A MI MAMÁ siempre le encantaron los musicales, así que pasé mucho tiempo viéndolos cuando crecía. A los nueve años vi la película Funny Face (La cenicienta en París) con Fred Astaire y Audrey Hepburn, y esta simplemente me habló. Fred Astaire era un fotógrafo, y yo solo pensé: quiero hacer eso. También se trataba de las muchachas. Quería enamorarme de Audrey Hepburn y vivir felices por siempre.
Tomé mi primer rollo de película por esas fechas y recuerdo que regresé y pensé: “Esto es muy padre”. Luego, en el séptimo grado, tomé una fotografía del grupo. Recuerdo que en el primer día nuestra profesora habló de las cámaras, y caí en cuenta de que la fotografía era algo que yo quería hacer. Me encantaba la manera en que me hacía sentir y la dicha que me daba, porque la vida no era fácil para mí cuando niño. Entonces, para cuando cumplí los 12, tuve mis primeras tarjetas de presentación y empecé a salir a buscar clientes. Con la fotografía, fue amor a primera vista.
Ese año también empecé a fotografiar modelos y, por entonces, quería ser fotógrafo de modas o retratar para Playboy. Cuando cumplí los 17 fotografié mis primeros desnudos. Para mí en verdad se trataba solo de las muchachas. Cuando me mudé a Los Ángeles, a los 20, para ser un fotógrafo de modas, no conocía a nadie y solo tenía alrededor de 1,000 dólares en mi bolsillo. Conocí a Ken Marcus, quien es famoso por su trabajo con Playboy, y él me dijo que podía hacerla.
Pero alrededor de seis meses de estar en Los Ángeles, mi jefe de entonces me dijo: “No vas a ser un fotógrafo de modas”. Él me dijo que estaba en la ciudad incorrecta, no sabía nada sobre la moda y apestaba como fotógrafo de modas.
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Hasta ese momento había fotografiado conciertos por diversión. Fui a ver a Earth, Wind and Fire y a los Commodores. Me encantaba la música. Luego conocí a una modelo de Playboyllamada Karen, cuyo novio era un productor discográfico llamado Keith Forsey, quien hizo la banda sonora de The Breakfast Club (El club de los cinco). A través de ese contacto empecé a fotografiar para la revista Musician. La segunda sesión fotográfica fue con el cantante principal de Earth, Wind and Fire, Maurice White. Había visto a la banda seis veces en concierto y me encantaba. Así, mi segunda gran sesión fotográfica fue con mi héroe. Sin saber yo cómo, él me invitó a su casa para revisar las fotos. Era el hombre más agradable que hubiera conocido.
Después de esa reunión manejé de vuelta a casa y solo empecé a llorar. Había sido el día más grandioso de mi vida y algo acababa de hacer clic dentro de mí. Sabía que quería fotografiar a todos mis héroes. Así, decidí que iba a ser un fotógrafo musical y empecé a ir tras los músicos como loco.
Mis héroes fotográficos son Richard Avedon, Irving Penn y David Bailey. Ellos producen retratos sencillos y honestos. Si ves mi trabajo vas a decir que les copié. Lo admito. Pero si vas a robar, róbales a los mejores. Lo que yo busco es honestidad y verdad. Trato de captar a la persona real.
En 1987, el disco Cloud Nine de George Harrison estaba por salir, y como yo era el fotógrafo de la costa oeste para la revista Musician en ese momento, me dijeron que tenía diez minutos en una sala de conferencias en su compañía discográfica. A decir verdad, me habría tomado nueve minutos. Había visto A Hard Day’s Night (La noche de un día difícil) a los cinco años y pensé que era la mejor película de la historia. En realidad, terminé llevándome dos horas con él. Hablamos de A Hard Day’s Night y él me contó muchas historias sobre la banda.
George luego nos puso el disco y nos dijo que éramos la segunda persona que lo oía en Estados Unidos. Solo se lo había puesto al director ejecutivo de la compañía. Hasta ese momento, ese fue el día más grandioso de mi vida. Lo mejor de todo fue que semana y media después pasaron a dirigir el primer video musical y el publicista me dijo que fuera y tomara instantáneas porque le había caído bien a George. En cierto momento me hallé solo en un camerino con él. Simplemente fue surrealista.
Muchos años más tarde, después de que George murió, terminé reuniéndome con Olivia Harrison en Santa Mónica y llevé toda la película de George para que la viera. Hablamos y le conté mis historias. Al final de la reunión la abracé y le di todos los escaneos de las imágenes y la película. Ella me preguntó cuánto quería que me pagaran y le dije que nada. Eran suyas. George me bendijo.
Por supuesto, uno de mis momentos más grandiosos fue fotografiar a George Michael y la gira del disco Faith. Conocí a George en diciembre de 1987, él hacía el video musical de Faith y una artista del maquillaje y amiga mía salía con él, así que pude conocer a su agente. Una de las fotos más icónicas que he tomado fue la de George.
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Cuando las admiradoras me preguntan cómo era él, les digo: “oh, George era el peor. ¡Me debía 20 dólares y nunca me los pagó!” Ellas responden: “¿Qué!” Cuando hago esa broma sus admiradoras parecen listas para matarme. Tengo que decirles que estoy bromeando. ¡George era un ángel!
Cuando lo conocí la primera vez él parecía tener muros altos y gruesos a su alrededor para protegerse. No fue sino hasta la segunda sesión fotográfica y de ser el mejor amigo de Kathy, que empecé a ver esos muros caer. Él y yo nos sentábamos en habitaciones de hotel a revisar las fotos y llegué a conocer al verdadero George Michael. Él era simplemente un chico gentil, agradable y afable. La gira con él en Australia fue mi primera experiencia de viaje en primera clase, por lo que George me enseñó cómo se ve la buena vida. Fue asombroso. Sí, lo extraño mucho.
“MOMENTOS DE MI VIDA QUE ATESORO”
Otra sesión grandiosa fue con Kobe Bryant. Ya que crecí en el norte de California, yo odiaba a los Lakers de Los Ángeles, así que cuando tuve que fotografiar a Kobe, hablé en broma todo el día y él me respondió de la misma manera. Acababa de comprometerse con Vanessa Bryant, quien era la muchacha más agradable. Seguí bromeando con ella: “¿Cómo puedes estar con este tipo? Es un Laker”. Solo recuerdo que ella tenía un anillo de compromiso con un diamante enorme y miré a Kobe y le dije: “¡Ese anillo vale más que yo!” Él solo dijo: “Sí, así es”.
Kobe y yo también conversamos cinco minutos sobre ética laboral. Él se tomaba todo con seriedad y daba el 100 por ciento, así que conectamos a través del trabajo duro. Veo por qué Kobe fue exitoso en todo lo que hizo. Aun cuando era un Laker, he de admitir que fue uno de los más grandes. Lo más triste es que siento que, cuando murió, él apenas empezaba a moverse en realidad en el siguiente nivel de su vida. Pero recuerdo que me gustó el que trajera a Vanessa a esa sesión. Esos son los momentos de mi vida que atesoro.
Lo más cercano que tuve a una mala sesión fue Nick Cave siendo un cascarrabias, ¡pero todos saben que Nick Cave es un cascarrabias! Chris Cornell también fue un poco gruñón. Recuerdo que la última vez que lo fotografié, le dije: “Sé que odias hacer esto, Chris —porque habíamos sido amigos por años para entonces—. Así que ¿por qué no haces lo que te diga? ¡Esta sensación entonces durará diez minutos y podremos irnos a casa!” Él me miró y dijo: “Tienes razón”.
Sí, pienso mucho sobre el hecho de que la gente que he fotografiado ya ha muerto. En 1991 hubo un periodo cuando el grunge comenzó y yo empecé a fotografiar a todas las bandas de grunge. Al paso de un año, estos amigos míos, Alice in Chains, Soundgarden, Pearl Jam y Nirvana, todos se hicieron millonarios. Luego, años después, todos empezaron a morir. Layne Staley, Kurt Cobain y Mike Starr, por ejemplo. La última persona que falleció fue Chris Cornell. Duele ver morir a esta gente, pero odio cuando es por suicidio. Hablé con un amigo mío fotógrafo que ha fotografiado a mucha más gente famosa que yo y muchos han muerto de diferentes causas. Desde David Bowie hasta Michael Jackson. Él me dijo: “Chris, eso es parte de la vida, y parte de nuestro trabajo. Nadie vive por siempre”.
Kurt Cobain no era solo uno de los músicos más agradables que yo haya fotografiado, también era una persona agradable. Tuve momentos grandiosos con él, desde la primera sesión en Seattle hasta las últimas dos o tres veces que lo vi. Siempre nos reímos mucho. Como muchísimos músicos que he conocido, fuera del escenario él era solo Kurt. Nunca tuve la sensación de que tuviera problemas.
No obstante, las únicas personas que me han deslumbrado fueron Kirk Douglas, Jack Lemon y Walter Matthau. Cuando era niño, las películas en que ellos participaban lo eran todo para mí. Tomarle fotografías a George Harrison también me dio un miedo de mie*da.
Los jóvenes talentos que piensan que son estrellas porque filmaron un programa de televisión, esas personas no son famosas ahora. Fotografié a Brad Pitt antes de que se estrenara Thelma and Louise (Un final inesperado). Nos veíamos en mi apartamento todo el día y nos reíamos y tomábamos fotos. Él era el tipo más agradable del mundo. Puedo ver, hoy día, por qué está dónde está. Él tenía una base sólida y era un tipo bueno. Fue lo mismo con George Clooney y Jennifer Aniston. Podría dar nombres por días de personas a quienes fotografié antes de que fueran grandes estrellas y nombres de personas que no la hicieron. La diferencia entre ellas es que los exitosos eran personas auténticamente buenas desde el principio. George Clooney y yo solíamos jugar al baloncesto, y él no se tomaba con mucha seriedad. Él solo quería ser un actor. Entiendo por qué se convirtió en director, productor y todo lo demás, porque también tenía una gran ética laboral.
Pero, a pesar de todos los que he fotografiado, hay alguien a quien no lo he hecho. Mi sueño era fotografiar a David Bowie y Freddie Mercury, y todavía quiero fotografiar a Dr. Dre, Snoop Dogg y Lady Gaga. No necesito que me paguen hoy día, solo quiero fotografiar, divertirme y crear. Lo dichoso de esta vida es que he podido conocer a todas estas personas y llevar una vida loca. Cuando me mudé a Los Ángeles, en la década de 1980, solo quería fotografiar una portada de revista, tal vez la portada de un disco y tal vez conocer a una supermodelo. Eso ya lo he hecho cien veces. Por ahora, para mí, se trata de ayudar y enseñar a otros.
Cuando muera, espero que haya una retrospectiva de mi obra, y que cuando la gente la vea, diga: “Este cab*ón se divirtió cuando estuvo aquí”. N
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Chris Cuffaro es un fotógrafo domiciliado en California que ha pasado más de 40 años fotografiando actores, modelos, atletas y músicos. Sus “Grandes Éxitos: 40 Principales” están disponibles ahora como tokens no fungibles en la plataforma KnownOrigin. Todas las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad del autor. Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek