Para algunas estrellas de rock, las obsesiones pre-concierto
giran en torno de los bocadillos en el Green Room o el orden de la lista de
canciones. Para Brandon Flowers, sinuoso líder de la banda de Las Vegas, The
Killers, el tema era el color del confeti. En julio, cuando los pedacitos de
papel llovieran sobre una multitud de 65,000 fanáticos en el Hyde Park
londinense, debían tener exactamente el color rosa chicle de su chaqueta de
piel. “Hacía meses que planificaba esto”, dice Flowers, al día siguiente,
añadiendo que la respuesta eufórica del público fue “como conectarme con el
universo; casi como la eternidad o algo así. Espero nunca acostumbrarme a eso”.
El espectáculo de Hyde Park, el primer concierto importante
de The Killers en cinco años, fue parte de los preparativos para el lanzamiento
del quinto álbum de la banda, Wonderful, Wonderful. Y la chaqueta rosada
–alusión al tema del primer sencillo del disco, “The Man”-, era lo que Flowers,
de 36 años, lució para el lanzamiento del álbum con que la banda irrumpió en
escena en 2004, Hot Fuss. Aquel fue el momento que introdujo un ingrediente crítico
en la popularidad del grupo: la libertina imagen pública de Flowers. La letra
de “The Man” hace una parodia sutil de la arrogancia de un televangelista:
“Nada puede romperse, nada puede romperme/No necesito consejo, tengo un plan”.
“Mi visión de la masculinidad ha cambiado, definitivamente”,
dice. “Al adquirir más experiencia, me he dado cuenta de que es más una
cuestión de compasión y empatía”.
Flowers creció idolatrando a los combativos hermanos
Gallagher de Oasis, posible inspiración de su arrogancia anterior. En una
entrevista previa, comentó acerca de las bandas emo y pop-punk: “Dentro de mí,
hay un ser que quiere matar a golpes a todas esas bandas”. No mucho después, se
disculpó por el comentario, y ese papel de chico malo nunca terminó por quedarle
bien. Flowers fue criado y sigue siendo un mormón devoto y abstemio, quien a
menudo exclama, sin la menor ironía, “Santo Dios”, como hizo al responder a los
primeros esfuerzos de la disquera de su banda, Island, para volverlos una
sensación: “¡Santo Dios!”, exclama Flowers. “Me enteré de que el presidente de
la disquera dijo que sus artistas favoritos eran estrellas dentro y fuera del
escenario –debido a toda la controversia que provocaban-, y mi conciencia
interior, o lo que sea, sabía que no era correcto”.
La popularidad mundial de The Killers (con unos 22 millones
de álbumes vendidos hasta el momento) ha tenido beneficios. “No quiero
dirigirme a un sector específico solo para estar en la radio”, dice Flowers.
Wonderful, Wonderful, producido por Jacknife Lee (U2, REM) introduce capas funk
en el pop anthem synth del grupo, así como temas decididamente antipop. “Rut”,
la canción que más enorgullece a Flowers, toma la perspectiva de su esposa,
Tana Mundkowsky. “[Ella] ofrece una versión compleja del [trastorno por estrés
postraumático] que sufrió en su infancia, y es ella quien habla”, explica. “Es
muy emotiva y la única canción para la que tuve que sentarme con ella a tocar
el piano, solo para asegurarme que estaba de acuerdo”.
Mundkowsky y Flowers se conocieron en Las Vegas como
adolescentes y tienen tres hijos varones pequeños. Él dice que la paternidad ha
tenido un efecto suavizante. “Cuando ves cuán diferentes son mis hijos –y, sin
embargo, vienen de las mismas dos personas-, percibes con claridad a cada
persona que pasas por la calle, y lo diferentes que son sus dificultades”.
Una tercera pista, “Some Kind of Love”, le brindó la
oportunidad de reunirse con un héroe de su juventud, Brian Eno. La canción fue
escrita con instrumentación de Eno, pero sus representantes legales no
permitían que The Killers la lanzaran. “Tratamos de cambiar la canción”, dice
Flowers, “pero jamás habríamos logrado que fuera igual de buena”. Poco antes de
masterizar el álbum, Flowers pidió que amigos mutuos lo ayudaran a contactar
con Eno enviando correos electrónicos y textos: “Al menos, quiero hablar con él
para explicarle”. Por fin, pudo comunicarse con Eno por teléfono y obtuvo el
permiso de inmediato.
Esa conversación logró algo más: la oportunidad de aclarar
una ofensa percibida. Habían dicho a Flowers que Eno se negó a producir el
segundo álbum de The Killers, Sam’s Town. “Durante 11 años, cada vez que subía
al escenario o me ponía a componer, pensaba que no era lo bastante bueno para
Brian Eno”, confiesa Flowers. “Así que le dije, ‘¿Te pidieron que hicieras
Sam’s Town?’ Él dijo que no. Quién sabe si fue una movida sucia de mi disquera
o algo así, pero me sentí muy bien”.
—
Publicado
en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek