A LO LARGO de su vida, el príncipe Manvendra Singh Gohil ha roto tradiciones, estereotipos y tabúes. A pesar del estigma que el divorcio conlleva en India, terminó su matrimonio con su princesa en 1992. Una década después se convirtió en el primer miembro de la familia real india en pronunciarse gay y lanzó una organización de beneficencia por los derechos de las personas LGBT poco después. Pero su plan más reciente podría ser el más audaz de todos.
Después de que Gohil salió del clóset, en 2006, su madre publicó un anuncio en periódicos en donde declaró que la familia lo desheredaba. Gohil ahora está abriendo un palacio de cuatro recámaras, el cual aseguró cuando sus padres trataron de desheredarlo, para personas LGBT y sus aliados, en un país donde la actividad sexual entre personas del mismo sexo es ilegal. Llamado Hanumanteshwar 1927, por el año en que el bisabuelo de Gohil construyó el palacio, el centro será administrado por su organización de beneficencia, Lakshya Trust. Habrá cuartos para huéspedes, así como una instalación médica y clases de inglés y vocacionales. El príncipe usa el financiamiento colectivo para construir más estructuras en el sitio.
Gohil se ha dedicado la última década a ayudar a personas LGBT. El hombre de 52 años conoce el dolor del rechazo y está consciente de su privilegio en comparación con otras personas homosexuales en India y en todo el mundo.
“Alrededor de los 12 o 13 años, cuando pasaba por mi madurez sexual, pensé: me atrae el mismo sexo y no el opuesto”, recuerda. Sintiéndose incapaz de confiarle a su familia su sexualidad, decidió ocultar sus sentimientos. “Quería creer que era heterosexual, que tendría una vida ‘normal’ y tuve un matrimonio exitoso”, dice el príncipe.
Enfatiza que, al contrario de otras personas LGBT en India, no fue obligado a casarse, pero el matrimonio no se consumó, y su esposa pidió el divorcio después de un año, luego de que él se abriera con ella con respecto a su sexualidad.
Con la esperanza de hallar un “arreglo”, los padres “trataron de curarme, y fueron al extremo de pedirles a los médicos que me dieran alguna terapia de choque y me enviaron al extranjero para ver si se podía llevar a cabo una cirugía”, afirma Gohil. “Desgraciadamente para ellos, los médicos estaban concienciados en este aspecto y trataron de explicarles que perdían el tiempo”, comenta Gohil. “A la gente le falta conocimiento. Incluso personas instruidas como mis padres, que tienen grados universitarios, no fueron educados sobre la homosexualidad”.
Incapaces de “arreglar” a su hijo, los padres lo repudiaron, comenta. “Mi familia sabía que era gay, pero nunca pensaron que lo revelaría a la sociedad. Eso es más desafiante para los padres. Una cosa es que aquellos en su círculo lo supieran, pero decirle a la sociedad que su hijo es gay es muy difícil”.
Con la bendición de Gohil, un periodista reveló el secreto del príncipe, lo que provocó un escándalo nacional. Multitudes en su estado natal quemaron efigies de él y declararon que no era digno de convertirse en el marajá de la dinastía Gohil de 650 años de antigüedad cuando su padre muriera.
Pero su herencia también le dio un perfil público. Compartió su historia en The Oprah Winfrey Show en 2007 y en Keeping Up With the Kardashians diez años después. Ello significó que pudo amenazar con demandar a sus padres cuando trataron de despojarlo de su herencia, permitiéndole conservar su palacio. Si su familia lo rechazaba mientras el país observaba, “cualquier otra persona gay podía sufrir una situación similar”, aunque a una escala menor, comenta el príncipe.
“En India, tenemos un [fuerte] sistema familiar, y estamos mentalmente condicionados a estar con nuestros padres”, explica. “En el momento en que tratas de pronunciarte gay, te dicen que te correrán, y la sociedad te boicoteará. Te conviertes en un paria social. Mucha gente depende financieramente de sus padres”.
Al reflexionar sobre la respuesta del público a su sexualidad, Gohil cree que tuvo un impacto positivo en toda India que cambió al país para bien. Por ejemplo, la Suprema Corte de India emitió un dictamen histórico el año pasado, confirmando los derechos de las personas LGBT a la privacidad, después de que volvió a penalizar la homosexualidad en 2013 al reinstaurar una ley de la era colonial.
El príncipe predice que cuando la gente se sienta motivada a salir del clóset, habrá más demanda de centros como el suyo. “Antes, las personas [LGBT] sucumbían a la presión de sus padres y se casaban con personas del sexo opuesto. Al paso del tiempo, la comunidad está percatándose de que eso no está bien”, explica. “Quiero darle a la gente un empoderamiento social y financiero, para que, al final, la gente que quiera salir del clóset no se vea afectada… No marcará una diferencia si son desheredados”.
Mientras lucha por los derechos de las personas LGBT en su país, Gohil se lamenta de la falta de entendimiento en India sobre su historia de personas homosexuales y género no binario. En las escrituras indias, las personas hijra, kinner o del tercer género eran consideradas como semidioses y tenían un importante papel de consejeros en los palacios reales de siglos pasados, mientras que el Corán reconoce que Dios creó ambigüedades en el género. Las actitudes actuales con respecto a la homosexualidad, la no conformidad de género y las personas no binarias son un lastre del gobierno imperial británico.
“Si lees nuestra historia y cultura, la homosexualidad está en el Kama Sutra, y tenemos templos que retratan abiertamente estatuas y esculturas homoeróticas”, menciona Gohil.
Por ello exige que la Sección 377 del Código Penal indio, el cual se remonta a 1860 y prohíbe las actividades sexuales que no resulten en la procreación, sea eliminada de inmediato. Dice que afecta tanto a heterosexuales como a homosexuales, ya que impide que la gente busque tratarse por VIH, sida y otras enfermedades sexuales, pues temen ser castigados bajo la que él describe como una ley “draconiana”. A principios de enero, la Suprema Corte ordenó una revisión de la Sección 377.
“No tiene lógica”, dice Gohil. “Hemos sido independientes por 70 años, y el Reino Unido se ha deshecho de ello, y nosotros continuamos con ello. Cuando doy conferencias en universidades, le pregunto a la gente si se masturba, y ellos dicen que sí. Entonces, contesto: ‘Bueno, entonces, todo este salón de clases está lleno de criminales’”.
Consciente de su perfil y de la novedad de ser un príncipe gay, Gohil lleva su lucha por los derechos de las personas LGBT al resto del mundo. “Los derechos de los homosexuales son derechos humanos”, señala. “No ganaremos esta lucha si me restrinjo a una escala nacional. Esto tiene que ser mundial”. Y comenta que su motivación proviene del refrán en sánscrito Vasudhaiva kutumbakam, o “Todo el mundo es una sola familia”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek