A 45 minutos de San Miguel de Allende, Guanajuato, se halla Dolores Hidalgo, un municipio lleno de historia. Sus más de 148,000 habitantes se dicen orgullosos de pertenecer a ese territorio en donde la madrugada del 16 de septiembre de 1810 se proclamó, en medio de un grito de conflagración, el inicio de una de las batallas más significativas en la historia de México: la Guerra de Independencia.
Este movimiento fue encabezado por el cura Miguel Hidalgo, un hombre que siempre pugnó por un trato humano y justo a los pobladores del país, asegura el investigador y guía José Alamillo Ríos. Hidalgo fue cura por seis años y medio en Dolores, y el principal impulsor del levantamiento de armas del pueblo mexicano en contra de la corona española. Debido a ello, a Dolores Hidalgo fue nombrada “Cuna de la Independencia Nacional” el 15 de diciembre de 1947.
La historia del movimiento independentista es una de las razones por las que Dolores registra actualmente un crecimiento del 20 por ciento en el número de sus visitantes, que en 2015 superaron más de 576,000: 66 por ciento de esa cifra turismo nacional, 29 por ciento, estatal, y 5 por ciento internacional. En conjunto, propiciaron una derrama económica para el estado superior a los 790 millones de pesos.
Artesanías y arquitectura
Un elemento preponderante en la vida de Dolores es el barro, un material esencial en la vida de los artesanos de la región, quienes con sus manos moldean piezas fascinantes que integran toda una cosmogonía.
Para Elías Ramírez Ríos, director del Taller de Cerámica “El Jarrito Mexicano”, el valor agregado a cualquier artesanía es el trabajo humano, la pasión, dedicación, paciencia y amor con la que cada artista moldea sus obras.
La venta de artesanías en Dolores es el principal motor económico de la entidad, seguida detrás por el turismo. Datos de la Secretaría de Turismo de Guanajuato, indican que los turistas llegan a gastar hasta 31 por ciento de su presupuesto en artesanías y souvenirs.
Uno de los talleres más emblemáticos de la región es “La Catrina”, donde los artesanos dedican hasta ocho o nueve horas al día para elaborar una pieza. Con la intención de mostrar la complejidad de este oficio, los artesanos suelen invitar a los visitantes a pintar una pieza que pondrá a prueba su paciencia, pues cada detalle (previamente dibujado), deberá ser iluminado de un color específico; una experiencia que sensibiliza al más escéptico.
Con una oferta hotelera de más de 527 habitaciones, Dolores Hidalgo es un destino totalmente familiar. Su parroquia principal, dedicada a la Virgen de los Dolores, fue construida a partir de cantera rosa y piedra bola, y su arquitectura pertenece al barroco churrigueresco del siglo XVIII. Fue edificada por artistas locales bajo la dirección de un grupo de sacerdotes; en ese templo ofició alguna vez el hermano mayor de Miguel Hidalgo, quien también fue cura.
José Alfredo y la gastronomía de Dolores
Dolores es también el pueblo en el que nació el compositor José Alfredo Jiménez. El museo dedicado al artista es una casa que data del siglo XIX y es considerada monumento histórico. La museografía de la Casa Museo José Alfredo Jiménez está a cargo de una asociación civil e integra un recorrido por la vida y las obras del cantautor, quien a lo largo de su carrera grabó 278 canciones, de las que se han difundido cerca de 2,000 versiones en todo el mundo. En la actualidad, el recinto recibe 1,200 visitantes diarios en temporada alta.
Integrado por más de 500 comunidades, el municipio de Dolores Hidalgo es también poseedor de una notable oferta gastronómica, que tiene su origen en la tradicional cocina otomí: pulque y aguamiel, mole de pepita de calabaza, nopales capeados, guiso de garbanzos y las tradicionales tortillas de maíz recién horneadas en el comal.
Tales platillos pueden degustarse en el Parador Turístico José Alfredo Jiménez, el cual reúne no sólo la esencia de la gastronomía otomí, sino también oferta cerámica, alfarería y diversos productos orgánicos en un espacio que dispone de 32 locales.
Algo similar ocurre en la plaza central de Dolores, donde tradicionalmente se expenden nieves artesanales. Y el menú es amplio y exótico: desde el tradicional mantecado hasta nieves de chicharrón, mole, nopal con camarón y el encantador beso de ángel.