NO HAY MUCHAS ESTUDIANTES en la Universidad de Sofía que lleven un hiyab, por lo que Aishe Emin, de 20 años de edad, se destaca. Desde que se mudó a la capital de Bulgaria, hace dos años, su velo ha recibido mucha atención. Pero en meses recientes ha tenido que enfrentar más comentarios y miradas hostiles. Mustafa, su marido y también alumno de la universidad, usa barba y ora periódicamente; por ello algunos de sus compañeros lo consideran “radical”.
Los Emin forman parte de la comunidad musulmana Pomak, nativa de Bulgaria. Este grupo ya ha enfrentado antes la persecución, cuando los fascistas y, posteriormente, los comunistas, estaban en el poder. Sin embargo, tras los recientes ataques islamistas en Francia y Bélgica, ella y otras personas se han quejado de un nuevo contragolpe contra los musulmanes. La mayoría de los políticos de Europa han condenado el creciente aumento de la islamofobia, pero los partidos de derecha de muchos países de la Unión Europea han alimentado el miedo y el odio que los musulmanes enfrentan regularmente. El Frente Patriótico, un partido derechista búlgaro que forma parte de la coalición gobernante, ha presentado una serie de leyes que, de acuerdo con los críticos, harían que la discriminación contra los musulmanes formara parte del código legal del país. El parlamento ya ha aprobado una de ellas, la cual prohíbe que las mujeres usen velos que les cubran el rostro, incluso parcialmente.
Si los legisladores búlgaros aprueban el resto de las leyes, cuya redacción es bastante imprecisa, no se permitirá que ciudadanos extranjeros pronuncien sermones; la financiación extranjera para todas las denominaciones religiosas será suspendida; será obligatorio utilizar el lenguaje búlgaro durante todos los servicios religiosos y el “islamismo radical” será considerado fuera de la ley, entre otras cosas (la legislación define a los partidarios del “islamismo radical” como aquellas personas que estén a favor de la creación de un Estado islámico, que impongan a la fuerza las normas islámicas a otras personas, que difundan la guerra santa o recauden fondos para algún grupo terrorista islámico).
Otros países de la Unión Europea, entre ellos Francia, Letonia y Bélgica, prohíben que las mujeres se cubran el rostro, pero la propuesta de ley de Bulgaria en la que se prohíbe el “islamismo radical” sería la primera en toda la Unión Europea. Si es aprobada, la legislación afectará principalmente a los musulmanes cuyas familias han vivido en Bulgaria durante siglos: las etnias turca, Pomak y Roma.
Los analistas afirman que no existe un solo caso conocido de algún musulmán búlgaro nativo que se haya unido a algún grupo extremista de Oriente Medio. Sin embargo, ello no ha impedido que los políticos de derecha de ese país impulsen uno de los programas políticos más antimusulmanes de toda Europa.
Yulian Angelov, miembro del parlamento por el Frente Patriótico, afirma que su partido simplemente trata de evitar que los musulmanes búlgaros se radicalicen. Las propuestas, afirma, permitían que las autoridades emprendan acciones tempranas contra extranjeros que planeen adoctrinar a la población local y promover la violencia. “Todos recordamos el bombardeo [en Burgas]”, señala Angelov, refiriéndose a un ataque contra un autobús que transportaba turistas israelíes en esa ciudad búlgara en 2012. En las investigaciones se descubrió que tres hombres con pasaportes occidentales y enlaces con el grupo libanés Hezbolá estaban detrás del bombardeo. Ningún ciudadano búlgaro estuvo implicado en el ataque, en el que murieron siete personas, entre ellas, el bombardero. “Debemos tomar medidas”, afirma Angelov. “Vemos que constantemente se producen ataques terroristas. Vemos a millones de inmigrantes ilegales conquistando Europa”.
Sin embargo, los críticos afirman que las nuevas leyes no solamente aislarán a los musulmanes, sino que también afectarán los derechos de otras religiones, incluidos el judaísmo y el cristianismo. La Oficina del Gran Mufti en Bulgaria y la Iglesia católica búlgara han condenado las medidas, al igual que el Consejo Religioso Central Israelita de Sofía. “Los cambios propuestos en la Ley de las Denominaciones Religiosas constituyen un paso más para alejarnos de los principios democráticos”, señaló el Consejo.
Otra cuestión es la forma en que el gobierno aplicará la ley. Muchos estudiosos islámicos afirman que el establecimiento de un Estado dirigido con base en la ley islámica, junto con la yihad, que es un concepto del Corán referido a la lucha (y no necesariamente a una lucha violenta o física) en el nombre de Dios, son algunas de las ideas más fundamentales del islam. “¿Cómo podemos definir legalmente una de [estas ideas] como ‘tradicional’ y otra como ‘radical’?”, señala Simeon Evstatiev, profesor adjunto de historia islámica y de Oriente Medio de la Universidad de Sofía. “Tal definición provocaría el caos entre los fiscales, abogados y jueces, que deberán ser competentes en aspectos teológicos con el objetivo de trabajar en esos casos. Esto es absurdo, por decir lo menos”.
Mihail Ekimjiev, abogado de derechos humanos radicado en Bulgaria, afirma que la ambigüedad del término “islamismo radical” podría permitir la persecución legalizada de los musulmanes. En su opinión, algunas de las demás disposiciones de la propuesta violan las leyes de la Unión Europea y de los derechos humanos. “Las instituciones religiosas deben ser relativamente autónomas del Estado”, afirma. “La posibilidad de que sean presionadas con revisiones frecuentes abre camino a una represión estatal contra ellas”.
Aparte de la “prohibición de la burka”, el parlamento ha aprobado preliminarmente otra propuesta del Frente Patriótico: la criminalización del “islamismo radical”. Sin embargo, la legislación está en espera de enmiendas y de una votación final para su aprobación.
Por temor a las recriminaciones, la mayoría de los musulmanes búlgaros no hablan en público acerca de las propuestas de ley; esperan a ver lo que ocurra en el parlamento. Mientras tanto, los actos vandálicos contra los musulmanes se han vuelto más comunes, señala Jalal Faik, secretario general de la Oficina del Gran Mufti en Sofía. En agosto, varios vándalos pintarrajearon una carroza fúnebre musulmana en la ciudad de Pleven, en el norte del país, con letreros que decían “Asesinos”, “El islam destruye a Europa” y “Ustedes cometieron un genocidio contra Bulgaria”.
Si la legislación es aprobada, Faik pronostica que los musulmanes de Bulgaria no se quedarán callados por mucho tiempo.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek