El cine es un arma pacífica de denuncia social, de toma de conciencia y de cambio imprescindible para el país, así lo definieron para Newsweek México los ganadores de la 61 entrega del Ariel, cuyas cintas se exhibirán dentro del ciclo “Ganadoras del Ariel 2019”, durante julio y agosto en CDMX, Puebla, Estado de México, Tlaxcala, Coahuila y Tijuana.
Mención especial merecen el largometraje documental Hasta los dientes, de Alberto Arnaut, y el cortometraje Sinfonía de un mar triste, de Carlos Morales, los cuales sirvieron como pruebas judiciales y marcaron un cambio radical en la historia de sus protagonistas.
El primero narra la historia de dos estudiantes de excelencia académica, Jorge Mercado y Javier Arredondo, quienes fueron torturados y asesinados en el TEC Campus Monterrey en 2010 a manos del ejército. Los reportes oficiales decían que los jóvenes eran sicarios que iban “armados hasta los dientes” y por eso los mataron. Gracias al documental se comprobó su inocencia y la culpabilidad del ejército, a tal grado que el Estado mexicano ofreció disculpas a los familiares.
“Cuando hice el documental buscaba justicia y verdad. La película consiguió que el Estado hiciera algo que no había hecho en otros sexenios, aceptar que el ejército asesinó a sangre fría a dos estudiantes de excelencia académica y que se trató de una ejecución extrajudicial, lo cual es muy importante para la moral de las familias de las víctimas, que llevan años luchando por limpiar el nombre de sus hijos”.
La disculpa que ofreció el gobierno, a juicio de Arnaut, resulta contradictoria frente a la apuesta de la 4T por la militarización: “Se tendría que aspirar a que la Guardia Nacional sea una guardia civil. Sé que en este momento es absurdo prescindir del ejército en las calles porque la Policía Federal está absolutamente desaparecida, quizá podría funcionar como una medida provisional, pero todo apunta a se quedarán permanentemente y eso me aterra”.
La película cobra aún mas vigencia frente a las recientes noticias de la desaparición y asesinato de universitarios. Sin embargo, el cineasta subraya que estos crímenes suceden desde hace mucho tiempo, solo que ahora se han vuelto más visibles.
“Piensan que los jóvenes no valemos porque socialmente no somos productivos ni cubrimos una función responsable, entonces nos matan. Hay que acabar con este discurso donde las autoridades criminalizan a las víctimas, necesitamos reivindicar el papel de los jóvenes y de los estudiantes en el país”.
Para el realizador, una forma de hacerlo es filmando historias sobre temas de derechos humanos bajo el amparo de los protocolos de seguridad de instancias como Artículo 19: “Es importante que nos quitemos el miedo que nos metieron, porque pretenden inmovilizarnos y que no denunciemos. Si cedemos, ellos ganan”.
Sinfonía de un mar triste, por su parte, aborda la migración de Hugo, quien buscó asilo en Estados Unidos tras huir de la violencia de su natal Guerrero. El corto formó parte del expediente de la última audiencia del protagonista y con él pudo conseguir un permiso especial para quedarse en ese país en calidad de refugiado.
“Aunque el tema es la migración por la violencia, sigue siendo el mismo fenómeno que el de la pobreza, el mismo efecto del abandono de la familia, de tus raíces, de tu país, de tu cultura, de tu identidad”, aclara el director, Carlos Morales.
El documentalista considera que la decisión de AMLO de apoyar económicamente a Centroamérica será fundamental para mitigar la movilización:
“Es necesario que las naciones ayuden a los vecinos que tienen una crisis humanitaria como la que sufren ahora los centroamericanos. Si buscáramos unir esfuerzos y si hubiera voluntad política, entonces habría otras maneras de reactivar la economía y evitar la migración”.
Sobre el cine, afirma que permite al público reconocerse en los personajes y entender el dolor universal de la humanidad y que puede cambiar la percepción y hasta la vida de alguien.
“Es una forma de manifestarnos y de tratar de cambiar la conciencia de los ciudadanos. Siempre van a haber conspiraciones contra los valientes, pero en este momento el país nos necesita. Cada joven que toma una cámara, que se atreve a retratar la realidad, se convierte en un soldado para la nación con un arma pacífica, que es el cine.
“Tenemos la oportunidad de crear memoria —continúa Carlos Morales—. No olvidemos que el arte es hijo de su tiempo y los que nos dedicamos a esto debemos ser generosos para contar las historias que envuelven al país”.
LA FICCIÓN TAMBIÉN LEVANTA ÁMPULAS
Las ficciones premiadas este año en la 61 edición del Ariel también han puesto el dedo en la llaga de temas como la tercera edad, la violencia intrafamiliar y los derechos de las trabajadoras domésticas.
Ángeles Cruz, originaria de Tlaxiaco, Oaxaca, y ganadora del Ariel a mejor cortometraje, en Arcángel aborda la historia de Patrocinia, una mujer de edad avanzada que estaba sumida en el abandono. Gracias a este trabajo, la protagonista pudo ser rescatada.
“Patrocinia estaba en el abandono completo, ya no comía, ni se movía, ya no tenía nada. Cuando la vi no pude evitar llevármela y hacerme cargo de ella. En la búsqueda de un asilo o una casa de acogida recibí muchos noes —”no”, porque no se vale por sí misma; “no”, porque no habla español—. En la desesperación escribí el corto y, por suerte, despertó esa pequeña conciencia que aún nos queda para ver por los más desprotegidos. Se empezó a crear una red de apoyo entre mi comunidad y, al final, Zoila Ríos Coca, activista que apoya a mujeres violentadas, nos ayudó a conseguirle un hogar”.
La directora y actriz asegura que el cine es una herramienta muy poderosa que debemos utilizar para reflexionar.
“Seguiré contando la historia de Patrocinia para continuar atendiendo a nuestros ancianos. El arte tiene que confrontar y pegar en las partes duras y en la conciencia”.
Silvia Pasternak, ganadora del Ariel a mejor guion por el largometraje De la infancia, el cual coescribió con el director Carlos Carrera y Fernando León, basados en la novela homónima de Mario González Suárez, asegura que la violencia intrafamiliar “se sale por las ventanas de las casas y se reproduce en la sociedad”.
La cinta gira en torno a Francisco, un niño que intenta sobreponerse de la agresión que vive en casa.
“No es un tema nuevo, solo que ahora hay más sensibilidad hacia la violencia contra las mujeres y la familia. Esta ahí, burbujeando todo el tiempo. No sé cómo evitarlo, pero sí sé que, cuando hicimos el guion, la moraleja, si se puede llamar así, era que la única manera de acabar con la violencia es romper con el círculo vicioso, no caer en los mismos mecanismos que cayó nuestro padre y el padre de nuestro padre, ni tampoco en el de las madres con su omisión, su terror y su decisión de no acercarse, de no atender, de aceptarla”.
De la infancia, reconocida también con el Ariel a mejor revelación actoral para Benny Emmanuel, se filmó en 2009 y no se había podido exhibir por carecer de distribuidora.
Este año formó parte de la 66 Muestra Internacional de Cine y se han hecho algunas funciones en un circuito muy pequeño. La escritora espera que el Ariel ayude a su distribución:
“La cultura, el cine y el arte sirven para dar una mirada distinta. Esta película se tiene que ver para que fomente la reflexión y quizá desde ahí se produzca un cambio. El cine debe ser accesible y barato para todo el mundo, necesitamos libros y educación incluyente y sin diferencias”.
Finalmente, Nicolás Celis, coproductor de Pájaros de verano, mejor largometraje iberoamericano, y de la multipremiada Roma, ganadora de diez preseas, entre ellas mejor película, director, fotografía y diseño de arte, considera que el cine es universal porque alude al lenguaje humano de las emociones.
“El cine es una herramienta que llega a una cantidad de gente muy grande y la puede transformar para bien o para mal. Pájaros de verano habla de una temática que se ha tocado muchísimo en el cine y en la televisión —el narcotráfico—, pero pocas veces se ha hecho con esta originalidad tan espectacular que conmovió a las audiencias, a escala mundial, porque toca raíces muy profundas de la guajira colombiana con actores naturales y otros de la talla de Carmiña Martínez y Natalia Reyes”.
De Roma aseguró que va a pasar a la historia porque Alfonso (Cuarón) —quien dedicó uno de los Arieles a Marcelina Bautista, fundadora del Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras del Hogar—, nos llevó a un viaje que nunca va a terminar.
“Esta película afectó a mucha gente, la motivó para hacer cosas. Hubo quien, por ejemplo, inscribió a sus trabajadoras del hogar en el programa piloto del IMSS y eso es importantísimo”.
Con una producción de 186 cintas en 2018, el cine mexicano se ha convertido en una poderosa bandera de lucha, de ahí la protesta de la comunidad cinematográfica durante la ceremonia de premiación ante el recorte a la cultura anunciado por el gobierno.
“La cultura es una inversión a largo plazo, no un gasto”, subrayó Ernesto Contreras, presidente de la AMACC.