En la naturaleza, muchos animales imitan a otros por distintas razones. Ahora, un grupo de científicos descubrió el más reciente ejemplo de esta peculiar habilidad, al encontrar que el sapo gigante congolés imita la apariencia y la conducta de la víbora venenosa de Gabón para evitar caer en manos de sus depredadores.
Según los autores, de la Universidad de Texas en El Paso y del Centro de Investigación en Ciencias Naturales de la República Democrática del Congo (DR Congo), este es el primer ejemplo en el mundo en el que un sapo finge ser una víbora para evitar a los depredadores.
El sapo (Sclerophrys channingi), que vive en los bosques lluviosos del centro de África, es relativamente grande, y llega a medir poco menos de 14 cm de largo. Probablemente se trata de una especie nocturna que pasa la mayor parte de su tiempo buscando alimentos en el suelo del bosque, aunque los anfibios no están bien adaptados a ese entorno.
Por su parte, la víbora (Bitis gabonica), que se encuentra en las regiones central, oriental y sur de África, es una de las serpientes más grandes de ese continente, y llega a alcanzar longitudes de más de 1.67 m y a pesar alrededor de 8 kg. Esos reptiles son depredadores de emboscada, de hábitos nocturnos y que se mueven lentamente, además de poseer los colmillos más largos del mundo y de producir más veneno que cualquier otra serpiente.
Para destacar su peligrosidad, en un estudio anterior, varios científicos demostraron que los monos habituados de África Occidental, que hacen caso omiso de la mayoría de las serpientes, pueden reconocer a las víboras de Gabón desde una gran distancia y que se aterrorizan si ven a una, además de advertir a sus compañeros que se mantengan alejados.
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De acuerdo con el estudio más reciente publicado en la revista Journal of Natural History, los autores afirman que los posibles depredadores evitan a los sapos debido a las similitudes en el patrón de colores, forma, tamaño y conducta entre estos anfibios y la víbora de Gabón.
Si bien la similitud no es perfecta (muchos ejemplos de mimetismo animal son imperfectos), el disfraz sirve lo suficiente bien a su propósito porque las consecuencias de equivocarse (es decir, la muerte) son demasiado graves para los depredadores, declaró a Newsweek Eli Greenbaum, de la Universidad de Texas en El Paso y autor principal del estudio.
“Debido a que los sapos son relativamente grandes en comparación con la inmensa mayoría de los demás batracios de esa región, es probable que sean una presa muy tentadora para distintos depredadores generalistas, conocidos por alimentarse de sapos, entre los que hay mamíferos, aves, grandes lagartos y serpientes”, afirmó Greenbaum.
“Dado que la víbora de Gabón tiene unos colmillos más grandes que los de cualquier otra serpiente del mundo y es capaz de inyectar enormes cantidades de veneno tóxico cuando muerde, muchos de esos depredadores probablemente evitan a la víbora a toda costa”, señaló.
El autor principal del estudio describió su reacción ante estos últimos resultados como una combinación de “asombro y maravilla”.
“Este es el primer ejemplo del mundo en el que un sapo finge ser una serpiente para evitar a los depredadores, por lo que los resultados son únicos e importantes”, declaró a Newsweek. “Esto me hace especular sobre otras cosas sorprendentes que aún nos falta por descubrir en los poco explorados bosques de la República Democrática del Congo”.
Los investigadores llegaron a esta conclusión tras comparar especímenes del sapo y de la víbora capturados en su hábitat natural y especímenes en cautiverio. Dichas comparaciones mostraron que el patrón de colores y la forma del cuerpo del sapo coinciden muy bien con esas características de la cabeza de la víbora.
Pero el sapo tiene aún otro as bajo la manga, además de esta mimetización visual. En su hábitat natural, el anfibio también produce un siseo similar al sonido de advertencia que emite la víbora de Gabón y otras serpientes cuando son molestadas. Esto, de acuerdo con Chifundera Kusamba, otro de los autores del estudio, del Centro de Investigación en Ciencias Naturales.
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En el estudio, los investigadores también descubrieron que el sapo gigante congolés suele encontrarse únicamente en áreas en las que la víbora de Gabón también está presente. Esto tiene sentido desde un punto de vista biológico, dado que, probablemente, el disfraz del sapo solo asustaría a los depredadores familiarizados con la víbora. De hecho, los autores del estudio proporcionan pruebas que indican que los sapos y las víboras probablemente evolucionaron juntos y que aparecieron por primera vez en la misma época, hace entre cuatro y cinco millones de años, lo que apoya la hipótesis del mimetismo.
“Nuestro estudio se basa en 10 años de trabajo de campo y en la observación directa realizada por investigadores que tuvieron la suerte de observar de primera mano la conducta del sapo. Estamos convencidos de que es un ejemplo de mimetismo batesiano, en el que una especie inofensiva evita a los depredadores cuando finge ser un depredador peligroso o tóxico”, dijo Greenbaum en una declaración.
“Para demostrar plenamente nuestra hipótesis, tuvimos que demostrar que los depredadores realmente son engañados, pero esto habría sido muy difícil de realizar en el hábitat natural de estas especies, donde el sapo se encuentra en muy pocas ocasiones. Sin embargo, con base en una gran cantidad de fuentes de pruebas proporcionadas en nuestro estudio, confiamos en que nuestra hipótesis del mimetismo está bien sustentada”, afirmó.
Hay muchas razones por las que algunos animales imitan a otros en la naturaleza, de acuerdo con Greenbaum, pero la más común es evitar ser comidos. Existen incontables ejemplos en el reino animal, pero quizás las mimetizadoras más conocidas sean las mariposas, ya que algunas especies no tóxicas imitan a otras que no puede ser ingeridas por los depredadores.
Muchas serpientes no venenosas también imitan a especies venenosas, mientras que el llamado “pulpo imitador” hace honor a su nombre, pues es capaz de imitar a un pez muy tóxico. Sin embargo, este estudio es el primero que demuestra la existencia de un anfibio que imita a una serpiente venenosa.
Jindřich Brejcha, investigador de la Universidad Charles de Praga, República Checa, y que no participó en el estudio, describió los hallazgos de este último como “emocionantes”, debido a que se demuestra el potencial que tienen las víboras “crípticas”, las cuales tratan de camuflarse ellas mismas, de funcionar como modelos batesianos, es decir, como el animal al que copia el imitador.
“En general, se piensa que la apariencia críptica es contradictoria con el hecho de ser llamativo, y esto último es lo que se requiere, por definición, para que funcione un modelo batesiano”, afirmó. Sin embargo, son los ojos y el cerebro de los depredadores los que deciden acerca de las características llamativas, y no la simple vista de los seres humanos”.
No obstante, Brejcha señala que es importante tener cautela al interpretar resultados que abordan suposiciones sobre las capacidades de percepción de los animales distintos a nosotros.
“Quizás seamos capaces de comparar la morfología o los estímulos sensoriales de modelos animales, pero aún nos falta comprender más profundamente cómo funciona el cerebro de los animales”, dijo. “Aunque parece cada vez más claro que, en general, subestimamos las habilidades cognitivas de los animales, necesitamos desarrollar aún más nuestro conocimiento de la mente animal”.