“GENERALMENTE, EN ESTA ÁREA NO ENTRA NINGÚN VISITANTE”, me dijo Verena Lepper una gris mañana de viernes en Berlín. Cerró suavemente un conjunto de puertas dobles detrás de nosotros, teniendo cuidado de no causar ninguna vibración en las paredes. Estábamos en una habitación que era blanca de piso a techo, sin una sola raya. Parecía más la antecámara de compresión de una nave espacial que un vestíbulo del Centro Arqueológico de la ciudad, completado hace apenas cuatro años. Allí firmaría mi tercer libro de visitas del día.
El procedimiento no era sólo un acto reflejo alemán para realizar un meticuloso registro, sino también una política de seguridad: dentro estaba la colección más grande de papiros de la nación, que es una de las cuatro más grandes del mundo, dos niveles atestados de rollos de pergamino encapsulados entre hojas de vidrio y almacenados en cajones de metal. Aunque los académicos dudan al poner un precio al material de investigación que consideran de un valor incalculable, cualquiera de estos restos de papel se vendería por miles de dólares en el mercado de antigüedades.
Entre los manuscritos se encuentra una sección del Ahiqar, un relato lleno de proverbios acerca de un canciller traicionado del rey asirio Sennacherib. El texto, de 2500 años de antigüedad, fue escrito en arameo, la lengua hablada por Jesús, y una de las 15 que la propia Lepper, curadora del Museo Egipcio y Colección de Papiros de Berlín, conoce.
“Los estudiosos literarios afirman que esta es la primera novela escrita”, observa. Sin embargo, para Lepper lo que es más interesante de esta primera copia del Ahiqar es de dónde provino: la Isla Elefantina, una estrecha extensión de tierra de menos de 1.5 kilómetros de extensión en medio del río Nilo, enfrente de Aswan, en el sur de Egipto.
Los cientos de documentos que han surgido en Elefantina comprenden diez lenguas diferentes y abarcan cuatro milenios ininterrumpidos, desde el Reino Antiguo de Egipto, alrededor del año 2500 a. C., hasta la Edad Media. “No sé de ningún otro lugar en el mundo donde existan 4000 años cubiertos por recursos de textos provenientes de un solo lugar”, dice Lepper. Y, sin embargo, la mayoría de los textos de la isla no han sido estudiados ni publicados, y muchos ni siquiera han sido desenrollados porque son demasiado delicados.
Para hacer una hoja de papiro semejante al papel se cortaban finas tiras del núcleo desde el interior de los tallos juncosos de las plantas de papiro y se acomodaban en capas perpendiculares traslapadas. No era necesario usar ningún pegamento; la pegajosidad natural de la planta unía las fibras. Al igual que todo material orgánico, el papiro tiende a pudrirse si se expone al oxígeno y a la humedad, pero cuando es enterrado en climas secos como el de Egipto, tiene mayores probabilidades de sobrevivir.
Sin embargo, los rollos de pergamino que los arqueólogos encuentran no siempre están en las mejores condiciones. Algunos de Elefantina todavía están doblados de manera intrincada, con capas que pueden ser frágiles o estar pegadas unas con otras; los eruditos del pasado los habrían abierto de todos modos, con riesgo de destruir los frágiles documentos. Pero gracias a la avanzada tecnología de obtención de imágenes y un subsidio de 1.6 millones de dólares otorgado por el Consejo Europeo de Investigación, Lepper podrá leer rollos de papiro de la isla que nunca han sido desenrollados. Durante los próximos cinco años trabajará con físicos y matemáticos para extraer palabras escondidas, letra por letra, con rayos de alta energía.
Ubicada en la primera catarata del Nilo, Elefantina tenía una gran importancia estratégica y marcó la frontera sur de Egipto durante gran parte de la historia antigua. Los faraones fortificaron la isla y la llenaron con soldados. Este reducto también se convirtió en un centro económico, donde artículos como el oro de Nubia, el marfil, los animales exóticos y las plumas de avestruz circulaban hacia el resto de Egipto. Generalmente llena de mercenarios y comerciantes, Elefantina era asombrosamente diversa para su tamaño. Fieles egipcios politeístas probablemente caminaban al templo del dios Khnum, al que se representaba con cabeza de carnero, al lado de soldados judíos arameos que acudían a su propio templo situado a un lado. También había mezclas: los textos de la isla revelan ejemplos de cristianos coptos que se convertían al islam y de egipcios que se convertían al judaísmo.
“Tenemos todas esas primeras pistas de lo que podría denominarse una sociedad multicultural y multirreligiosa”, dice Lepper.Elefantina creció más allá de sus fronteras; los colonizadores se expandieron hacia Syene (ahora Aswan) en el banco oriental del Nilo, y conforme esta ciudad crecía, la importancia de Elefantina disminuía. Las ruinas de Elefantina no fueron necesariamente olvidadas (el antiguo nilómetro de la isla, que era un dispositivo utilizado para medir el desbordamiento del Nilo, fue usado hasta el siglo XIX). Pero carecía de grandes monumentos y de tesoros de oro, así que los primeros arqueólogos pasaron por alto a Elefantina, afirma Johanna Sigl, del Instituto Arqueológico Alemán en El Cairo. Luego, a finales del siglo XIX, agricultores que recolectaban los antiguos ladrillos de barro de la isla para elaborar fertilizante encontraron tesoros escondidos de papiros.
En el taller de conservación del Centro Arqueológico, Tzulia Siopi, conservador de papiros, señala un recipiente de metal gris y sin ninguna gracia, ligeramente más largo que una caja de zapatos. En la parte exterior, con pintura blanca, tenía la etiqueta “Elefantina” y una fecha de 16 de diciembre de 1907, cuando el arqueólogo Otto Rubensohn y el papirólogo alemán Friedrich Zucker llenaron esta caja para los Museos Reales de Berlín. Siopi levantó la tapa para mostrar un gran surtido de confeti antiguo. Con un par de pinzas quirúrgicas, levantó las capas del arrugado papel de seda marrón, lleno de cientos de fragmentos de papiro, muchos de ellos apenas del tamaño de una uña.
Fueron garabateados con textos en lenguas muertas como el demótico o el hierático. La caja no había sido tocada en un siglo. Todavía había pequeñas plumas y arena que habían sido absorbidas en el sitio de excavación. Cincuenta de estos papiros sacados directamente de las cajas de metal han languidecido durante su almacenamiento en Berlín.
Para extraer las palabras de restos tan frágiles como estos, los curadores tienen un juego de herramientas en continuo crecimiento. Pueden usar obtención de imágenes de espectro múltiple, donde un texto se fotografía en longitudes de onda diferentes, a veces ultravioleta e infrarroja, que son invisibles para el ojo humano. Dado que el papel y la tinta tienen propiedades químicas diferentes, podrían reflejar ciertas longitudes de onda de la luz en formas diferentes, lo cual podría revelar escrituras que anteriormente eran invisibles. Es así como los investigadores descubrieron dos tratados antes desconocidos, escritos por el antiguo científico griego Arquímedes en páginas que habían sido sobrescritas y reutilizadas en un devocionario del siglo XIII.
También está la obtención de imágenes mediante rayos X, que se utiliza también en las ciencias médicas. Brent Seales, director del departamento de ciencia informática de la Universidad de Kentucky y pionero de la reconstrucción digital, compara los rollos de papiro con el cuerpo de una persona que va al médico para hacerse una radiografía: las letras de tinta son los huesos, y las superficies de papel son el tejido blando. Cuando se lanzan los rayos X hacia un manuscrito, la tinta, que es más densa, deja una sombra y, si los investigadores tienen suerte, estas sombras saldrán en forma de texto legible.
Para mirar dentro de los textos doblados, los investigadores tienen otro método inspirado en la medicina: la tomografía computarizada. Las tomografías axiales computarizadas toman imágenes en rebanadas de rayos X de un trozo de papiro, y estas imágenes se combinan para visualizar los lugares en los que se encuentran las gotas de tinta dentro del rollo. Después surge un desafío distinto: reconstruir la forma en que el papiro fue doblado, lo que hace que desenrollar digitalmente un texto sea como solucionar un antiguo cubo de Rubik. Cada superficie del arrugado rollo debe ser distinguida y luego alineada para formar una hoja de texto coherente y de fácil lectura. La cantidad absoluta de datos que se deben procesar en esta fase de un proyecto así puede ser sorprendente. El año pasado, Seales ayudó a un grupo de investigadores israelíes a desenrollar exitosamente el rollo de Ein Gedi para mostrar el texto del libro bíblico del Levítico. El software que él diseñó tuvo que ordenar 10 000 rebanadas de TC para hallar el sentido de un trozo de rollo de apenas 9 centímetros de largo.
Todos estos métodos dependen de que las máquinas de obtención de imágenes puedan diferenciar entre la tinta y el papel. Por desgracia, la tinta que se usaba en la antigüedad era a menudo carbón con base de carbono, y la diferencia en la absorción de los rayos X entre el carbono puro de la tinta y el papiro orgánico, compuesto en gran medida por carbono orgánico, es tan pequeña que el contraste entre ambos suele ser indetectable. Algunos científicos han tratado de combatir este problema buscando métodos alternativos. Seales trabajó recientemente con un grupo de investigadores franceses e italianos para revisar papiros enrollados y carbonizados que quedaron enterrados en la biblioteca de un lujoso chalet en Herculano durante la erupción del Vesubio, ocurrida en el año 79 d. C. Los rollos de pergamino increíblemente delicados habían frustrado a los anticuarios desde el siglo XVIII. Pero los científicos usaron una variación más sensible de la exploración de TC, denominada tomografía de contraste de fase de rayos X, que resultó ser lo suficientemente refinada para revelar algunas secuencias antes escondidas de letras griegas.
Sus resultados iniciales llegaron a los titulares en cuanto fueron publicados en enero de 2015 en la revista Nature Communications. Lepper y el físico Heinz Eberhard Mahnke, que aún se encuentran en las primeras etapas del proyecto, están creando maquetas de rollos de papiro doblados para probar cómo podrían abordar los textos de Elefantina. También buscan un especialista con habilidades científicas en matemáticas e informática para que les ayude a desarrollar algoritmos que puedan detectar las letras automáticamente y ayudar a unir fragmentos de superficies de papiro.
Los antiguos textos conservados en Elefantina van desde obras literarias como el Ahiqar hasta contratos matrimoniales, documentos de divorcio, listas de donantes para el templo judío, cartas cotidianas y antiguos recibos de cerveza. Lo que sobrevivió es principalmente una cuestión de suerte. Y sin embargo, Lepper espera dar sentido a este registro escrito de 4000 años de antigüedad centrándose en unos cuantos temas: ella busca textos que arrojen luz
sobre la función de las mujeres, y desea comprender cómo Elefantina hizo frente a una población tan diversa en un área geográfica tan pequeña.
Para 2020, Lepper desea crear una base de datos en línea que reúna no sólo los textos que puede desenrollar virtualmente, sino también cada uno de los miles de trozos escritos de la isla, que actualmente están dispersos en sesenta instituciones de todo el mundo. Ella espera que el hecho de poner todos los datos en línea ayudará a futuros investigadores a establecer sus propias conexiones. “He soñado con reunir todas estas piezas y tratar de dejarlas hablar”, dice.