confiriendo satisfacción popular y generando paz social y gobernabilidad democrática (100%). Se organiza por sección electoral, espacio físico que integra rasgos geopolíticos, culturales, marco que legitima la voluntad popular con orden y pertenecía, identidad y derechos, en las más de 68,000 secciones electorales.
Impulsa la educación cívica, cultura política, electoral, participación ciudadana, que transforman las boletas en votos, y los votos en ciudadanía informada y activa. Es por todo ello que causa incertidumbre la iniciativa de reforma electoral y su derivación “el plan B”, excesivamente publicitada desde el poder gubernamental, propone la desaparición del Sistema Nacional Electoral, cancela la función constitucional de organizar elecciones locales, los deja al amparo de la temporalidad a manera de una encuesta, subsume la soberanía estatal y atenta contra la confiabilidad del Registro Federal de Electores.
Un enfrentamiento provocado por el jefe del Ejecutivo Federal, innecesario, incoherente, violento, desgastante, reaccionario, regresivo…, la prudencia que impulsan los trabajadores del INE es prueba irrefutable de amor a la Patria, de amor por México, la profesionalidad en el procedimiento electoral, la mesura es parte del comportamiento ético de los profesionales del procedimiento democrático, concepto que tanto odia el jefe del ejecutivo federal, el trabajo experto, el orgullo republicano, la sabiduría para transformar sustantivo en verbo son la defensa de la autonomía y la libertad para decidir de las y los mexicanos.
La austeridad no es argumento suficiente para desmantelar un sistema electoral que es obra colectiva y patrimonio de todas y todos los mexicanos. El presupuesto de egresos federal para 2023 es de un poco más de 8 billones de pesos; sólo 85 centavos por cada 500 pesos el gobierno dispone para la democracia electoral. Más del 70 por ciento de la sociedad mexicana confía en el INE, “en su INE”, que ha ido perfeccionándose para dar cada vez mayores garantías de legalidad, equidad, certeza, esencial, el reconocimiento de todos los pueblos democráticos del mundo que reconocen y felicitan el trabajo del INE, le han dado prestigio y autoridad democrática. Lo ha ganado en cada paso de cada procedimiento, un ejercicio en el que los electores premian y castigan a los actores políticos.
Una reforma para cambiar el sistema que hoy tenemos y que ha demostrado que funciona, amerita un diálogo digno, en el que prevalezcan inteligencia y razonamiento; el argumento fundado y demostrado, el reconocimiento al trabajo del “Otro”. Es preciso transitar por las razones de Estado que mejoren la vida colectiva, continuar con una valiosa tradición de las reformas que permitieron la transición a la democracia: cambiar para mejorar lo que hoy tenemos, para ampliar los derechos de la ciudadanía, y no para dar pasos hacia un pasado que ya habíamos superado.