Donald J. Trump inició formalmente su campaña a la presidencia de los Estados Unidos el 16 de junio de 2015 con un discurso que a la fecha es cuestionado. En esa ocasión el magnate neoyorquino llamó criminales y violadores a los mexicanos, señalamientos bajo los cuales fundamentó sus intenciones de construir un muro en su frontera sur.
Sin embargo, el republicano no siempre miró con recelo hacia México. De hecho, Trump intentó desarrollar distintos proyectos inmobiliarios en ese país, todos los cuales resultaron en planes fallidos. Esas amargas experiencias se suman a la disputa legal que el empresario inmobiliario sostuvo con un mexicano a quien acusó de un fraude millonario.
La historia entre Trump y Rodolfo Rosas Moya, empresario de Mérida que se desempeña en la industria de la construcción, inició hace una década cuando se negoció la posibilidad de llevar a México el concurso de Miss Universo, cuyos derechos Trump vendió a raíz de la polémica suscitada precisamente por sus dichos contra los mexicanos que llevaron a varias empresas a vetar el concurso.
Moya explicó al diario La Jornada cómo en aquella ocasión, la empresa de Trump Miss Universe LP LLLP tenía la mitad de los derechos del concurso y la otra mitad con NBC, por lo que se realizó un contrato con Grupo Promotor MU de México SA de CV, cuyo propietario es Pedro Rodríguez Sierra.
En los meses previos, el Grupo Promotor MU tuvo conflictos con la empresa dirigida por Trump debido a las exigencias que llevaron a la empresa del ahora candidato presidencial a amenazar con cancelar el concurso. Fue por ello que Rodolfo Rosas fungió como aval para garantizar el cumplimiento del contrato ofreciendo cinco terrenos ubicados en la Riviera Maya.
Sin embargo, Rosas Moya explicó al diario mexicano que él nunca firmó el contrato para otorgarlo, debido a que notó que la empresa de Donald Trump estableció una estrategia para generar conflictos, para posteriormente llevarlos a un proceso judicial.
El concurso de Miss Universo se llevó a cabo en mayo de 2007, sin incidentes. Tres años después los predios ofrecidos como aval y otros 20 fueron embargados a raíz de una demanda promovida por Trump, quien también promovió una demanda en Estados Unidos.
Un juez de Nueva York, de donde es originario Trump, desligó a Rodolfo Rosas de la demanda porque él no tenía ninguna relación con Miss Universo, y tampoco firmó el contrato. De esa manera, el mexicano venció a Donald Trump con medios legales. “A Donald Trump le dolió que sus 300 abogados fueran vencidos por dos míos”, dijo Rosas a La Jornada.
Pero Trump no dejó atrás el conflicto y en marzo de 2015, dos meses antes de formalizar sus intenciones de ser presidente de Estados Unidos, escribió en su cuenta de Twitter: “Por Rodolfo Rosas Moya, quien me debe mucho dinero, México jamás volverá a organizar el Miss Universo”; “El sistema de justicia mexicano es corrupto. No quiero tener nada que ver con México, excepto construir una pared impenetrable y detenerlos para que no vengan a quitar dinero de Estados Unidos”.
Era un adelanto del discurso que vendría.
El conflicto con Rosas Moya está lejos de ser la única experiencia que habría dejado al republicano un mal sabor de boca. Dos días después de haber lanzado su precampaña, el diario español El País publicó cómo en 2007 el empresario inmobiliario y su familia se dedicaron mucho tiempo a destacar las bondades de las playas de la ciudad fronteriza de Tijuana, en Baja California.
Trump buscaba desarrollar el Trump Ocean Resort Baja California, un exclusivo complejo residencial con 526 apartamentos que costaban entre 300,000 y 3 millones de dólares. El proyecto se había lanzado en una elegante fiesta en diciembre de 2006 en San Diego, California. Ese primer día Trump y su familia vendieron 122 millones de dólares y 188 unidades.
Sin embargo, el complejo no resistió los embates que la crisis económica hizo a la industria de la construcción y se canceló. Los compradores recibieron en 2008 una carta en la que Trump se desmarcó del proyecto afirmando que solo había rentado su nombre. Así, los 32 millones de dólares que aportaron los compradores se esfumaron.
Los clientes defraudados exigieron 20 millones de dólares al empresario y a la firma Irongate, codesarrolladora del proyecto, pero Trump y la compañía sólo tuvieron que pagar 7.5 millones de dólares, de acuerdo con el fallo de un juez, aceptado por los demandados,del cual daba cuenta Los Angeles Times en noviembre de 2013, cuando concluyó la disputa legal.
En Cozumel Trump tuvo otro negocio poco fructífero: Punta Arrecifes Resort, un proyecto dado a conocer en 2007 en Miami. Para dicho desarrollo el entonces alcalde de Cozumel Gustavo Ortega presentó un plan para preservar y desarrollar una gran porción de la bio-reserva y dijo que una parte de la zona sería un desarrollo de Trump.
Un año después, a fines de 2008, Donald Trump y su hija Ivanka se reunieron en un restaurante con representantes legales de la empresa Mayaland, del yucateco Fernando Barbachano Herrero, y el entonces alcalde panista de Cozumel, Gustavo Ortega Joaquín.
El semanario mexicano Proceso informó que se trató de la reunión definitiva para negociar con el presidente municipal el cambio de uso de suelo para la zona de 12 kilómetros de playa, en el norte de la isla caribeña, y que destrabara los trámites para el desarrollo de Punta Arrecifes Resort, un proyecto que pretendía convertir a Cozumel en un destino de turismo de lujo.
Para “acelerar” los trámites, detalla la publicación el alcalde les pidió un soborno de 20 millones de dólares. De esta manera, Trump dio por terminadas las negociaciones.
Los 20 millones de dólares que pidió el alcalde cozumeleño nunca fueron mencionados públicamente por Trump, pero hizo que se saliera del proyecto Punta Arrecifes Resort. Sólo había invertido 150 mil dólares, que les fueron devueltos años después por su socio Barbachano Herrero, refiere el semanario.