La OMS (Organización Mundial de la Salud) define la adolescencia como el período de crecimiento y desarrollo humano que se produce después de la niñez y antes de la edad adulta, entre los 10 y los 19 años, y la juventud se encuentra entre los 12 y los 29 años.
La reflexión actual en la vida cotidiana en México es, después del pasado siglo XX, como un sistema neoliberal de gobernabilidad y gobernanza, esclarecer qué ha pasado con nuestra población, como resultado de las políticas económicas, sociales y de la educación, las cuales tienen un espejo de resultados en las generaciones actuales, bajo la estructura social de nuestras familias y sus factores de convivencia.
De tal forma, el CONEVAL (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social), en el marco del Día Internacional de la Juventud, 2018, señaló que, del total de población de jóvenes en México, que es de aproximadamente 37.5 millones, el 44.3% vive en pobreza, es decir, 16.6 millones de jóvenes mexicanos.
Una persona se encuentra en situación de pobreza cuando tiene al menos una carencia social (en los seis indicadores de rezago educativo, acceso a servicios de salud, acceso a la seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, servicios básicos en la vivienda y acceso a la alimentación) y su ingreso es insuficiente para adquirir los bienes y servicios que requiere para satisfacer sus necesidades alimentarias y no alimentarias.
Así pues, desde una mirada muy humana, quiero transmitir los datos crudos de un sector de la sociedad mexicana que es nuestro presente y nuestro futuro. México tiene una responsabilidad enorme en transformar la realidad que vivimos.
REALIDAD DE LA JUVENTUD MEXICANA (Coneval 2016)
- El 35% de la población en México está compuesta por jóvenes.
- El 65% de los desempleados son jóvenes.
- Siete millones de jóvenes no estudian ni trabajan.
- El 60% de las personas encarceladas son jóvenes.
- Uno de cada tres jóvenes mexicanos viven en pobreza.
- Más de siete millones de jóvenes participan en el narcotráfico.
¿Es difícil ser joven en México?
Quizá lo complicado es la gran polarización social por la brecha de la desigualdad revelada en la radiografía de la juventud. La falta de oportunidades a causa del rezago social es el banco de incubación de una cuna desvalida, carente de soportes en autoestima familiar, pródiga de elementos tutoriales de calle, insumos afectivos de violencia física, verbal, así como un coctel muy estrecho, en distancia, ante la creatividad y la disciplina que genera concordia y paz, para el crecimiento y desarrollo de un ser humano.
En este marco real contundente, nada halagador, con millones de muchachos que se enfrentan a un paraje desolador, carente de luz, brillo y reflejo de alcanzar un cielo muy distante, por el simple hecho de vivir contracorriente, buscando identidad con sus iguales, en las calles, en los barrios, haciendo conjuros de hermandad, con la música, con sus ropas, con sus destinos, con sus propios hijos que parecieran sus hermanos más inocentes, más desvalidos y aún mucho más pequeños, que son los hijos de los adolescentes.
En 2015, en el país había 75,446 adolescentes entre 12 y 17 años casados, el 42.8% de las mujeres tenían al menos un hijo y el 77.3% no asistían a la escuela.
Un cambio de conciencia para una mejor juventud
Sin duda, una de las máximas tareas a fortalecer es el empoderamiento de los jóvenes a través de la comunicación, la solidaridad y, por supuesto, la formación e introducción de valores.
Hacer entender el valor del esfuerzo, de hacer legítimo el trabajo justo y honrado, formar cadenas de virtud hacia las conductas legales, lejos de la seducción de los terrenos fáciles de hacerse parte de la violencia y beneficiarse del delito. Fomentar el desarrollo educativo, hacia las artes, la pintura, la música, las letras y el desarrollo de la creatividad y apoyar las actividades deportivas.
Es momento de incentivar desde la juventud el respeto por las diferencias, étnicas, religiosas, de la sexualidad e identidad cultural con sus círculos de convivencia, haciendo énfasis en la aplicación de valores, como la generosidad, el respeto a los demás, la libertad sana y el autocuidado de sí mismos, siendo solidarios con su entorno y su medio ambiente.
Recordemos que los jóvenes son México y en ellos está el futuro de la patria y el futuro de nuestra dignidad como un pueblo lleno de fe en ellos, con su fuerza, su energía y sus sonrisas.
Por un México joven, ¡vamos por ellos!