Un grupo de arqueólogos piensa que varios conjuntos de cuentas de ámbar falso descubiertas en tumbas españolas son los primeros ejemplos conocidos de joyas falsificadas en la historia de Europa.
Para realizar su estudio, publicado en la revista PLOS One, los arqueólogos analizaron dos conjuntos de cuentas de varios siglos de antigüedad. Dos de ellas, que datan del tercer milenio a. C., fueron encontradas en la cueva artificial de La Molina, en la ciudad de Lora de Estepa, en el sur de España. En el sitio fueron enterradas 10 personas, junto con objetos como vasijas de barro, punzones de hueso y artefactos de marfil tallado.
Otras cuatro, que datan del segundo milenio a. C., se encontraron en la Cova del Gegant, en la ciudad costera de Sitges, al suroeste de Barcelona. En el lugar, se descubrieron casi 2,000 huesos humanos de mediados de la Edad de Bronce, que se piensa que pertenecieron a 19 personas, así como piezas de alfarería y cuentas ornamentales hechas de lignito, coral, ámbar, nácar y oro.
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Los especímenes parecían estar hechos de ámbar, y muchos arqueólogos cayeron en la trampa, explicó a Newsweek Carlos P. Odriozola, coautor del estudio y catedrático del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla. Sin embargo, las pruebas revelaron que las cuentas de la Cova del Gegant en realidad eran núcleos del caparazón de un molusco cubiertos con lo que se cree que es resina de pino, y se encontraron cerca de varias cuentas de ámbar verdadero. Mientras tanto, las cuentas de La Molina son semillas cubiertas de resina.
“Con ese tipo de cubierta superficial fue posible imitar efectivamente la translucidez, el brillo y el color que hacían del ámbar un material tan apreciado”, escribieron los autores. En investigaciones anteriores se han identificado métodos similares para imitar la turquesa en el Levante, los cuales datan el sexto milenio a. C.
“Estos dos sitios arqueológicos se parecen entre sí en muchas formas, a pesar de las diferencias geográficas y cronológicas, y muestran prácticas técnicas y conocimientos del período prehistórico tardío que habrían sido más frecuentes de lo que suele documentarse, como lo han demostrado otros hallazgos realizados en el Cercano Oriente”, señalaron los autores.
Odriozola explicó que las personas comenzaron a comerciar con mercancías y objetos valiosos cuando surgió el cultivo como forma de vida en Europa, hace miles de años. El ámbar, que está hecho de resina de árbol fosilizada, era un material muy valioso que se comerciaba en todo el continente y era usado por los líderes para crear una imagen de poder y hacer alarde de su riqueza. El ámbar de succinita fue llevado a España proveniente del Mar Báltico, mientras que el ámbar de simetita era originario de Sicilia. A través de esta ruta también se comerciaba con marfil asiático y africano, jade alpino y cinabrio.
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“El hecho de que un individuo rico de la cueva de La Molina haya sido enterrado con artefactos parecidos al ámbar abre un camino de investigación sobre la red comercial y la función de los intermediarios (comerciantes) y los valiosos sistemas de suministro en esas comunidades del tercer milenio a. C.”, escribió Odriozola.
“Ocurre algo similar en la Cova del Gegant, donde personas del segundo milenio a. C. fueron enterradas con dos cuentas de ámbar genuino y cuatro de un material parecido al ámbar”.
Entonces, ¿por qué se crearon las cuentas falsificadas? Los autores hacen énfasis en que resulta curioso que se hallaran “materiales exóticos” en ambas tumbas, lo que sugiere que los muertos eran lo suficientemente ricos como para permitirse poseer objetos poco comunes y ámbar genuino.
Odriozola indicó que quizás no habría suficiente ámbar para satisfacer la demanda, o que quizás los comerciantes simplemente deseaban engañar a los ricos para quedarse con su dinero.
El estudio debería alentar a los expertos a reconsiderar si los objetos prehistóricos valiosos realmente son lo que parecen ser, dijo Odriozola.
Peter van Dommelen, catedrático de arqueología y antropología de la Universidad Brown, que no participó en la investigación, declaró a Newsweek: “Este estudio es nuevo e interesante, pero no es necesariamente importante por derecho propio. La parte verdaderamente importante se realizó hace cinco o 10 años, cuando se demostró que el ámbar de este período prehistórico temprano no provenía del Báltico sino de Sicilia.
“Este hallazgo añade un toque interesante y abre la puerta para comprender mejor cómo y por qué tales elementos eran vendidos y ‘falsificados’; la relación con el marfil del norte de África es crucial a este respecto, y la participación de esa parte del continente es quizás la información más importante que revela el estudio”.
Afirmó que es necesario realizar más que análisis científicos que busquen averiguar de dónde provienen los materiales, y que se debe dar seguimiento al estudio con marcos interpretativos más sofisticados.
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Los arqueólogos piensan que los seres humanos se han adornado a sí mismos con joyería durante cientos de miles de años como un medio de comunicación, por ejemplo, al usar un anillo para indicar que están casados o para reflejar su estatus social, de acuerdo con el doctor Michelle Langley, miembro de investigación ARC DECRA de la Universidad Griffith.
Los ejemplos más antiguos de adornos corporales que se conocen son los pigmentos rojos minerales que se utilizaban en África como pintura corporal hace alrededor de 285,000.
“Para los arqueólogos, encontrar adornos corporales es lo más cercano a descubrir el pensamiento prehistórico. Su primera aparición en los registros arqueológicos nos indica en qué momento la mente humana se volvió lo suficientemente sofisticada como para concebir identidades individuales”, escribió Langley para The Conversation.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek