“A mi parecer, es más fácil recibir dos premios Nobel de la Paz por el trabajo en contra de las armas nucleares y a favor del desarme que acabar con ellas. Hoy en día todavía no acabamos”, expresa a Newsweek en Español la científica Ana María Cetto Kramis, la única mujer mexicana que ha ganado dos veces el Premio Nobel de la Paz, y una de las mujeres más sobresalientes en la ciencia.
La física Cetto tiene como especialidades la mecánica cuántica, la electrodinámica estocástica y la biofísica de la luz. Todos estos conocimientos los ha enfocado al compromiso social. En 1995, cuando era presidenta del Consejo de las Conferencias Pugwash —ponencias internacionales sobre ciencia y asuntos mundiales creadas a sugerencia de una serie de científicos, filósofos y humanistas, entre los que se encuentran los nombres de Albert Einstein, Frédéric Joliot-Curie y Bertrand Russell—, esta organización obtuvo el Premio Nobel de la Paz.
Posteriormente, en 2005, la doctora Cetto Kramis era directora general adjunta del Organismo Internacional de Energía Atómica, y en esa época al organismo lo galardonaron con el Premio Nobel de la Paz; desde luego, ella era parte del grupo al que se le asignó el galardón.
Sin embargo, lejos de darle demasiada importancia a los galardones, Ana María Cetto se pregunta: ¿Cuántos Premios Nobel se tienen que ganar para que por fin se dé paso a un desarme nuclear? “El Nobel es importante. Sin embargo, en este caso, no es cosa de premios, es cosa de que los gobiernos de los países poseedores de estas armas renuncien a ellas y, además, renuncien a seguirlas desarrollando”, explica.
LA PRIMERA MUJER CON DOCTORADO EN CIENCIAS EN MÉXICO
A su vez, añade, deben renunciar a sus arsenales y adherirse a los tratados no solo de no proliferación, sino de desarme y de prohibición de armas nucleares: “Para ello falta mucho porque los poseedores de armas nucleares las siguen usando, supuestamente como disuasión, pero al final lo hacen como amenaza”.
Muchos años antes de formar parte de los grupos que defienden el desarme nuclear, la científica se convirtió en la primera mujer en México en obtener un doctorado en Física. Los estudios los realizó en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la misma institución donde estudió la licenciatura en Física.
Sin duda, reconoce, hubo mujeres que se inscribieron tanto en la licenciatura como en el doctorado en Física. Sin embargo, después del primer año dejaron de asistir a las clases y, finalmente, en el caso del doctorado, ella fue la única mujer que obtuvo el grado.
Antes realizó una maestría en Biofísica en la Universidad de Harvard. Cuando regresó a México y decidió continuar sus estudios de doctorado en la UNAM se encontró con un obstáculo: la institución educativa no tenía un doctorado en Biofísica, y para continuar con ese grado tenía que estudiar una nueva maestría en Física y, posteriormente, el doctorado en la misma área.
EL AGRAVIO DE QUE NO SE CONOZCA LA FÍSICA
“En nuestro país se desconocía la biofísica. Tener que pasar por ese proceso en ese momento lo consideré como un agravio. Con el tiempo reconocí que sin duda me sirvió para afianzar mis conocimientos en física. Finalmente disfruté más la física porque durante los cursos de posgrado y maestría, y luego durante el doctorado, entendí cómo distintas partes de la física estaban relacionadas”, comenta Cetto.
Actualmente es investigadora del Instituto de Física y profesora de la Facultad de Ciencias de la UNAM. El reconocimiento a su trayectoria también se refleja al ser nombrada Mujer del Año en 2003. Sobre ello, la doctora Cetto Kramis asevera que fue un momento importante porque el nombramiento está enfocado en personalidades de la política, las finanzas, el mundo empresarial y la cultura, pero repentinamente se volteó a ver a las mujeres de ciencia.
¿DE QUÉ ESTÁN HECHAS LAS COSAS?
Para ella fue de gran importancia porque se puso atención en las científicas que también, dice, juegan un papel importante en la vida del país. Lo mejor es que no es la única científica en ser nombrada Mujer del Año y se congratula de que muchas más sean tomadas en cuenta.
La doctora, asidua visitante del Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) en sus tiempos libres, añade que su pasión por la física y las diversas ramas de esta ciencia le llegó cuando era pequeña. A la fecha no ha dejado de interesarse por su profesión y su necesidad de continuar aprendiendo, lo que le ha permitido forjar una experiencia que al mismo tiempo la ha llevado a diversos cargos y ser la primera mujer en distintas plataformas de la ciencia.
En su niñez con frecuencia se preguntaba de qué estaban hechas las cosas. Recuerda que le gustaba observar y palpar la tierra, las plantas, los minerales. La curiosidad siempre estuvo presente, es más, esta fue alimentada en ella porque sus padres le dieron la libertad de hacer preguntas y recibir explicaciones sobre el funcionamiento de la naturaleza.
Aunque la física no ofrece todas las respuestas, advierte, con el tiempo sí fue una manera de adquirir diversos conocimientos y satisfacer la curiosidad que con el tiempo fue creciendo. Su primer acercamiento concreto a esta materia fueron unas conferencias impartidas en el Colegio Nacional por uno de científicos mexicanos más importantes, el doctor Manuel Sandoval Vallarta, un destacado pionero de la física mexicana y de Latinoamérica. Sus numerosas contribuciones se centran principalmente en la física teórica, especialmente en la de los rayos cósmicos.
LA PRIMERA PRUEBA DE UNAS LAS MUJERES MÁS IMPORTANTES EN LA CIENCIA EN MÉXICO
A la doctora Cetto, en ese entonces estudiante de secundaria, le llamaba mucho la atención ese tema, por lo que se trasladaba de San Ángel al centro de la Ciudad de México para escuchar esas conferencias. “De ellas entendía poco, probablemente entendía la décima parte. Sin embargo, me parecían muy atractivas y tenían que ver con el origen de los rayos cósmicos”.
Ana María Cetto también tuvo un acercamiento con el físico Manuel Sandoval Vallarta, quien le disipó varias dudas. Así ella inició un camino que tenía como objetivo los estudios profesionales en física.
Al terminar el doctorado y dar paso a la titulación nuevamente se encontró frente al doctor Sandoval Vallarta, quien la invitó a su tradicional seminario, que en aquel entonces se impartía en la Comisión de Energía Atómica. En esta ocasión Ana María Cetto no sería espectadora de la cátedra, sino que impartiría una conferencia sobre su trabajo de tesis doctoral. Esa fue la primera prueba, dice, que se le impuso para comprobar si estaba en condiciones de obtener el grado de doctora.
“Creo que estuve más nerviosa el día que di el seminario frente a don Manuel, los colegas y mis maestros, que el día del examen doctoral. Sin embargo, lo pasé bien. Pasé las dos pruebas”, dice, sonriendo, satisfecha de aquel momento.
ABRIR BRECHA PARA OTRAS GENERACIONES DE MUJERES
Muchos años después la doctora en Física logró desempeñarse en diversos puestos que también ha significado ocupar espacios que han sido preponderantemente dirigidos por hombres. Sobre ello comenta que inicialmente significó una sorpresa —principalmente para los hombres— que, siendo ella mujer, ocupara ciertos cargos. Una de esas experiencias la vivió al ser parte de la terna que compitió por la dirección de la Facultad de Ciencias de la UNAM, a finales de la década de 1970.
En la entrevista le cuestionaron si podría desempeñarse en el cargo al tener un matrimonio e hijos. Cetto Kramis recuerda que le preguntó al entrevistador si su esposa, siendo una científica también, podía con las responsabilidades de una familia y el trabajo. “Él dijo que sí. Yo le respondí que entonces yo también podía”. Así se convirtió en una de las primeras mujeres en dirigir una facultad de la UNAM.
Durante su estancia en el cargo, como en otros, le llegó a sorprender la actitud de algunos funcionarios que no esperaban el mismo nivel de compromiso y formalidad en esos puestos como lo esperarían de los hombres.
“Se logró abrir una brecha para las mujeres. Hoy es totalmente normal ver a una mujer en diversos cargos que antes eran considerados solo para hombres, y eso da mucha felicidad y satisfacción. Es difícil, pero se consigue. Me tocó también abrir brecha en el Organismo Internacional de Energía Atómica, fui la primera directora general adjunta, para sorpresa de los representantes de los países miembro”, comenta la doctora.
LAS MUJERES HA DEJADO ATRÁS UN SIGLO DE OBSTÁCULOS
La física recuerda que cuando su nombre se puso a consideración para el cargo en el organismo, muchos representantes de los países miembro cuestionaron la propuesta. Uno de los principales cuestionamientos fue: “¿Cómo una mujer podrá contender con los retos que habrá en este puesto?”. La respuesta de quienes respaldaron a la científica fue: “Esperen a conocerla”. La doctora sonríe y dice: “Me conocieron y ya no hubo problema”.
La doctora señala que parte de la apertura de la ciencia hoy en día es que cada vez hay más mujeres estudiándola y practicándola, ya que tradicional e históricamente la mujer ha sido relegada. En décadas anteriores, en diversos debates públicos se consideraba a la mujer como parte de “las minorías”. Sin embargo, recuerda, los científicos en su mayoría protestaban por ese término y argumentaban que la mujer no era una minoría socialmente hablando: “Ahora se reconoce que somos la mitad o más de la mitad de la población, ese lenguaje y esas ideas han cambiado e incluso cada vez más las mujeres también se apropian de los espacios en la ciencia”.
Todavía falta mucho para llegar a donde debe estar la mujer en la ciencia, advierte la física. Sin embargo, al comparar este tiempo con un siglo atrás, celebra que se haya dejado atrás la época donde las mujeres no podían ser académicas en las universidades: “Ahora es natural conocer mujeres exitosas como investigadoras o maestras, e incluso como directoras de institutos o rectoras”.
DESARROLLARNOS COMO MUJERES EN TODOS LOS ÁMBITOS
Todo ello, puntualiza la doctora Cetto, las mujeres lo realizan con su propia forma de expresarse, con su propia voz, su modo de hacer investigación y sus propias preguntas y soluciones. “No se está peleando los espacios a los hombres, sino que por cuenta propia las mujeres ocupan puestos donde es indispensable su conocimiento”.
Con profunda convicción, la doctora Cetto Kramis les dice a las niñas, adolescentes y jóvenes que les interesa la ciencia que no desistan de ella. Este es un terreno muy gratificante. Seguir una carrera científica y dedicarse a ella abre muchas puertas no solamente en lo profesional, sino también en lo personal, explica.
“Una llega a entender el mundo de diversas formas —comenta la doctora—. A mí me interesaba el mundo físico; a otra mujer, los animales o las plantas, hay tantísimas opciones. Cuando entré en la UNAM la oferta académica no era tan amplia como ahora, por ello las mujeres deben aprovechar esta gran cantidad de opciones. Cada una puede escoger según sus inclinaciones, gustos e intereses desde qué lugar quiere vivir la ciencia”.
La científica reitera que todas las mujeres pueden ocupar los mismos espacios en todos los niveles que los hombres. “Esto es importante que lo reconozcan tanto los hombres que nos acompañan en nuestra vida profesional como las mujeres. Dejemos atrás la idea de que unos pueden más que otros. Borremos ya la tendencia a menospreciarnos como mujeres. Tenemos la misma capacidad para desarrollarnos en todos los ámbitos, incluida la ciencia”, concluye. N