Los “ataques acústicos” a diplomáticos que mermaron las relaciones entre Estados Unidos y Cuba durante el 2017 carecen de pruebas, aceptaron altos funcionarios del Departamento de Estado tras meses de denuncias e investigaciones en los que no se logró determinar con qué fin ni quiénes fueron los responsables.
El subsecretario de Estado para Asuntos Públicos, Steve Goldstein, dijo que no han avanzado en “entender lo que ha ocurrido” pero acotó que “Cuba sabe lo que ha ocurrido”, por lo que sugirió que la isla explique lo que ha pasado para que no suceda nuevamente.
Los alegados “ataques” y la reacción del propio Departamento de Estado a esa situación fueron objeto de una audiencia pública este martes en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, donde la total ausencia de informaciones se tornó evidente.
Irritado con la incapacidad del Departamento de Estado en avanzar en la investigación, el presidente del Comité del Senado ante el que se presentaron los resultados, Marco Rubio, impulsó la creación de una comisión para analizar la respuesta de la cancillería.
Los supuestos ataques acústicos contra personal de la embajada norteamericana llevaron a Washington a expulsar a 15 diplomáticos cubanos, una decisión que la isla ha calificado como “injustificada” e “inaceptable”.
Cuba rechaza atentado contra diplomáticos
Tras esta declaración, Cuba rechazó haber atentado contra la salud de diplomáticos estadounidenses en La Habana, en el denominado caso de los “ataques acústicos”, y responsabilizó a senadores anticubanos de fabricar un hecho para “agravar el clima bilateral”.
“Reitero categóricamente que el gobierno cubano no tiene responsabilidad alguna en las afectaciones de salud reportadas por diplomáticos estadounidenses”, dijo a la prensa la directora general para Estados Unidos de la Cancillería de Cuba, Josefina Vidal.
La diplomática insistió en que “Cuba nunca ha perpetrado ni perpetrará, ni ha permitido ni permitirá que terceros actúen contra la integridad física de ningún diplomático sin excepción”. Recordó que, “meses de investigaciones exhaustivas han demostrado que no ha existido ataque alguno”.
Vidal rechazó lo que consideró como una “politización” de este asunto, así como las “medidas injustificadas que ha adoptado el gobierno de los Estados Unidos, con un alto costo para nuestra población, la emigración cubana y el pueblo estadounidense”.
Las denuncias de “ataques” se revelaron poco después de que Donald Trump asumiera el poder en Estados Unidos y tras un histórico acercamiento con la isla que lideró su antecesor, Barack Obama, con reapertura de embajadas en 2015.
La nueva administración endureció el lenguaje político y el bloqueo que Washington aplica contra la isla desde 1962. Tras las denuncias, redujo su presencia en La Habana y expulsó a 17 diplomáticos cubanos de Washington.
De acuerdo con Vidal, “elementos anticubanos buscan agravar el clima bilateral, con el único propósito de volver a una etapa de confrontación, con consecuencias negativas para ambos países y la región”.
Aseguró que “Cuba es un país seguro, pacífico y saludable”, tanto para diplomáticos como para turistas.