Se
trata de un concepto antiguo en el budismo, aprobada por el mismo Buda,
consignado en murales y manuscritos de siglos de antigüedad, en los que aparecen
escenas de meditación junto a distintos tipos de cuerpos sin vida, algunos
infestados de gusanos, otros cortados en dos o acosados por cuervos.
El
aprendizaje que aporta la desagradable imagen y el penetrante hedor de la carne
al pudrirse en el calor del trópico se refiere a preceptos budistas
importantes, como el desapego al cuerpo y lo transitorio de todo, explicó
Justin McDaniel, catedrático de estudios religiosos en la Universidad de
Pensilvania, Estados Unidos.
El nauseabundo
ritual es una poderosa forma de aprender a dejar atrás el egoísmo, comentó
McDaniel, “y a menos egoísmo, más cerca se está del nirvana”. El cadáver suele
ser de un niño o un joven cuya muerte es repentina, su familia dona el cuerpo a
un templo con la esperanza de que la tragedia tenga algún beneficio para
alguien más.
Los
monjes creen que los jóvenes fallecidos “representan lo mejor de la humanidad;
inocentes, ni egoístas ni codiciosos ni ambiciosos. Si algo tan hermoso puede
descomponerse, ¿de qué sirve el orgullo o la vanidad? Además, nosotros somos
más feos”, comentó el profesor.
Los
que dirigen los templos –wats, en tailandés– tienen un amplio margen
para adoptar metodologías innovadoras en la práctica de la meditación, por eso
algunas de ellas se limitan a un solo santuario.
En un
templo en la provincia de Nong Bua Lamphu, un monje medita en lo que parece ser
aceite caliente. En otro, Wat Tham Mangkon Thong, las monjas lo hacen mientras
flotan en una alberca. En Wat Pai Civilsai dentro de una caja con serpientes
pitón. En otros más, en cuevas y ataúdes, donde la oscuridad absoluta mejora la
concentración.
Los
Monjes del Bosque, por ejemplo, obedecen estrictas prácticas ascéticas
conocidas como dhutanga, y se dice que meditan mientras caminan
durante semanas sin recostarse, ni siquiera para dormir. Una técnica de
meditación obliga a guardar silencio por un periodo de diez días, otros templos
alientan a sus fieles a permanecer despiertos por al menos tres.
La
meta de la meditación para todos los budistas es aprender más sobre verdades
espirituales, hay muy variados caminos para lograrlo, y entre más cruento el
ambiente, más profunda la meditación, dicen.