Científicos de Japón descubrieron la proteína que hace casi indestructible al organismo microscópico llamado tardígrado, mejor conocido como “osito de agua”, que protege su ADN de diversas agresiones como la radiación solar y aseguran que esta cualidad podría ser transmutada al ser humano.
“Lo increíble es que la proteína que confiere al tardígrado esa resistencia puede ser transferida a otras células animales”, dijo a la AFP el coautor del estudio, Takekazu Kunieda de la Universidad de Kioto.
De acuerdo con los investigadores se trata de una proteína específica de los tardígrados que puede proteger a las células humanas de los rayos X, ya que protege el ADN de estos diminutos seres dos veces menos daños.
“Es asombroso ver que un sólo gen sea suficiente para mejorar la tolerancia a las radiaciones de las células humanas”, señaló el biólogo.
Estos animales miden medio milímetro de largo y se desplazan de manera lenta y torpe gracias a sus ocho patas con pequeñas garras. Sin embargo, la naturaleza los dotó con “superpoderes” que los colocan como una de las especies más resistentes del planeta.
Publicado este martes en la revista británica Nature Communications, el estudio destaca la cualidad de estas minúsculas criaturas de resistencia a la extrema sequía, siendo capaces de secarse por completo y sobrevivir con apenas 1 por ciento de la cantidad de agua que habitualmente contiene.
Su ADN se separa en varios pequeños pedazos y en ese momento queda en un estado vital reducido a 0.01 por ciento de lo habitual. Cuando comienza a hidratarse de nuevo, el tardígrado repara su propio ADN y sale ileso de la deshidratación extrema.
“Si la tolerancia a la desecación es transferible va a transformar por completo nuestra manera de conservar materiales biológicos (células, cultivos, carnes, pescado”, observa Takekazu Kunieda. Sin embargo, evocando los dilemas éticos de las manipulaciones genéticas, admite que “no creo que ello suceda en un futuro cercano”.
Hasta ahora, es la única especie que ha resistido al vacío espacial, en 2007, miles de ositos de agua viajaron a bordo de una nave espacial y fueron expuestos al vacío del espacio a 270 kilómetros de altura. Al regresar, la mayoría de ellos no presentó ninguna alteración biológica.
Los tardígrados fueron descubiertos en el siglo XVIII por el naturalista alemán Johann Goeze, quien los bautizó con el nombre de “ositos de agua” por su cuerpo redondeado y lonjudo.