Se trata de uno de los relanzamientos más ansiosamente esperados de la historia de la pantalla. ¿Valió la pena esperar la actualización para el nuevo milenio de Twin Peaks? La serie televisiva de 1990 de David Lynch, en la que el detective Dale Cooper investiga el asesinato de la reina estudiantil Laura Palmer en el pueblo de Twin Peaks, Washington, produjo una segunda serie, un culto de seguidores y un largometraje (Twin Peaks: Fire Walk With Me). Pero lo más importante fue que redefinió el género del drama televisivo, allanando el camino para el estilo épico cinemático de televisión q ahora damos por sentado en HBO, Showtime y en nuevas plataformas como Netflix y Amazon Prime.
El despliegue publicitario y la anticipación que rodea al lanzamiento en dos partes de esta temporada de 18 episodios han sido extraordinarios, especialmente debido a que Lynch había abjurado repetidamente del proyecto. Al final, el regreso resultó ser triunfante, emocionante, insondable en partes y tranquilizadoramente impredecible.
Esta nueva serie es exactamente tan desconcertante y desafiante como la original, con muchas caras conocidas en el reparto, así como algunas divertidas muevas adiciones lyncheanas, como un árbol parlante que cree que es un brazo y una caja de cristal que parece atraer poltergeists psicóticos. Es un drama que se complace en retrasar la gratificación. El objetivo principal de Twin Peaks sigue siendo que el espectador básicamente no tenga ni idea de lo que está pasando.
Ambientada 25 años después de la muerte de Laura, la línea temporal es, no obstante, extrañamente imprecisa. Es claro que el tiempo ha pasado, pero, aun así, la serie no se percibe como contemporánea (todo el mundo usa teléfonos fijos con mucha mayor frecuencia que cualquiera en la vida real). La serie original estaba ambientada a finales de la década de 1980, pero siempre provocaba la sensación de desarrollarse en un periodo muy anterior. En este caso, también existe la sensación de que esto no está ocurriendo en un mundo conocido.
Como recordarán los espectadores de las primeras dos series, ahora hay dos Agentes Cooper. (Por fortuna, ambos están interpretados por el excelente Kyle MacLachlan). El “real”, es decir, el “bueno”, está atrapado en el mundo sobrenatural de la Logia Negra. Se trata de la legendaria sala de cortinas rojas, un lugar onírico en el que este Cooper recibe visitas de extraños personajes que le ofrecen pistas aparentemente indescifrables. Todos los viejos favoritos están aquí: el Gigante (Carel Struycken), el Manco (Al Strobel) y la deliciosa reaparición de una Laura madura (Sheryl Lee). Como siempre, todos pronuncian un diálogo fragmentado y pregrabado, diciendo frases crípticas como “¿Es el futuro? ¿O es el pasado? Alguien está aquí”.
Mientras tanto, el otro Cooper, el “malo”, su doble perverso, está afuera en el mundo provocando el caos. Ahora, tiene el cabello largo y la capacidad de masajear la mandíbula de las personas de una manera perturbadora. Con la apariencia de un rechazado de la banda de rock Spinal Tap, MacLachlan se divirtió muchísimo con su papel. Parece ser un matón con una camisa de piel de serpiente, actuando según las instrucciones de un misterioso Phillip. Y de alguna manera está implicado en el asesinato de Ruth Davenport, la víctima de la temporada de 2017.
La cabeza cercenada de esta pobre bibliotecaria fue descubierta sobre la almohada de su cama en su apartamento de Buckhorn, Dakota del Sur, junto con el cadáver sin cabeza de un hombre no identificado bajo las sábanas. Resulta claro que las consecuencias de este asesinato impulsarán la narrativa y que de alguna manera están entrelazadas con la misión de Cooper de escapar de la Logia Negra y destruir a su doble. Pero el trabajo de Lynch no sólo trata sobre el bien y el mal. Trata sobre los límites de la cordura y de la identidad.
El episodio inicial en dos partes establece inteligentemente y de manera convincente esta configuración, pasando de una locación a otra, al tiempo que lanza una enorme cantidad de pistas falsas. Muy lejos de allí, en Nueva York, un joven contratado para vigilar la caja de cristal que atrae poltergeists se ve distraído por la entrega de un café con leche, lo que conduce a otro baño de sangre. En Buckhorn, las huellas del Bill Hastings, el director de la escuela, se encuentran por toda la escena del crimen. De vuelta en Twin Peaks, los dos hermanos que dirigen el hotel discuten sobre la queja de un huésped relacionada con un zorrillo. El subalguacil Hawk, del Departamento del Alguacil de Twin Peaks, recibe pistas de extrañas llamadas telefónicas de la Dama del Tronco. Y en el Bang Bang Bar, el meditabundo James (James Marshall) y la imposiblemente hermosa Shelly Johnson (Mädchen Amick) parpadean soñadoramente al ritmo de una banda electrónica, justo como en los viejos tiempos.
Se trata de un entretenido e intrigante regreso a la forma que deleitará a los fanáticos y quizás, sólo quizás, atraerá a un nuevo público dispuesto a pasar por alto el ritmo lento y las incongruencias al azar a cambio de dar un vistazo al inimitable, mágico y distópico mundo de Lynch.
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Continúa en Showtime (U.S.) y Sky Atlantic (U.K.); Sho.com/twin-peaks
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek